“Un horno crematorio tarda entre dos horas y media y tres horas en incinerar un cadáver, dependiendo del horno, del volumen de la persona...” le explica a EL ESPAÑOL un operario funerario de Barcelona, esa ciudad de más 1.600.000 habitantes que solamente tiene un crematorio, el de Montjuic. Hasta el año pasado tenía otro en Collserola con 3 hornos, pero el Ayuntamiento gobernado por Ada Colau lo cerró por cuestiones medioambientales.
La catástrofe se cierne sobre Cataluña por el coronavirus. No son voces alarmistas, es un informe oficial de la Generalitat, cuyas previsiones respecto al Covid-19 es que acabe matando a más de 13.000 personas en toda la comunidad autónoma. Y en la capital en particular, las primera voces ya alertan sobre la posibilidad de que la capacidad de incinerar cadáveres quede sobrepasada. Un sólo edificio crematorio, con dos hornos que, contando que trabajen las 24 horas del día, solamente podrán quemar entre 7 y ocho cadáveres diarios.
La saturación no es una amenaza. Es ya una realidad según algunos trabajadores contactados con EL ESPAÑOL: “Están saturados ya y todavía no ha empezado lo fuerte. Por el momento, la gente ya no se lleva las cenizas de sus familiares fallecidos. Les dan una especie de cupón con un código para que pasen a recogerlas cuando hayamos superado el estado de alarma”.
Dos hornos para 1,6 millones de personas
Dos hornos para más de un millón y medio de personas. A eso se enfrenta Barcelona, una ciudad que afronta ahora el crecimiento exponencial de contagiados por coronavirus. El Crematori de Montjuic, un edificio con dos hornos y ensalzado por su respeto por el medioambiente, es la única opción en la Ciudad Condal para la incineración de cadáveres. “Antes teníamos otro, pero lo cerraron por temas de medio ambiente”; explica esta fuente a EL ESPAÑOL. Se refiere al Crematori de Collserola, que contaba con tres hornos. Dejó de funcionar a finales de 2019 porque, según el Ayuntamiento, no cumplía con la normativa vigente en materia de emisiones. El cierre definitivo tuvo lugar hace menos de un mes y su desmantelamiento “tardará años”, según adelantaba EL ESPAÑOL por medio de Crónica Global.
El cierre se llevó a cabo en contra de algunas voces críticas del sector, que ya incluso antes de la pandemia estaba saturado. El repunte invernal de muertes y la falta de alternativas tras la clausura de Collserola llevó a las instalaciones de Montjuic a padecer un auténtico “atasco de cadáveres” el pasado mes de enero. La empresa concesionaria, Cementiris de Barcelona (que tiene el monopolio en la ciudad, que depende al 100% del Ayuntamiento y cuya adjudicación del servicio resultó muy criticada dentro del sector por empresas con dilatadas trayectorias) tuvo que ampliar los horarios de cremación y advirtió a los usuarios de las funerarias que no podrían asistir a despedir a sus seres queridos, dada la saturación. Todo eso en enero, antes de que se hubiese diagnosticado un solo caso de Sars-CoV-2 en España.
Ahora se prevé que los casos de fallecidos se disparen en Barcelona y provincia en los próximos días. Y son muchos los que se preguntan de qué forma va a gestionar la ciudad esta presumible avalancha de cadáveres. Desde Asfuncat (Associació d’Empreses de Serveis Funeraris de Catalunya) intentan ser optimistas al respecto: “En total hay 60 hornos crematorios en toda Cataluña y 39 en la provincia de Barcelona. En casi todas las ciudades importantes hay. En Sabadell, en Vic, en Mollet, en Tarragona… Si se llega a dar la situación de que se sature el de Barcelona, la solución será trasladar a los cuerpos a crematorios de otras partes del territorio catalán, en función de la carga que estén soportando y de la proximidad geográfica”, cuenta su portavoz Josep Maria Mons a EL ESPAÑOL.
Trasladar cadáveres por Cataluña
Es ahí cuando se presenta otro problema: la movilidad geográfica puede parecer la solución. Pero es que son muchas las partes de Cataluña donde la epidemia está descontrolada. Es el caso de Igualada o Vilanova del Camí, pueblos confinados desde el principio de la pandemia donde está muriendo gente por encima de la capacidad de cualquier crematorio catalán. O Sabadell, cuyo hospital Parc Taulí es uno de los que más casos de contagiados ha registrado en toda España. Y esto no es una situación exclusiva de Igualada o Sabadell: el propio gobierno catalán calcula sobrepasar los 13.000 muertos por Covid-19 en toda Cataluña. Es el momento de sacar la calculadora y hacer cuentas.
Si un horno tarda unas 3 horas en quemar un cadáver, tomando el escenario hipotético (ahora no se está dando) de que los crematorios catalanes trabajen las 24 del día, y contando que hay 60 en toda Cataluña, la capacidad crematoria de la región es de 480 cuerpos al día. Una carga que se antoja justa, cuando no insuficiente, para el panorama que se cierne. Y es que Barcelona empieza a despuntar. Ayer se registraron los dos primeros fallecimientos de ancianos en residencias de la ciudad.
Lo peor, dicen, vendrá en los próximos días. Pero ahora mismo, la situación ya es de tal magnitud que en los propios hospitales están improvisando morgues. Los grandes hospitales están revisando los denominados ‘circuitos de exitus’ (alojamiento y tratamiento de cadáveres) para hacer frente al incremento tan brutal de decesos. Para ello, están utilizando salas de los hospitales destinadas a otras funciones. Ahora se emplean en ubicar a los fallecidos.
Cataluña va tarde
Todo ello, mientras todavía no se ha alcanzado la máxima capacidad de los depósitos ni el escenario que rige en la Comunidad de Madrid, donde el ayuntamiento de la capital ha habilitado el Palacio de Hielo para dar tiempo a hospitales y funerarias a procesar el último viaje de los contagiados. La sensación de que Cataluña en general y Barcelona en particular van por detrás en la toma de medidas, es evidente. Cataluña ya es la segunda comunidad autónoma con más casos diagnosticados y muerte provocadas, a pesar de que la propia consellera de Salut dijo hace solamente una semana que el brote catalán era totalmente distinto al del resto de España y que se tomarían otras medidas.
Respecto a Barcelona, son muchos los que lamentan ahora el cierre del crematorio de Collserola, pero la normativa medioambiental le acabó condenando para el gobierno de Colau. Paradójicamente, el único crematorio que sigue activo en la ciudad (Montjuic) tampoco se ajusta a la normativa vigente. El cierre de Collserola hizo aflorar deficiencias en el equipo de incineración del cementerio de Montjuïc.
Los informes del concurso revelan que la última revisión de la licencia ambiental del crematorio de cadáveres incumple la normativa vigente. Lo hace en dos aspectos, según la dirección general de Calidad Ambiental y Cambio Climático. Por un lado, en el control de la calidad de los ataúdes que entran en los hornos. La sociedad pública Cementiris de Barcelona alegó que no puede ejercer ese control porque las cajas las comercializan las empresas de servicios funerarios. La Generalitat no traga y le obligará a vigilar los materiales (PVC, cromo, zinc o compuestos de metales pesados) que incinera si quiere mantener la licencia ambiental. Por otro lado, el Govern también ha impuesto a Cementiris la instalación de un sistema automático de medición (SAM), habida cuenta del descontrol en las emisiones de "elementos contaminantes" como PST, CO y NOX.
A grandes rasgos, esa es la situación en Barcelona: un solo crematorio activo, porque el otro se cerró por cuestiones medioambientales. Un solo crematorio activo que también incumple la normativa. Un solo crematorio con dos hornos, que entre ambos tienen una capacidad diaria de incinerar 16 cadáveres, justo cuando la tormenta del coronavirus empieza a descargar en la ciudad. El traslado de los fallecidos parece, a priori, la única alternativa que se maneja para afrontar un posible colapso. Si el resto de zonas también se ven muy afectadas por la pandemia, la cuestión de la incineración de cadáveres va a convertirse en uno de los grandes problemas de Cataluña en breve.