Margarita Robles durante la clausura de la morgue del Palacio de Hielo.

Margarita Robles durante la clausura de la morgue del Palacio de Hielo. EFE

España

Margarita ‘la guerrera’: firme, tenaz, leal consigo misma y con Sánchez, pero capaz de pedir perdón

La ministra, que en circunstancias normales se mueve en autobús, no ambiciona sillones. No renuncia a sus ideas aunque implique ir a la contra.

26 abril, 2020 02:48

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Detrás de una mascarilla, micrófono por delante, la ministra de Defensa, Margarita Robles, con los pies en el gélido hielo que había guardado los cadáveres de miles de ciudadanos fallecidos por covid en la morgue del madrileño Palacio de Hielo, alzó la voz. "Lo único que puedo decir, ya sé que no es un consuelo, es que quienes han estado en este Palacio, estos hombres y mujeres que han fallecido, no han estado solos. No les hemos podido salvar la vida pero que sepan que, por parte de nuestras Fuerzas Armadas, de la UME, del Ejército de Tierra, siempre han estado con ellos".

Rictus serio, pero mirada cálida. Era jueves, y España llevaba más de cuarenta días confinada. Los fallecidos ya superaban los 20.000. Y sus palabras retumbaron a lo largo y ancho del país. No porque Robles sea una desconocida y sorprendiera su mensaje, no. Margarita Robles (León, 1956), magistrada de carrera, rostro del servicio público en España durante los últimos cuarenta años, ha estado presente, directa o indirectamente, en los grandes acontecimientos de este país de un tiempo a esta parte. 

Titular de la cartera de Defensa durante los dos últimos gobiernos de Pedro Sánchez, su nombre es sinónimo, tanto en la arena política como judicial, de “personalidad, sentido común y criterio”, coinciden todas las fuentes con las que ha hablado EL ESPAÑOL. Una guerrera. Por eso hay quien la ve como la mejor baza del presidente del Gobierno en momentos de crisis. Y, también, como el posible recambio si, en algún momento, el líder socialista cae. Pero no ambiciona sillones.

El emocionado discurso de Margarita Roblés en el cierre de la morgue del Palacio de Hielo

"Caiga quien caiga", mano de hierro

Desde que el coronavirus asaltara la vida de millones de españoles, Margarita Robles Fernández ha tomado las riendas, más aún si cabe, del devenir del país. Ahora es uno de los cuatro mandos únicos que disponen en España, junto a sus colegas de los ministerios de Sanidad, Interior y Transportes. Bajo su batuta, el resto de autoridades de todas las administraciones.

“Margarita no ha cambiado absolutamente nada desde que es ministra. Sigue siendo exactamente la misma. Siempre contesta a los mensajes y siempre devuelve las llamadas en cuanto las ve, aunque esté en una cumbre europea”, comentan desde su entorno a este periódico. Esa cotidianeidad continúa en su vida porque, hasta ocupar la cartera, solía seguir desplazándose en autobús público, su transporte de referencia junto a su propio coche. También es habitual verla, en circunstancias no pandémicas, paseando a su perrita, una yorkshire llamada Luna.

Pero enfrentarse a situaciones excepcionales como la que vive España en estos momentos no es nada raro para ella. Tan sólo hace falta asomarse a la vida de esta castellanoleonesa, hija de abogado, que de niña se mudó a Barcelona por el trabajo de su padre y donde comenzó a hacerse notar. Rápidamente aprendió catalán y, tras muchas dudas, se lanzó a estudiar Derecho. Acabó por todo lo alto: aprobó con 25 años las oposiciones, número uno de su promoción. Se convirtió así en la cuarta jueza de España. Era el año 1981.

Fuentes de su entorno destacan en conversación con este periódico su tenacidad. “Es algo que la ha acompañado durante toda su vida. Se marca un objetivo y va a por él, pero siempre con todas las de la ley”, señalan. Quizás gracias a eso fue la primera mujer que presidió una Sala de lo Contencioso-Administrativo, la primera que presidió una Audiencia —la de Barcelona, en su caso, entre 1991 y 1993— y la tercera mujer en llegar al Tribunal Supremo.

Pero no sólo eso: también ha sido magistrada de la Audiencia Nacional y vocal del Consejo General del Poder Judicial. Porque Margarita Robles ha estado en los tres poderes del Estado: en el Judicial, el Ejecutivo y el Legislativo.

El salto a la política lo dio de la mano del superministro de Justicia e Interior de Felipe González, Juan Alberto Belloch. Robles fue primero subsecretaria de Justicia y, después, secretaria de Estado de Interior. El presidente del Gobierno, claro, era Felipe González. En aquellos años, del 94 al 96, mostró su “beligerancia”, con casos tan sonados como el GAL, recuerdan quienes la trataron en aquella etapa.

Foto de archivo del 10 de diciembre de 1996 en la que Garzón conversa con Margarita Robles

Foto de archivo del 10 de diciembre de 1996 en la que Garzón conversa con Margarita Robles Mondelo EFE

“Fue la que tuvo un comportamiento más ético, más correcto”, rememora uno de los periodistas de El Mundo que participó en aquella investigación. “Porque hay un elemento muy importante: el parche que se utiliza para montar la historia de Laos sale del despacho del ministro, no de ella. Ella no cometió ningún momento ninguna irregularidad y cuando utilizó los fondos reservados eran para operaciones diferentes, variadas y que no se tienen que saber, como está estipulado en esos fondos”.

En aquellos momentos, el nombre de Robles se consolidó a otro nivel. Fue una crisis sin precedentes, un escándalo que llegaba hasta la mismísima Moncloa. Ella se empeñó en depurar -"caiga quien caiga"- crímenes de los GAL, como el asesinato de los etarras Lasa y Zabala. Le retiró los fondos de la guerra sucia del GAL que cobraban los excomisarios de policía Amedo y Domínguez. Tampoco cejó en el empeño de capturar al fugado ex director general de la Guardia Civil, Luis Roldán.

De ella siempre se destaca su carácter de outsider, de independiente, mucho más fiel a sus convicciones que a cualquier tipo de siglas. Porque a Margarita Robles le gusta el poder, le gusta mandar. Lo demostró en el Consejo General del Poder Judicial, el órgano de gobierno de los jueces, para el que fue elegida a propuesta del PSOE en 2008. Pese a su aparentemente modesto cargo de vocal, Robles impuso su ley en el CGPJ junto al también vocal conservador Manuel Almenar. 

En diciembre de 2013, tras renovarse el CGPJ, Robles volvió a la Sala Tercera del Supremo a dictar sentencias, un trabajo donde son contados los momentos apasionantes. Ésta fue una de las razones por las que dio el sí a Pedro Sánchez cuando le propuso ser su fichaje estrella en las elecciones generales de 2016. Acabó siendo la portavoz parlamentaria. Después, en cuanto Pedro Sánchez fue presidente, directa al Consejo de Ministros.

Fuentes socialistas insisten en que “es una mujer muy libre, muy poco amiga de corsés o protocolos. Por eso no es una mujer de partido, ni lo será. Es muy trabajadora, pero no tiene cultura de partido. Tiene un gran compromiso con el proyecto socialista en general, pero muy especialmente con Pedro Sánchez. Lo ha demostrado”.

Desde su entorno parlamentario inciden en la misma idea. “Es una mujer profundamente independiente, en todos los sentidos, y muy suya. Como ella ve las cosas, las dice. Necesita creerse lo que dice”, arguyen. Otras voces del PSOE emiten opiniones similares: “El ser profundamente independiente a veces puede generar cierta tensión, pero va en el pack de Margarita”.

Demostrando "quién es Margarita"

“Ahora está confirmando o demostrando quién es Margarita”, sentencian desde su entorno. Porque con la crisis del coronavirus ha llegado otro punto de inflexión en su carrera. Ha sido la primera en el Consejo de Ministros en pedir “perdón” por los errores cometidos. Especialmente por lo sucedido en las residencias de ancianos. También por el papel sumamente importante que están llevando a cabo las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Su jornada se ha ampliado más, si cabía. Desde su equipo detallan que las jornadas son largas, todos los días. “La ministra se caracteriza por ser una persona muy trabajadora, su jornada empieza muy pronto y termina muy tarde”. Reunión con los técnicos, vuelta al Ministerio, despachos, visita al mando de operaciones, mando con ponentes. De nueve a nueve suele vérsela por el complejo de la Moncloa, y después incluso puede que, tras marcharse de vuelta a su domicilio, continúe con alguna entrevista o atención a medios.

El Ministro de Justicia e Interior de Felipe González, Juan Alberto Belloch, junto a las Secretarias de Estado de Interior, Margarita Robles, y de Justicia, María Teresa Fernández de la Vega, en la toma de posesión de sus cargos.

El Ministro de Justicia e Interior de Felipe González, Juan Alberto Belloch, junto a las Secretarias de Estado de Interior, Margarita Robles, y de Justicia, María Teresa Fernández de la Vega, en la toma de posesión de sus cargos.

“Ella es igual de resolutiva siempre, tenaz, trabajadora. No ha habido cambio con el coronavirus. No le veo un cambio significativo, más allá de la situación en la que estamos todos”, opina una colaboradora.  “En este tipo de operación, ella lo que quiere poner en valor es el enorme esfuerzo trabajo y generosidad entrega de las Fuerzas Armadas en esta crisis concreta. Es algo que hacen siempre, pero ahora se ve más”.

Dentro de los Ejércitos, Robles se ha esforzado de manera encarecida por implementar políticas de igualdad. Con ella ha llegado, por ejemplo, la primera mujer a general.

Con el coronavirus, Margarita Robles, si ya era de la confianza máxima del presidente, ahora forma parte del núcleo más cerrado. Sobre su ministerio ha recaído buena parte de la gestión de la crisis. El Gobierno ha encontrado en las FAS -Fuerzas Armadas- el músculo que necesitaba para hacer cumplir el estado de alarma

Porque, de hecho, la gestión desde Defensa no está siendo fácil. Han replegado tropas, unos trescientos soldados, de Afganistán, Irak y Mali por suspensión de las misiones de adiestramiento. Son tres de los escenarios más relevantes en la agenda de Defensa, pero no es decisión unilateral de España, sino de las organizaciones aliadas que dirigen las misiones, la Unión Europea y OTAN, en este caso.

Pero en territorio nacional, la Operación Balmis -el despliegue militar contra el coronavirus- es la más grande que han desplegado las Fuerzas Armadas en las últimas décadas. Su labor es de vigilancia/patrulla, desinfección y apoyo sanitario a hospitales o centros de salud, principalmente, y participan 1.100 militares.

Única en el Consejo de Ministros

Para una de sus amigas íntimas, la escritora de best-sellers Julia Navarro, afirma que, siente “decirlo pero la verdad es que solo un miembro del Gobierno, la ministra de Defensa Margarita Robles, ha sido capaz de transmitir que la embargaba el mismo sentimiento de dolor que a las familias de los fallecidos por coronavirus. Durante la clausura de la morgue del Palacio de Hielo de Madrid, la ministra dijo unas emocionadas palabras que sin duda han consolado a muchas familias”. 

“Sí, fue un alivio escucharle decir que los hombres y mujeres de la UME y del Ejército de Tierra que han estado trasladando cadáveres, lo han hecho con el debido respeto y dignidad que merecen todas las víctimas, que les han despedido con una oración callada, que para estos soldados esos cadáveres eran los de compañeros muertos en batalla y no cuerpos anónimos”, indicaba la también periodista en un artículo.

Margarita Robles, en su despacho, junto a varias fotografías en visitas a misiones internacionales.

Margarita Robles, en su despacho, junto a varias fotografías en visitas a misiones internacionales. Ignacio Cuenllas

Quizás por ese gesto, con el que se ha ganado el apoyo de la propia oposición, los galones con los que ya contaba Robles han multiplicado su brillo. Lo ejemplificaron, por ejemplo, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida

Es la ministra con la que más trato han tenido, comentan desde los equipos del PP. Tanto, que la propia Ayuso le agradeció su labor públicamente y se adaptó la fecha y la hora del acto del Palacio de Hielo para que pudiese asistir la ministra.

La transparencia de Robles es lo que la ha catapultado ahora como figura de consenso, una política humana, de carne, hueso y emociones. Pero malas noticias para quienes pretendan usarla como ariete contra Sánchez: su lealtad es infinita. “Fue quien la fichó, ella se comprometió con él. Siempre se ha sentido identificada con el proyecto socialista, es una mujer progresista, respetuosa con lo institucional, sin pelos en la lengua, pero con esa lealtad inquebrantable hacia Sánchez”. Y, por lo que parece, queda Robles, a su lado, para rato.