Probablemente, más de 40.000 muertes será el saldo causado por Covid-19 en esta fase de la epidemia.
En el momento de escribir este artículo ya se han producido, de acuerdo con nuestros cálculos, casi 37.000 decesos, cifra ligeramente superior a la que se infiere de los efectuados por Financial Times, que estima que la mortalidad por Covid-19 en España excede en un 51% el recuento oficial y por tanto situaría en unas 36.000 los fallecimientos acumulados; diferencias mayores ofrecen el resto de analistas e investigadores, algo que tiene su origen no sólo en el alto grado de incertidumbre existente, sino también en los métodos analíticos empleados, más precisos -creemos- en nuestro caso.
Un 83% de esos fallecidos son mayores de 74 años y de ellos sólo una tercera parte habrán muerto en un hospital. Los otros dos tercios habrán fallecido en residencias o en sus domicilios, muchas veces aislados y sin ningún contacto con aquellos que amaron.
Incluso si algunos no desean saberlo es importante que los ciudadanos conozcan la magnitud de la catástrofe en su indicador más duro, que no el único ni el último.
Quiénes somos
La empresa Inverence, autora de los trabajos que sustentan este artículo, se dedica cotidianamente a la actividad de determinar los precios óptimos, especialmente en los mercados online, que sus clientes deben fijar, a optimizar los efectos de la comunicación y a predecir la evolución de diversos mercados, actividades que desarrolla en diferentes sectores y países. Sus clientes más importantes son compañías multinacionales.
Cuando estalló la epidemia decidimos poner toda nuestra capacidad de modelación al servicio del entendimiento de su evolución, colocando nuestras previsiones y análisis en el dominio público, como un modo de servicio a la sociedad
El equipo humano de Inverence, constituido por un grupo de doctores en Matemáticas, Física y Computación, ha construido en un tiempo extremadamente corto -y en una situación en el que la información ha sido frecuentemente inconsistente- una rica colección de modelos entre los que se encuentran los de casos positivos por Covid-19, hospitalizados, UCIs, altas y fallecidos, de acuerdo a las cifras proporcionadas por el Ministerio de Sanidad, así como modelos de mortalidad esperada y de evaluación del exceso de muertes debido a Covid-19 que es el objeto del presente artículo.
Nuestras previsiones a corto y largo plazo que actualizamos día a día, así como los documentos técnicos que nos han servido de soporte en el desarrollo de los distintos modelos, se encuentran en Inverence.
Muertes incrementales
En la presente circunstancia, la pieza de evidencia empírica más importante que debemos medir y acotar es el número de muertes incrementales que la epidemia ha producido. Es a través de este número como, en gran medida, se contará la historia del Covid-19.
Las muertes incrementales son la diferencia entre las muertes observadas en los registros administrativos y el nivel normal, o esperado, de mortalidad en ausencia de la epidemia, en el periodo de duración de esta.
La medida de la mortalidad incremental elimina la ambigüedad inherente a otras definiciones (muertos por Covid-19, o con Covid-19) y es operacionalmente más adecuada que medir el número de muertos restringiéndolos a los diagnosticados mediante un test.
Esta última definición deja fuera a todas las personas fallecidas sin test positivo por Covid-19 y a las que no se les ha hecho autopsia y depende, por tanto, del número de tests/autopsias realizados/as.
Las muertes incrementales contienen muertes indirectas de ambos signos (suicidios, violencia, accidentes y congestión hospitalaria). En conjunto todos estos efectos indirectos son relativamente pequeños en relación a las muertes directas por Covid-19. Debe reseñarse primero que las variaciones en mortalidad indirecta tienen signos opuestos, los suicidios que en condiciones normales alcanzan la cifra de unos 3000/año pueden haber crecido en este periodo, así como las muertes por congestión hospitalaria. Por el contrario, los accidentes de tráfico que suponen unos 1100 decesos anuales y los accidentes laborales que suponen unos 700 deben tener incrementos negativos.
Cuando tales cifras se ponen en términos diarios y se les aplican incrementos positivos o negativos en el rango de lo razonable, el efecto sobre el total tiende a ser muy pequeño comparativamente. Cabe esperar, por tanto, que las muertes incrementales aproximen bien las muertes directas. Pero, en cualquier caso, las muertes incrementales son de interés en sí mismas ya que describen los efectos agregados a corto plazo de la epidemia.
Debe apuntarse que la evolución a más largo plazo de la mortalidad incremental es también de un gran interés científico y público y, naturalmente, sus variaciones quedan, por definición del plazo temporal que estamos usando, fuera de nuestros análisis. Esta evolución deberá medirse en el futuro y requerirá una sofistificación ulterior de los métodos empleados en la medida a corto plazo.
Las fuentes de incertidumbre
La estimación de las muertes incrementales hasta el momento presente y su previsión hasta el final del presente ciclo de la epidemia encuentra tres fuentes de incertidumbre.
La primera es la medida del nivel de mortalidad esperada. Efectivamente, el Instituto para la Salud Carlos III (ISCIII) estima esas muertes esperadas. Pero dicha estimación está sometida a cierto error estadístico y nosotros hemos tratado tal error de dos modos diferentes. En uno de ellos hemos construido un modelo de evolución de la mortalidad pre-Covid completamente independiente de la curva de mortalidad esperada de ISCIII. Curiosamente, este último modelo proporciona una línea de mortalidad esperada que, en el conjunto nacional, es ligeramente más alta que la proporcionada por ISCIII. Y aunque la diferencia es pequeña no es despreciable -unos 300 decesos en el periodo de investigación.
Los datos de mortalidad proporcionados por ISCIII (o datos MoMo) se actualizan con retraso respecto al momento en que efectivamente se producen los decesos. Cada comunidad autónoma tiene ciertos retardos característicos en dicha actualización que es, en cualquier caso, enormemente irregular. En la época en que los datos MoMo no están apropiadamente actualizados o consolidados, nuestra capacidad para medir el exceso de muertes no contabilizadas de forma precisa se reduce de forma apreciable.
Como ejemplo de ese proceso de actualización retrospectiva, el siguiente gráfico muestra los datos MoMo de mortalidad por todas las causas en la Comunidad de Madrid en tres fechas distintas de observación.
El hecho de que el número de tests ha ido aumentando con el paso de las semanas, el sistema hospitalario ha estado sometido a una presión decreciente desde el máximo de la epidemia y la mejor comprensión de ésta implican que la proporción entre mortalidad incremental y muertes oficiales se está reduciendo. Esta es una información a priori muy valiosa para contestar nuestra pregunta acerca de las muertes incrementales en este periodo. La cuestión es ¿a qué velocidad lo está haciendo? Esta es la segunda fuente de incertidumbre que tratamos en nuestros modelos.
Por último, nos queda la previsión de la mortalidad incremental en la cola de la epidemia, digamos desde hoy hacia el futuro. Aquí la incertidumbre es muy grande pero nuestra estimación sugiere una cola prolongada y no una caída abrupta como otros equipos han pronosticado.
La tabla siguiente contiene en las cifras de la primera columna los decesos causados por Covid-19 en cada comunidad autónoma, de acuerdo con la definición del Ministerio de Sanidad. En segundo término, bajo el nombre de mortalidad incremental, la diferencia entre los muertos en los registros oficiales y los estimados que morirían, según la estadística del MOMO. Las dos columnas siguientes -'previsión total de fallecidos oficiales' y 'previsión total mortalidad Incremental- corresponden a la previsión en términos oficiales y la proyección de Inverence, respectivamente, cuando acabe la pandemia en España y no haya más fallecidos, previsto para la segunda quincena de Mayo.
En conjunto, nuestra previsión proporciona las curvas de mortalidad en el corriente ciclo de la epidemia mostradas en el gráfico siguiente, donde la curva inferior es la llamada curva oficial y la superior la curva de muertes incrementales obtenida por nosotros.
El poder de la anticipación
Los hechos son el cimiento de la democracia y la ciencia misma. Sólo si establecemos mecanismos de gestión basados en la anticipación, en la previsión y en la evaluación de las consecuencias futuras de nuestras acciones u omisiones, habremos aprendido la lección fundamental de esta crisis.
Tenemos que liberar la gran fuerza de los datos que estamos produciendo y recolectando. Pero tales datos no nos van a ayudar si no desarrollamos los modelos capaces de interpretar, predecir -en la medida en la que esto es posible- y decidir de modo verdaderamente informado. Es hora de actuar basados en la evidencia y en la comprensión de los hechos, no en los prejuicios, ni en los personalismos.
La estrategia de crear inteligencia, basada en conocimiento y datos, puede liberar energías extraordinarias. Gobiernos en todos sus niveles, empresas y corporaciones, organizaciones sociales, todos necesitamos aprovechar el potencial de la revolución cuantitativa.
La aplicación de tal estrategia de la inteligencia requiere cambios profundos. Quizá el más importante sea el dejar de observar los asuntos públicos como los partidos de fútbol, donde el color de las camisetas colorea la interpretación reglamentaria de los lances del juego, tanto más cuanto más decisivos. En un mundo más crítico, más orientado al aprendizaje y a la identificación del error, no serán posibles esos políticos que dicen que los eventos transcurren de acuerdo con sus previsiones sin haber aclarado nunca cuáles eran estas, ni por supuesto, ofrecer la más mínima clave de cuál puede ser el futuro que nos van a deparar sus decisiones y el mismo azar.
Estos días hemos vivido un huracán de cambio que dejará una huella duradera y profunda en nuestras vidas y en nuestras sociedades. Ahora empieza la desescalada y con ella una nueva época. Es el momento de poner la información en manos de la sociedad y crear sistemas de inteligencia que ayuden a proteger nuestras vidas y mejoren nuestro futuro.
* José Almagro es director de Inverence
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