Los vecinos de Cofrentes (Valencia), un pequeño municipio de apenas 900 habitantes, ya han podido constatar la presencia del Ejército en sus calles. Han aparecido por allí en las últimas horas. Dos camiones militares de transporte de tropas ya han sido avistados por los lugareños a lo largo de las últimas horas. Lo han advertido desde sus casas en pleno confinamiento obligado a causa del coronavirus.
Como allí, en otros dos lugares de España aparentemente alejados de todo se ha advertido también en las últimas horas la presencia de las Fuerzas Armadas. En Almaraz (Cáceres, 1744 habitantes) y en Trillo (Guadalajara, 1319 habitantes) también se han dejado ver en las últimas jornadas los efectivos militares.
Pese a la distancia que hay entre ellos, los tres municipios comparten una misma particularidad que ha provocado que el Ministerio de Defensa decidiera destinar efectivos en esas tres pequeñas localidades. La característica común es que en las tres existe una central nuclear en funcionamiento.
Esta medida es una más de las adoptadas en el marco de la 'Operación Balmis' de las Fuerzas Armadas. Día tras día, a lo largo de esta semana, el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) ha ido desvelando las localidades en las que van a patrullar en los próximos días las brigadas del Ejército de Tierra, del Ejército del Aire, de la Armada y de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Estas tres, en las que se produce energía nuclear, son algunas de ellas.
En total, ya hay presencia militar en 59 localidades de toda la geografía española, 11 más que ayer, cuando sumaban un total de 48 municipios en los que las Fuerzas Armadas estaban ya desplegadas. El número de soldados que están realizando ya labores de prevención y control, desinfección de estaciones de trenes, para combatir el virus, asciende a un total de 2.622.
A petición del Ministerio del Interior, relatan fuentes de Defensa a EL ESPAÑOL, las Fuerzas Armadas tendrán que colaborar con la Guardia Civil para proporcionar seguridad en estas centrales nucleares. El fin es mantener en los posible la normalidad de estos tres emplazamientos en colaboración con la Benemérita a lo largo de las próximas semanas. Durante el tiempo que abarque el despliegue militar.
Medidas de contención
A lo largo de la semana, los responsables de la central de Trillo comenzaron a adoptar medidas de flexibilidad horaria para sus trabajadores ante el brote del coronavirus que provoca la enfermedad Covid-19. Aunque el brote no está afectando a la producción del centro, se están implementando medidas de control y contingencia para hacer frente a la situación.
La de Trillo es la única central que funciona en toda la región manchega. Fue la última en construirse en España. Se empezó a edificar en 1982, durante los primeros compases del gobierno de Felipe González, y se terminó en 1988.
El objetivo fundamental, aseguran los gestores de la planta, no es otra que la seguridad de sus trabajadores. Por ello una parte de sus trabajadores ya está trabajando desde sus casas. Son aquellos que ocupan puestos "no esenciales para la producción". Para el resto de la plantilla se han establecido turnos de trabajo, sobre todo en aquellos que resultan, dicen, esenciales para que la producción se mantenga.
Entretanto, en las inmediaciones de Almaraz, los habitantes del municipio ya han podido percibir la presencia de una de las unidades militares que realizan labores de apoyo a las autoridades en la región.
Se trata de la Brigada Extremadura XI del Ejército de Tierra. Además de patrullar y controlar Badajoz, Mérida, Don Benito, Cáceres, Plasencia y Almaraz, esta unidad tendrá que vigilar y supervisar complejos industriales críticos. Una de esas instalaciones es la central nuclear de ese pequeño ayuntamiento. Allí todo sigue funcionando.
Cofrentes, zona sensible
La de Cofrentes es la central nuclear española que acumula una mayor cantidad de residuos radiactivos. A día de hoy, distintos estudios realizados en la planta valenciana han determinado que en su piscina se conservan más de 800 toneladas de uranio que se ha ido desechando en los últimos años y que no ha sido trasladado todavía a ningún depósito.
Por esta y otras razones, este recinto nuclear se considera un lugar altamente sensible. De ese modo, la Guardia Civil lleva meses trabajando para que la seguridad en la zona se mantenga de un modo conveniente. Y ahora, con las medidas impuestas tras el decretarse el estado de alarma en todo el país, todavía más.
Las instalaciones de la planta se consideran un lugar crítico en la comarca, ubicada en el valle de Ayora. Y por eso el número de agentes de la Benemérita en este lugar se ha incrementado para proteger el entorno, el interior y el exterior de la central.
Como su trabajo no solo se circunscribe a esta industria tan concreta, han echado mano de las Fuerzas Armadas. El objetivo no es otro que el de evitar que se pueda producir cualquier susto. Que la seguridad esté apuntalada. Que no haya ningún tipo de sabotaje.