Ana Belén es peluquera, lleva más de treinta años en el oficio, y como el resto de españoles confinados por el coronavirus, también ella encendió su televisor para escuchar cómo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, explicaba las medidas del estado de alerta declarado. Si a muchos le sorprendió la incorporación de las peluquerías, y las lavanderías, en las excepciones previstas, a Ana Belén el anuncio le impactó todavía más.
Ni un día después de la comparecencia de Sánchez, a última hora de este pasado sábado, el Gobierno ha modificado el Real Decreto que regula el estado de alarma para ordenar el cierre de las peluquerías en toda España. La rectificación llega después de la incesante presión, tanto de las asociaciones profesionales como de otros políticos. “Era lo lógico, lo que había que hacer”, apunta Ana Belén.
“Me parece una buena decisión, pero llega tarde, porque nos podía haber ahorrado muchas horas de incertidumbre”, valora la peluquera, conectada permanentemente a su teléfono móvil desde la rueda de prensa de Sánchez del viernes por la noche.
“Al verlo en directo pensé que era una barbaridad”, asegura en declaraciones a EL ESPAÑOL este domingo. “Es imposible evitar el contagio en una peluquería, imposible”, asegura tajante la peluquera, que regenta un establecimiento en el barrio sevillano de Nervión. Desde hace días, lleva sufriendo las consecuencias del coronavirus. Las cancelaciones han supuesto que ingrese solo una cuarta parte de la caja habitual. De siete clientes en un día normal, a dos, y con suerte. Por eso le preocupa que, con la excusa de las excepciones, su gremio pudiera verse fuera de las futuribles ayudas del Gobierno a los autónomos.
Más allá de eso y antes de que el Gobierno torciese su mano ante el pulso de los peluqueros, Ana Belén Pérez Giménez ya tenía clara su postura: “No iba a abrir el lunes, por responsabilidad”. “No podemos estar oyendo mensajes llamando a la sociedad que se quede en sus casas y luego permitir que vayan a cortarse el pelo”, razona. “Estamos en mitad de una pandemia mundial y no podemos garantizar que nuestros clientes, o nosotros mismos, no se contagien —añade—; porque no podemos lavar, cortar o peinar a un metro y medio de distancia”.
En su caso ha adaptado su instrumental diario a las nuevas necesidades. Usa capas y toallas desechables. Lava todo lo que se mete en la lavadora a 70 grados centígrados y con lejía. También trata repasar con un gel desinfectante todo aquello que ha estado en contacto con el cliente. Desde el pomo de su puerta hasta el sillón.
Miedo al contagio
“Es imposible, no se puede asegurar que esté libre de virus”, advierte. “Tampoco podemos pelar con guantes y mascarillas, en primer lugar, porque no los hay en las tiendas, no se pueden comprar; en segundo lugar, porque es muy difícil manejar el instrumental con esas medidas”, apunta la peluquera, de Aire de Belleza, de señoras y caballeros, que tiene una persona contratada. A ella ya le había dicho que se cerraba hasta nueva orden. “Solo estaremos disponibles para quienes tengan una necesidad específica, alguien con alguna discapacidad, una minoría y para hacerlo a domicilio —apunta—; porque los peluqueros hemos demostrado que somos solidarios y ahí estaremos si alguien nos necesita”.
Como ella, muchos son los peluqueros que se llevaron las manos a la cabeza con la decisión original del Gobierno, al que han estado pidiendo desde primera hora del sábado una rectificación que decretase el cierre de las peluquerías en toda España. Según el secretario jurídico del Consejo Nacional de Empresarios de Peluquería y Estética (Conepe), Antonio Jaumandreu, las razones que justifican esta petición han sido en todo momento “la protección y seguridad tanto de los peluqueros como las personas mayores, grupo de riesgo en esta pandemia”.
Unanimidad en el sector
A juicio del portavoz del gremio, es “imposible mantener la distancia de seguridad decretada por el Ministerio de Sanidad”. “Creemos que todos debemos contribuir a parar esta pandemia y debemos priorizar la seguridad de todos, sin perjuicio de que con carácter voluntario y el debido control sanitario por parte del Ministerio, puedan establecerse determinados puntos para atender a personas con necesidad concretas”.
Esta petición ha estado respaldada por los principales salones de peluquería de España, entre los que está Llongueras, Franck Provost, Jean Louis David, Dessange, Marco Aldany, Rizos, Rafael Pages, Ebanni, Luis&Tachi y ptros salones independientes y otros agentes claves del sector como el Club Fígaro.
“Hay una posición unánime”, explica el presidente de la Asociación de Peluquería y Estética de Sevilla, Alejandro Lebrón. “El sector está muy disgustado, he recibido miles de mensajes por WhatsApp y emails, tanto de mis asociados como de otras asociaciones regionales o de la nacional”, confirma.
El anuncio de Sánchez ha sido, según valora el portavoz, “una revolución” para muchos peluqueros que desde el año 2012 vienen afeando al Ejecutivo la subida del IVA del reducido al general, del 10% al 21%. “Ahora, en el estado de alarma, nos dicen que somos un bien de primera necesidad, pero nos aplica los impuestos del resto de productos”, razona Lebrón, que tiene a cinco empleadas en sus peluquerías.
“Mi mujer iba comunicarles que cerrábamos el lunes, pero le pedí que esperásemos a la declaración de Pedro Sánchez. Cuando lo vimos en directo no dimos crédito —valora Lebrón—; eso sí, cerraremos desde el lunes”. “Jamás pensé que el presidente tomaría esa decisión porque es una cuestión de salud pública, no tiene lógica, estamos muy expuestos y por eso todos en Sevilla íbamos a cerrar de todas formas”, zanja el empresario, que asegura que en España hay unas 50.000 peluquerías en activo.
Ahora la pregunta se centra en torno a la valoración de los daños en el sector por el cierre de las peluquerías y en la respuesta que el Gobierno dará el próximo martes. “Sabemos que nadie nos va a pagar el salario de los trabajadores, pero le pedimos que nos exima del pago de las cotizaciones sociales de los trabajadores que tenemos en nómina y de la cuota de los autónomos”, reivindica Lebrón, que ya plantea la posibilidad de que muchas empresas de belleza lleven a cabo expedientes de regulación temporal de empleo.
Cierres por regiones
Sin embargo, la unanimidad decretada en Sevilla y en el resto de España no ha estado exenta de algunos “roces” entre los peluqueros, que ha generado polémica y “disgustos” entre los compañeros. En buena parte, por la disparidad de informaciones que están apareciendo desde el anuncio de Sánchez en torno al sector.
La Comunidad de Madrid ha sido una de las principales aliadas de los peluqueros en su pulso contra el Gobierno. Antes de la rectificación del Ejecutivo, sus homólogos madrileños ya habían zanjado la discusión con la orden de cerrar todos los salones de la comunidad. También ha sido el gobierno madrileño el que se ha puesto en contacto con otros presidentes de otras regiones para extender su iniciativa por el resto.
Esta medida fue sido bien aplaudida por la Asociación Provincial de Empresarios de Peluquería (Apepca) y la Asociación de Esteticistas y Maquilladores de Alicante y España (Aempae), quienes pedían el cierre en los próximos 15 días de sus establecimientos asociados.
En un primer momento, el Gobierno justificaba que tales medidas se adoptaron para asegurar la higiene de las personas con problemas de movilidad o de aquellas de avanzada edad, que tiene dificultades para lavarse el pelo.
“Estamos expuestos”
“Hay algunos hombres que se quieren afeitar y no pueden porque les tiembla el pulso, pero estos casos son esporádicos, por lo que no se justifica la apertura”, razona el gerente de Raíces Peluqueros, Manuel María González García de Castro, que llega a dar trabajo en sus dos salones de belleza hasta a seis personas. Manuel también cerrará, aunque él también lo tenía decidido antes del anuncio del Gobierno. “Iba a cerrar porque nosotros estamos expuestos como cualquier otro ciudadano a poder contagiarnos del virus”, sentencia.
El sector advierte que, de atender solo a estos clientes, los números no hubiesen salido. “Y sostener el gasto que tenemos para este tipo de casos es algo ridículo como para que lo hubiese planteado el gobierno”.
En una carta al ministro de Sanidad, Salvador Illa, el coordinador por la Alianza por la bajada del IVA en las peluquerías, Vicente Pizcueta, reclamaba a las autoridades que —de seguir adelante con la intención de abrir— se crease un grupo de trabajo que permita definir protocolos para proteger a los clientes y a los propios peluqueros.
“Necesitamos hacerle saber el clima de enorme preocupación que se ha instalado en los empresarios y trabajadores del sector por considerar que carecemos de los mínimos medios técnicos y preventivos necesarios para hacer frente al contagio en el ejercicio de nuestras funciones”, explicaba en su misiva a Illa.
También avisaban: “Mientras no se puedan establecer los dispositivos de actuación y prevención para proteger a los clientes y trabajadores de nuestro sector, la gran mayoría de los establecimientos van a decidir cerrar para evitar los contagios y protegernos de la alarma sanitaria”.
Y cerrarán, pero por orden del Gobierno. Por eso el sector respira tras ganarle un pulso a Sánchez. Porque más allá de pago de nóminas, del alquiler, luz o agua, el contagio es un coste que nadie, ni peluqueros ni el Ejecutivo, quiere asumir.