"No hemos cambiado nuestra posición". La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, llegó este miércoles por la tarde al Congreso para comparecer ante los miembros de la comisión Constitucional de la Cámara y explicar las prioridades de su departamento para esta legislatura. La pregunta fue disparada, de varias maneras diferentes, a bocajarro ante la número dos del Ejecutivo mientras ella trataba de abrirse paso. ¿Había sufrido un lapsus Pedro Sánchez al llamar unas horas antes "líder de la oposición venezolana" a Juan Guaidó, al que España elevó hace ahora un año a la condición de "presidente encargado" de Venezuela para la convocatoria de unas elecciones?
El Ejecutivo mantiene un doble mensaje: uno, el de la línea política oficial y otro, muy distinto, el de los gestos políticos y una nueva filosofía que comienza a envolverlo todo. En medio de uno y otro discurso, dos elementos nuevos: un Gobierno de coalición con Pablo Iglesias, en el pasado un declarado admiración del chavismo y su movimiento político, y el encuentro nunca explicado del todo entre el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, y la vicepresidenta ejecutiva de Maduro, Delcy Rodríguez.
El año pasado, el 4 de febrero, España reconoció a Guaidó como "presidente encargado". "La legitimidad democrática de Juan Guaidó emana de su condición de Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, órgano legislativo surgido tras las últimas elecciones libres y democráticas reconocidas por el conjunto de la Comunidad Internacional como tales", dijo entonces Sánchez, que unos días antes había dado un ultimátum a Nicolás Maduro.
Sánchez hace un año
"Venezuela vive desde hace ya muchos años una gravísima crisis política, democrática, económica y humanitaria", ha dicho Sánchez. Hay "tres millones de venezolanos desplazados como consecuencia de esta situación", dijo entonces. Organizaciones como ACNUR, de la ONU, estiman que a lo largo de este año la cifra de desplazados, ya sea como migrantes o como refugiados por el conflicto, podrían superar los seis millones.
Desde febrero del año pasado, el reconocimiento de Guaidó, al que se sumaron decenas de países en todo el mundo, incluidos buena parte de la UE y de América Latina, además de EEUU, no ha provocado el efecto deseado: que Nicolás Maduro abandonase el poder y diese paso a unos comicios con supervisión internacional.
La gira de Guaidó ha revelado el mensaje dual. Guaidó, que viajó a Londres para ver al primer ministro Boris Johnson, al foro de Davos, donde vio a la canciller alemana, Angela Merkel, el austríaco Sebastian Kurz, y también visitó a Emmanuel Macron en el Elíseo, acabó su visita en Madrid.
¿Por qué no lo recibió?
Ahí se constató el primer cambio. Sánchez rechazó recibir a Guaidó y ahí se distanció de las principales potencias europeas, que un año antes actuaron unidas y coordinadas. Si en febrero de 2019 España decía liderar a Europa en el reconocimiento de Guaidó, en enero de 2020 buena parte de Europa lo mantenía vivo mientras España se ponía de perfil, coincidiendo con la formación de un nuevo Gobierno en el que el socio de coalición mantuvo, en el pasado, vínculos estrechos y de admiración hacia el chavismo.
Sánchez no recibió a Guaidó, pero nunca explicó por qué, más allá de decir que el Gobierno sí lo recibía. Unos días antes, en su agenda no figuraba nada ese sábado, que Guaidó aprovechó para congregar a miles de personas en la Puerta del Sol y visitar Ayuntamiento y Comunidad. ¿Por qué no recibió Sánchez a Guaidó? La pregunta sigue sin respuesta.
Lo hizo la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, que ha venido reiterando que la posición de España no ha cambiado. Pero no lo hizo en el Ministerio de Exteriores, como correspondería a un mandatario extranjero, sino en la Casa de América, un centro cultural con participación pública. Fuentes de Exteriores aseguraron que fue por motivos logísticos, ya que Guaidó tenía que acudir después al Ayuntamiento, que está enfrente. Sin embargo, en coche no hay un trayecto de más de 5 o 10 minutos entre el consistorio y la sede del Ministerio.
El nuevo realismo
Mientras, el Gobierno ha ido impregnando de un nuevo realismo que pasa por reconocer la legitimidad de Maduro. Así lo expresó el ministro de Transportes este miércoles en el Congreso al asegurar que si fue a Barajas a encontrarse con Delcy Rodríguez fue para "no añadir más problemas en las relaciones diplomáticas con un Gobierno con el que no se olvide, tenemos relaciones diplomáticas con embajadores que, por cierto, restableció el señor Rajoy", según dijo a una pregunta de la oposición.
Mientras Sánchez se olvidaba de que Guaidó es, según él mismo lo reconoció, presidente "encargado", Ábalos y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se referían a la "vicepresidenta del Gobierno de Venezuela" con total normalidad, habida cuenta de que el poder fáctico sigue en manos de Nicolás Maduro. Por eso Ábalos consideró imperdonable que la oposición quisiera "menospreciar y humillar al Gobierno venezolano" de Maduro e "instrumentalizar a la oposición venezolana" cuando, como recordó Sánchez, el propio Guaidó ha sido muy cuidadoso a la hora de no criticar a Sánchez pese a su negativa a recibirle.
En cualquier caso, en la nueva etapa de este Gobierno, parece imponerse la tesis del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, criticado por parte de la oposición venezolana, que lo considera un actor en favor de Maduro. En una entrevista en este periódico, el propio Zapatero dejó clara su postura.
"En Venezuela, el camino que se ha seguido por parte de la comunidad internacional, impulsado por Trump, es equivocado, plagado de mala información de lo que pasa allí, desde supuestos falsos y además transitando por ese recorrido siempre arriesgado que es saltarse las reglas. Esto siempre acaba mal. Por eso sé que esto no va a acabar como quisieran los que lo pensaron", según él.
"A lo mejor no estamos tan lejos de ver un proceso en el que se encauce un diálogo con acuerdos y salida electoral. Serviría de lección a la comunidad internacional. Lo vemos en todas las regiones del mundo cuando se ha negado la vía del diálogo. Fíjese, en Afganistán hemos visto que EEUU negocia con los talibanes", en sus palabras.
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