A las siete de la mañana todo el mundo está ya de pie, en formación, atentos a las primeras órdenes. Todavía no ha salido el sol. Es miércoles 25 de marzo, y el Primer Batallón de la Unidad Militar de Emergencias (UME) se prepara para una nueva jornada de combate contra un enemigo invisible. Los responsables de las unidades se dedican a preparar la estrategia. Los soldados aprovisionan sus equipos. Media hora después, en torno a las siete y media, un pequeño destacamento arranca sus enormes vehículos en dirección a Ciudad Real. Allí les espera una dura jornada que terminará casi 15 horas después.
El primer cometido del destacamento es el Hospital General Universitario de Ciudad Real. Es ahí donde tienen que emplearse con mayor ahínco. Hay que desinfectarlo por completo. Solo ese trabajo ocupará buena parte de su mañana. Aún a lo largo del día tendrán tiempo para desinfectar dos residencias de ancianos de la comarca. Y a instruir a a personal de la la empresa pública GEACAM en materia de desinfección de interiores para paliar el avance del Covid-19 por toda la geografía española.
Al finalizar la jornada, el exhausto grupo habrá recorrido un total de 500 kilómetros entre el viaje desde Madrid, los desplazamientos en la provincia y el camino de regreso, para entregarse a un breve descanso previo a la jornada del día siguiente. Están hechos de otra pasta.
"Según vamos teniendo trabajo, vamos saliendo de la base. Mientras diseñamos el plan y preparamos la estrategia, el resto del equipo prepara los vehículos y se pone ya en disposición de salir". El brigada Félix Rodríguez Lozano pertenece a este regimiento, cuya base se encuentra en Torrejón de Ardoz (Madrid). Es quien se dedica a coordinar el equipo de nebulización pesada del batallón.
Su unidad se ha convertido en un arma esencial en esta batalla contra el coronavirus. El enemigo es imparable -deja ya 72.248 infectados y 5.690 víctimas mortales. Hay, no obstante, un dato esperanzador: 12.285 ya se han curado. Son esos los detalles que reconfortan a esta parte del ejército. Sus soldados se han convertido, en las últimas semanas, en los ángeles de la guarda que tratan de sofocar la expansión exponencial de la pandemia.
Las unidades de la UME, los cinco batallones gemelos que la integran, son uno de los efectivos cruciales mientras se prolongue el despliegue de las Fuerzas Armadas en la 'Operación Balmis'. Cada uno de ellos está formado por 350 personas. Son la vanguardia del operativo de las Fuerzas Armadas. Son ellos los que tratan de llevar primero a todos los rincones la mayor desinfección posible, quienes limpian calles y de las avenidas de la geografía nacional.
Un regimiento joven
La mayoría de los soldados que integran este cuerpo de élite son gente joven. La media de edad, relatan fuentes de Defensa a EL ESPAÑOL, no supera en la UME los 40 años. Pese a ello, buena parte del mismo posee una dilatada experiencia en innumerables misiones críticas a lo largo del territorio nacional, e incluso en varias misiones internacionales. De ahí procede su prestigio.
La UME es un cuerpo transversal que integran militares de todas las esferas de las Fuerzas Armadas: 3063 militares del Ejército de Tierra, 247 del Aire, 76 de la Armada y 41 de los Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas Españolas.
De todas las operaciones a las que se han enfrentado en los últimos años, muchos coinciden de que esta puede resultar la más tediosa, la más compleja y la de mayor importancia. Muchos países de todo el mundo -valga el ejemplo de Italia- están encarando el Covid-19 como el desafío más importante desde la Segunda Guerra Mundial.
El descanso resulta crucial en una actividad tan ardua como la que están desarrollando los soldados de los batallones de emergencias. Por eso se van supliendo mutuamente bajo un turno establecido. Cada soldado, al final, trabaja tres días seguidos para poder descansar el cuarto. Y luego vuelta a empezar.
La dificultad de las grandes superficies
Al mismo tiempo que el primer batallón cubre todo lo que rodea la Comunidad de Madrid y su entorno, los otros cuatro batallones trabajan a pleno rendimiento a lo largo de la última semana. Ponen empeño en todo, pero donde más se aplican es en las grandes superficies.
A primera hora de este viernes ocho militares ya estaban desinfectando por completo la lonja de A Coruña. La jornada anterior colaboraban con los ingenieros del Ejército de Tierra para el montaje de un hospital de campaña. Y se extendían por todos los puntos de la península, aplicando sus esfuerzos en una residencia de Torrejón de Ardoz.
Mientras tanto, al sur, la misma mañana de ese jueves, el batallón afincado en Morón de la Frontera (Sevilla) emprendía sus actividades de desinfección abordando el Hospital Victoria Eugenia de la Cruz Roja, la estación de tren de Osuna, la estación de autobuses de Plaza de Armas (Sevilla), la estación de tren de Santa Justa (también en Sevilla).
Al otro extremo de la península, en Cataluña, los soldados actuaron el viernes en distintas residencias de las localidades de Barcelona, Arenys de Mar y Santa Coloma de Gramanet. A este regimiento, por la tarde, le quedaba pendiente otro asilo ubicado en Castellví De Rosanes. Completaban así sus labores de la jornada anterior en las urgencias de un centro Médico de Badalona e innumerables espacios públicos, habitualmente muy concurridos. Y así una jornada tras otra. Y luego, vuelta a empezar.
La creación de Zapatero
Este 2020, la UME cumple 15 años. En esta última década se les ha visto siempre en la gestión de las grandes catástrofes, de tragedias naturales de todo tipo, como por ejemplo las oleadas de incendios forestales que cada año, sobre todo en período estival, asolan las áreas forestales del país. Sin ir más lejos, prácticamente cada año al destacamento afincado en León le toca acudir al rescate de los bosques gallegos.
La UME fue creada en octubre de 2005 por impulso del entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Armó a aquel nuevo cuerpo de las Fuerzas Armadas con un contingente de 10.000 efectivos, procedentes de los Ejércitos de Tierra, Aire y Armada. No faltaron quienes tildaron aquella decisión de “capricho” del líder socialista. Desde la bancada popular, por no ir más lejos, cargaron duramente contra la puesta en marcha de este cuerpo militar, diseñado para intervenir ante todo tipo de catástrofes.
“Es un instrumento inventado por Zapatero”, dijo Ignacio Cosidó, diputado del PP y portavoz en la Comisión de Interior en el Congreso, en agosto de 2008. Era, para los populares, "un capricho faraónico" de Zapatero. Fue lo que dijo Arsenio Fernández de Mesa, vicepresidente de la Comisión de Defensa en el Congreso. Según él, España no estaba para "despilfarros".
El año pasado, según datos del Ministerio de Defensa, la Unidad Militar de Emergencias intervino en 64 operaciones durante 192 días. Desde que se creó nunca habían tenido tanta carga de trabajo. Entre todas esas operaciones, destaca su actuación en la zona del levante, combatiendo los efectos de la DANA. De media, cada día que estuvieron activos, hubo 182 militares implicados en las labores que les fueron encomendadas. Esto solo en 2019. Su capacidad es tal que en algunos de los incendios más grandes que tuvieron que apagar desplegaron cerca de 400 efectivos.
Una última parada
En una jornada normal, no la realidad paralela y extraña que vivimos en las últimas semanas, los componentes de la UME inician el día todos uniformados con el chándal reglamentario para ejercitar su cuerpo, a primera hora de la mañana. Esos días de ejercicio físico han dado paso a la acción sobre el terreno. Un cometido cuyo fin todavía se desconoce.
Los militares de la UME están hechos de otra pasta, pero en las últimas jornadas están viviendo situaciones muy complicadas. Sobre todo en las residencias de ancianos que tienen que ir a desinfectar. Todos los días están en alguna, y allí se encuentran con los efectos devastadores de la pandemia. "Se nota que hay cansancio en la gente, pero seguimos funcionando bien", dice otro militar a EL ESPAÑOL. "Estamos todos asumiendo que tenemos que arrimar el hombro. Estamos bien de ánimo y con ganas de seguir".
A la cabeza de todo, Luis Manuel Martínez Meijide, jefe de este cuerpo de las Fuerzas Armadas desde octubre de 2019. Tiene siete cruces al Mérito Militar, una Cruz de Plata de de la Orden del Mérito de la Guardia Civil, una Cruz al Mérito del Ejército Belga y la Cruz de Honor de la Bundeswehr, el nombre con el que se conoce a las Fuerzas Armadas Unificadas de Alemania.
Al acabar el día de vuelta ya de una vertiginosa jornada por distintas provincias, los integrantes del Primer Batallón emprenden el regreso al cuartel de Torrejón de Ardoz. Pero antes de irse a descansar, hacen una última parada a las puertas del hospital de esta localidad situada al este de Madrid.
Allí han adoptado una costumbre que a buen seguro mantendrán en las jornadas venideras, mientras dure la batalla contra el coronavirus. A la entrada del recinto, los soldados aparcan sus vehículos, esperan la señal y aplauden todos juntos a los sanitarios.