Las formas cubistas y el color intentan abrirse paso en el cuadro, pero hay algo que a primera vista no convence. Nada más echarle una ojeada, nuestro especialista, el tasador de arte, comienza a fruncir el ceño. Luego, comprueba cómo en la parte delantera del lienzo surge una figura deforme, una silueta que esbozaba el contorno de un músico, un flautista elaborado, al mismo tiempo, desde distintas perspectivas. Pero es tan sólo un burdo intento de plagio.
En la esquina superior derecha, junto a la cabeza, aparece la firma, delatando la supuesta autoría de la obra, firmada en el reverso en 1922: como presunto autor del mismo aparece el nombre de un tal Picasso, Pablo Ruiz Picasso.
Algo más abajo, en el mismo lateral del cuadro, está el sello inequívoco del águila imperial y la esvástica. El símbolo por excelencia del régimen nazi. Es ahí donde comienzan a surgir las sospechas.
Ese símbolo de la Alemania de Adolf Hitler es el mejor disfraz y el principal atractivo del cuadro. Hitler quiso apoderarse de toda Europa, y también de su riqueza artística. Lo consiguió en parte. El saqueo que protagonizaron sus soldados y sus principales oficiales allá por donde pasaron durante la Segunda Guerra Mundial fue de tal volumen que todavía hoy multitud de las obras que se agenciaron continúan perdidas.
Esa ausencia provocó desde el principio la proliferación de falsificaciones artísticas que eran luego vendidas como si proviniesen de ese expolio realizado por el régimen autodenominado como nacionalsocialista. Ésta que nos ocupa, localizada hace poco en España por EL ESPAÑOL, es una de ellas.
Jorge Llopis, perito tasador judicial de arte, historiador y especialista en falsificaciones, se detiene a observar con este diario los detalles de la obra. Hace muchos años que Llopis trabaja a caballo entre Madrid y las Islas Baleares. Ha visto centenares de cuadro falsos a lo largo de su dilatada trayectoria en el sector. Ha tenido ante sí réplicas prácticamente fidedignas de grandes nombres de la historia de la pintura. Ha visto de todo.
El experto, uno que posee dilatada experiencia en la materia, sabe distinguir lo bueno de lo malo, lo mejor de lo superior. Y por eso recurrimos a él ante la obra falsa localizada por este periódico.
"Es una chapuza"
Joyas que, al ojo de cualquiera, de quien no conozca la materia en profundidad, podrían colar, pasar por obras maestras de los más grandes artistas de todos los tiempos: Renoir, Juan Gris, Murillo, algún Sorolla y, por supuesto, cuadros de Picasso. Pero está muy curtido. Cuando se le enseña la obra en cuestión no se lo tiene ni que pensar para contestar: "Eso es una chapuza. Una falsificación como una catedral".
Según ha podido saber EL ESPAÑOL a través de distintos expertos afianzados en el sector, a lo largo de los últimos años se está produciendo de nuevo auge de un fenómeno que este y otros sabios en la materia están detectando: cuadros supuestamente procedentes del expolio nazi que, en realidad, al ser analizados, resultan ser burdas copias o directamente falsificaciones.
En resumidas cuentas: hace tiempo que en el mercado negro de las pinacotecas se mueven obras de arte falsas como si hubieran sido robadas por el régimen de Adolf Hitler. Una forma de incrementar en apariencia su valor ante los ojos de posibles compradores.
No es la primera vez que Llopis se encuentra con una obra de estas características. El ingente botín acumulado por los seguidores de Hitler propició y está propiciando de nuevo este tipo de estafas que están apareciendo, de forma puntual, en distintos puntos de la península.
¿Quién introduce estas obras de arte falsificadas? ¿Quién logra colocarlas en el mercado de forma tan discreta? ¿Por qué aparecen de vez en cuando ese tipo de obras? Según el experto en el sector, son distintos traficantes los que intentan deshacerse o introducir por doquier estas copias desde hace años.
"Picasso no pintaba así en esa época"
En muchos de estos casos, el procedimiento es el mismo: el afectado en cuestión acude a un tasador de arte para que le valore la pintura o la escultura que ha caído en su poder. El tasador observa y analiza el objeto adquirido, por el que se ha pagado una determinada cifra, casi siempre elevada, y entonces da su veredicto sobre el precio del material en cuestión. En este caso, Llopis no tiene ni que pensárselo. En cuanto observa el cuadro, dice: "Picasso no pintaba así en 1922. Esa firma, además, no es la suya".
En la parte trasera, en el reverso del cuadro, aparece de nuevo el símbolo del régimen de Adolf Hitler, y varios sellos de corte similar. Los propietarios de este y otros cuadros se llevan, por lo general, una sorpresa mayúscula al consultar a los sabios de la materia.
"El proceso más elemental para nosotros, los tasadores -dice Llopis-, es, evidentemente, obtener una primera impresión del estilo de la obra, de acuerdo con la fecha que se le atribuye. Segundo, el estudio, por supuesto, de la documentación sobre la misma. Y luego, los elementos propios: la firma, las características grafológicas...".
Este ejemplar en concreto, supuesta creación del artista malagueño, explica el experto tasador, nunca fue confeccionado en 1922, tal y como aparece fechado en la parte trasera del lienzo. "Ese cuadro no coincide con su obra en los años 20, y tampoco con la de ese año. La firma no tiene las mismas características de la firma de Picasso. Tampoco aparece en los catálogos razonados de la obra del artista".
Buena parte de la obra incautada por el régimen nazi tiene que ver con las vanguardias europeas de primera mitad de siglo: cubismo, expresionismo alemán, impresionismo... Era lo que se estilaba en aquel entonces. Aquellas vanguardias artísticas que explotaron en las primeras décadas del siglo pasado fueron las más incautadas por los soldados del Tercer Reich.
Un extenso y en buena parte desaparecido catálogo cuyo desconocimiento aprovechan los traficantes de arte para incluir falsificaciones como esta localizada por EL ESPAÑOL.
Picasso, el más falsificado
Pablo Ruiz Picasso es, si no el que más, uno de los artistas de cuya obra se han realizado más falsificaciones en todos los tiempos. Esto quizá tenga que ver con la vastísima producción del genio malagueño.
Según el catálogo elaborado por Christian Zervos, autor del ejemplar en el que se recopila la totalidad de la creación pictórica del genio, Picasso llegó a elaborar, entre pintura, escultura, grabados y dibujos, un total de 15.691 obras de arte. Toda su producción está recogida en esa monumental obra, y por eso los expertos acuden a esa enciclopedia para consultar el año en que cada obra fue elaborada.
La publicación del libro sagrado de esta deidad artística se prolongó durante 46 años. Zervos terminó de elaborar una primera versión en el año 1932. Esa primera versión del catálogo fue actualizada 46 años después. En 1978 estaba terminada. Para entonces había reunido, en 33 volúmenes, un total de 16.000 imágenes que engloban la totalidad de su obra.
Este libro es una valiosa herramienta a la que recurren los investigadores para localizar todo tipo de obras de quien probablemente sea el artista más plagiado de todos los tiempos. Cada poco se conoce una nueva operación policial que lo demuestra.
Hace cinco años, la Guardia Civil detuvo a tres personas por intentar vender dibujos falsificados de Picasso, Miró y Matisse. En esas mismas fechas, 2015, el grupo de Patrimonio de la Policía Nacional en Valencia desarticuló una banda que pretendía colocar lienzos falsificados del autor malagueño por millones de euros. Incautaron cuatro picassos que habían sido puestos a la venta por 160 millones de euros.
En 2017, un hombre fue detenido por vender litografías falsas como si fueran de Barceló, Tapices o Picasso. Ofrecía las falsificaciones en una página en internet, con lo que uno no debe extrañarse si encuentra por la web cuadros de este tipo. Por lo general, son falsificaciones.
Lavado de dinero
Los traficantes ven un filón en él, en gran medida para lavar dinero. Y por eso de cuando en vez aparecen obras incluso con ese señuelo, la presunta procedencia del expolio nazi. Y cuentan con una ventaja: que todo el dinero se mueve en negro.
Para poder cazar a los autores de estos delitos, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado cuentan con una nueva arma: la reforma del Código Penal da más las alas a sus actuaciones. El artículo 270 ya castiga con penas de prisión de seis meses a cuatro años al que plagie, distribuya o reproduzca, para obtener beneficio económico, cualquier obra artística. No resulta fácil darles caza.
Los traficantes se protegen con tino y cautela, emplean toda clase de trucos: polvo de ceniza para envejecer un cuadro, también se puede usar un soplete para ello. Cuentan con otros jeroglíficos como este sello que procede en teoría del imaginario del régimen de Adolf Hitler. Por el momento, sin embargo, nadie ha podido aclarar a EL ESPAÑOL quién incluyó esa pieza falsa como si fuera una obra original del artista. Como si fuera todo un misterio. O un espejismo.