El aeropuerto de El Prat (Barcelona) estuvo a punto de convertirse en el escenario de un fatal accidente entre dos aviones de Vueling Airlines y Royal Air Maroc repletos de pasajeros el pasado 6 de julio de 2018. El controlador no advirtió que uno de ellos se aproximaba por la cola a la otra aeronave cuando estaban aterrizando. Y al piloto del avión que iba por detrás no le quedó más remedio que maniobrar en el último momento para evitar la tragedia.
Las condiciones para el aterrizaje eran perfectas: era mediodía, los vientos no superaban los 10 nudos y el cielo estaba algo cubierto por nubes. La temperatura rondaba los 26 grados y la visibilidad alcanzaba los diez kilómetros de distancia. En las inmediaciones del aeropuerto no había un tráfico particularmente denso.
Pero una “posible distracción” pudo desencadenar un accidente de dimensiones catastróficas. A bordo del avión de Vueling Airlines, un Airbus A-320-214 con matrícula EC-HQL, se encontraban 178 pasajeros y 6 miembros de la tripulación. En el Royal Air Maroc, un Boeing 737-800 de matrícula CN-RNU, iban 118 pasajeros y 6 tripulantes. En el momento del incidente volaban a una altura de 4.000 pies (1.200 metros).
El siguiente relato de los acontecimientos figura en el informe anual elaborado por la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC), redactado “con la finalidad de prevenir futuros accidentes e incidentes”.
La maniobra de aterrizaje
Están a punto de dar las doce y media del 6 de julio de 2018. Los aviones de Vueling Airlines y Royal Air Maroc enfilan el rumbo para aterrizar en el aeropuerto de El Prat a través de la pista 7L. La maniobra, como es habitual, requiere la atención de al menos dos controladores: el que da las instrucciones finales para la toma en tierra (controlador ejecutivo) y el que vigila el espacio aéreo más próximo al aeropuerto (controlador planificador).
A las 12:26, los controladores dan instrucciones al piloto de Vueling Airlines para descender a 4.000 pies y dirigir su trayectoria hacia la pista 7L. Un minuto después le dan la misma indicación al de Royal Air Maroc. Las tripulaciones de los aviones siguen las directrices sin ser conscientes de que sus caminos convergen en un mismo punto y en distancias mínimas.
Saltan las alarmas a las 12:29 en los mandos de uno de los controladores. Es el sistema VAT [violación de alerta de conflicto], un mecanismo automático que advierte a los trabajadores de El Prat de que se están viviendo maniobras o aproximaciones peligrosas en el espacio aéreo. Pero el controlador no se da cuenta de ello. ¿El motivo? Una “posible distracción”, afirmará más tarde el planificador ante la CIAIAC.
Una aproximación crítica
Son las 12.30. Los dos aviones siguen su rumbo para aterrizar en El Prat. El de Vueling va por delante; el de Royal Air Maroc le sigue el rastro en cola. Si siguen con la misma trayectoria, es más que probable que las turbulencias del avión de Vueling afecten a la maniobra de la segunda aeronave.
Se trata de un grave riesgo: las turbulencias de estela pueden provocar movimientos de gran violencia e incluso volcar aeronaves pequeñas cuando una de mayor tamaño la adelanta. La separación entre ambos se reduce a pasos agigantados. Es la tripulación de Royal Air Maroc la que detecta la presencia del otro avión comercial delante de su posición. Hay que reaccionar de forma inmediata o la seguridad de todos los pasajeros estará seriamente comprometida.
Los dos aparatos están a la misma altura y apenas les separan 2,2 millas náuticas (3,5 kilómetros), una distancia mínima en el espacio aéreo. Desde el avión de Royal Air Maroc comunican inmediatamente con los controladores y les dicen que van a girar a la izquierda para evitar las peligrosas turbulencias de estela de la nave de Vueling.
Es en este momento cuando los controladores se dan cuenta de la arriesgada maniobra que acaba de tener lugar delante de sus ojos. Se disculpan en varias ocasiones con el piloto de Royal Air Maroc y verifican los datos del aterrizaje. Los aviones han llegado a estar a una distancia mínima de 1,1 milla náutica (1,8 kilómetros) sobre el plano horizontal y a 200 pies (61 metros) en el vertical.
Según el informe de la CIAIAC, el controlador que gestionaba la aproximación del avión de Royal Air Maroc “no fue consciente de ese otro tráfico [en referencia a la aeronave de Vueling Airlines] hasta el momento del incidente”. “Tampoco fue consciente de que se hubiese activado la alerta VAC”. Todo se debió a esa “posible distracción”, afirmó sin más detalles el planificador, quien supervisa el trabajo en materia de seguridad y tráfico aéreo.
La falta de atención provocó un incidente que podría haber tenido consecuencias fatales. ENAIRE -principal proveedor de servicios de navegación aérea en España- abrió una investigación interna. ¿Qué medidas adoptó para evitar otro episodio de esta gravedad? Sometió al controlador a “una sesión de asesoramiento” en la que se le recordó algunos de los principios relacionados con la gestión del tráfico aéreo.
Se achaca al mal tiempo
Cuando se rindieron cuentas sobre los incidentes acaecidos durante los meses de verano, Ángel Luis Arias Serrano los achacó principalmente a causas meteorológicas. Se dieron incluso explicaciones sobre un calentamiento global en la atmósfera de 1,5 grados y sus fenómenos más virulentos e imprevisibles.
Las condiciones meteorológicas del incidente de El Prat, recordemos, eran óptimas: mediodía, vientos inferiores a 10 nudos y una temperatura de 26 grados. Según el posterior informe de la CIAIAC, la aproximación entre los dos aviones se debió a la mala gestión del controlador.