El confinamiento que viven los españoles a causa de la pandemia no es capaz de frenar los impulsos de una parte de la ciudadanía. En concreto, la que padece ludopatía. EL ESPAÑOL ha contactado con dos jóvenes empleadas de salones de juego a las que sus jefes, pese a haberlas despedido de manera temporal tras decretarse el estado de alarma, les han ofrecido trabajar en negro y a puerta cerrada. Los empresarios argumentan que se debe a “la insistencia de los clientes” en poder acceder al negocio de algún modo. Ambas rechazaron hacerlo.
Se trata de empleadas de dos salones de juegos ubicados en localidades de las provincias de Huesca y Cádiz. Quieren permanecer en el anonimato y que no se digan las poblaciones concretas en las que están ubicados los negocios. Temen ser despedidas si se desvelan sus identidades o los nombres de los pueblos.
La oferta que les llegó a estas dos jóvenes era prácticamente idéntica: abrir el local a una hora determinada, permitir la entrada de una serie de clientes, bajar la persiana y echar la llave por dentro durante un determinado período de tiempo. A cambio, cobrarían en B. A la chica oscense le ofrecían 100 euros al día. A la gaditana, entre 80 y 100, “según estuviera la faena”.
“Mi jefe me llamó hace unos días. Me contó que a él no le parecía buena idea, pero que eran muchos clientes los que le habían pedido que abriese el negocio para ellos”, explica la joven de Huesca, cuya empresa la ha incluido en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).
“Le dijeron: ‘Somos muy discretos, no vas a tener problema’. Me comentó también que por la multa no me preocupara si llegaba la Guardia Civil. ‘Yo me encargo de pagarla’, me dijo”. El jefe de esta mujer contactó con otra de sus empleadas. Ambas se negaron a trabajar de manera fraudulenta, por lo que desistió.
En el otro caso, la mujer gaditana explica una situación muy similar. El propietario del negocio en el que trabaja se puso en contacto con ella a finales de la semana pasada. Le dijo que “algunos clientes no aguantan más en su casa”.
"Necesitan el juego presencial"
“Me contó que no podían jugar a nada porque sus mujeres estaban en casa”, explica la chica. “Hay gente que necesita el juego presencial, aunque sea también a través de máquinas. Pero no les va el del móvil”, puntualiza. Esta mujer también se negó a trabajar en negro. “La ludopatía es así. Veo a personas enfermas a diario, por desgracia, y entiendo que estarán viviendo situaciones complicadísimas”.
Fuentes del Ministerio del Interior explican a este periódico que las fuerzas policiales todavía no se han encontrado con salones de juego operando en la clandestinidad pese a la prohibición por el estado de alarma. Desde los gabinetes de comunicación de la Policía Nacional y de la Guardia Civil aseguran que tampoco. En los dos casos que cuenta EL ESPAÑOL, ningún negocio llegó a abrir sus puertas.
Desde Interior advierten que los infractores podrían estar incurriendo en una infracción grave por desobediencia, recogida en la Ley de Seguridad Ciudadana de marzo de 2015, e incluso en delitos penales.
“Entiendo que las personas que sufren ludopatía están dispuestas a jugarse una detención o una sanción”, añade ahora la joven oscense. “Antes del estado de alarma abríamos a las 8 de la mañana y los clientes ya estaban en la puerta. Cerrábamos a las dos de la madrugada y había que echarlos”.
Sufren mayor ansiedad por el confinamiento
Francisco Abad, presidente de la Federación Andaluza de Jugadores de Azar Rehabilitados, cuya sede está en Málaga, asegura que no le constan casos como los descritos, aunque admite que “no es de extrañar que se den situaciones así”.
“En esta época de confinamiento”, explica Abad, “los adictos al juego sufren mayor ansiedad que cualquier otra persona”. Abad añade que, en cambio, sí está notando un repunte en el juego online por la prohibición del presencial. “A nuestras terapias grupales por videoconferencia se está incorporando en los últimos días gente que ha caído en las apuestas deportivas o en los juegos a través del teléfono”.
El presidente de la citada federación explica que, debido al confinamiento, hay familias que se están enterando de que alguno de sus miembros es ludópata. Hace unos días, una mujer se puso en contacto con Abad para explicarle que unos prestamistas se habían personado en su casa para cobrar una deuda de su hijo. “Esta gente quiere cobrar sí o sí. Imagina a esa señora cuando se enteró de la adicción de su chaval”.
La ludopatía en un grado avanzado puede derivar en delincuencia. Un estudio elaborado en 2017 por la Unidad de Juego Patológico del Consorcio Sanitario del Maresme (CSdM), en Cataluña, señalaba que un 21% de los pacientes adictos al juego online y presencial que llegaban al centro tenía problemas con la justicia, frente al 8% de los adictos a las tragaperras.