A las nueve de la mañana un escuadrón de aviones despega desde la Base Aérea de Getafe (Madrid). La flota va en dirección a Gran Canaria. Los depósitos de carga van repletos de material sanitario.
Doce horas después, los militares del Ejército del Aire están de vuelta en Madrid. No es hasta las nueve de la noche cuando logran completar las misiones que tenían que realizar a lo largo del día. A esa hora todos los pedidos han sido repartidos.
El Ala 35 está siendo una de las unidades clave estas últimas semanas en el seno del Ejército del Aire. Son los encargados de distribuir in extremis el material contra el Covid-19. En un solo día cubren varios trayectos para transporte de urgencia.
A lo largo de la crisis, y mientras dure la pandemia provocada por el coronavirus, son la brigada que llega allí donde resulta necesario. En una misma jornada pueden viajar a Melilla, a Gran Canaria y a Palma de Mallorca. Y regresar a Madrid, y reponerse para continuar al día siguiente.
Como parte de la Operación Balmis, vienen realizando una media de tres vuelos a la semana. Es uno de sus cometidos. No han tenido que llegar a ese extremo pero también están preparados para evacuar a pacientes graves con la mayor rapidez hasta el hospital más cercano.
Sus principales armas son los aviones C-295. Cuenta con un peso máximo al despegue de 23.200 kg. Con esa nave pueden realizar recorridos de media y corta distancia. De esa manera cubren toda la geografía española. Están capacitados también para evacuaciones médicas y transportes de personal contagiado. Aunque no han tenido que trasladar todavía a ninguna persona, están preparados para ello.
Este tipo de misiones, recorriendo de un punto a otro la geografía española, son las que realizan soldados como el teniente Ángel Villahermosa. Tiene 24 años. Dice a EL ESPAÑOL que para él es un privilegio aportar algo para solventar una tragedia que está dejando más de 15.000 muertos en toda España.
Como él, muchos de los integrantes de las fuerzas del aire son jóvenes. Comienzan muy pronto la instrucción en la academia. Cinco años después, tras lecciones aeronáuticas y técnicas militares, están listos para alzar el vuelo. Y ahora se están enfrentando a una situación de emergencia, como si viviéramos en medio de un conflicto.
Piloto desde los 20
El reparto de material sanitario por toda España que hace esta unidad no solo no se ha detenido, sino que ha aumentado en las últimas semanas. Han ido ampliando su actividad al ritmo del aumento exponencial de los casos por toda la península. Las aeronaves del Ala 35 se han convertido en una auténtica flota de distribución urgente.
Ángel entró en el cuerpo después de que su hermano le comentara la posibilidad de ser piloto en las Fuerzas Armadas, pero no imaginó que se tendría que enfrentar a una situación como esta. "Nos afecta a todos. Algunos compañeros han perdido a algún ser querido, otros han tenido contacto estrecho con algún portador del virus, y se encuentran en cuarentena. Muchos pilotos no son naturales de Madrid y pasarán mucho tiempo sin ver a sus familias. Así que nos apoyamos unos a otros. Somos como una familia", dice.
Cuenta Ángel que lleva nueve meses en el Ala 35, pero que intenta concentrarse en su tarea como los más veteranos. "Cuando te informan de que vas a llevar a un lugar lo que necesitan te alegras, te sientes orgulloso de poder aportar tu granito de arena a los esfuerzos que está haciendo tanta gente para salir de esta situación”.
"Otra pieza"
Es primera hora de la mañana cuando salen directos a cumplir su cometido. Las tripulaciones se levantan antes de las siete con el fin de prepararlo todo: "Al cumplir con nuestra misión nos exponemos al virus, pero abastecer a toda esa gente con lo necesario para que cumplan su función y ayudar a que esta situación pase lo antes posible merece ese riesgo y mucho más".
Como ellos, hay mucha gente arriesgando su vida para que la situación en la que se encuentra el país se prolongue el menor tiempo posible. "Nosotros no somos más que otra pieza del tablero. Para que todo funcione tomamos las medidas de precaución necesarias, y por eso hacemos los vuelos enfundados en mascarillas y guantes, y lo desinfectamos todo antes y después de usarlo", dice Ángel.
Por las noches, él y el resto de sus compañeros cumplen religiosamente el confinamiento en sus casas. En los momentos de descanso, Ángel lee un rato para descansar, ve alguna serie y alguna película. Y luego a descansar para la nueva batalla del día siguiente.