La desesperación de Ede, 52 días sin cobrar el ERTE: “Me vine con mis padres. Sola no tengo para vivir"
"Las administraciones están colapsadas", explica el abogado laboralista Germán Bernal. Algunos bancos adelantan el pago de las prestaciones por la incapacidad del Gobierno.
6 mayo, 2020 03:00Noticias relacionadas
La sevillana Ede Doblado, de 32 años, se quedó sin trabajo el 14 de marzo. Cuando nadie lo esperaba, de nuevo las expectativas de futuro se le paralizaban. Otra vez. Puñeteras crisis que la atropellan cada pocos años. A ella, que salió adelante como pudo en Inglaterra, que subsistió en la carísima Madrid, que ahora parecía consolidar su vida en Málaga.
Otra vez, sí. La crisis.
Al día siguiente de quedarse desempleada, el mismo domingo en que el Gobierno declaró el estado de alarma, Ede sacó la maleta de un armario, dejó su piso de alquiler que comparte con una chica valenciana en Málaga y recorrió los 230 kilómetros que la separaban de su pueblo natal, El Cuervo. Allí la esperaban sus padres. El asidero perpetuo. El salvavidas que nunca falla.
“Si ahora siguiera en Málaga sin ingresos no tendría para los gastos de comida, alquiler, luz, agua... Menos mal que me vine con mi familia”, explica por teléfono a EL ESPAÑOL este martes. “Aquí, por suerte, sólo tengo que ingresar la mensualidad del piso que tengo arrendado. Sola no tendría para vivir”.
La empresa española para la que Ede trabaja gestiona varias franquicias en España de una cadena internacional de restaurantes. El 19 de marzo, con el país aterrizando en una crisis económica de la que todavía hoy se desconocen sus consecuencias reales, la incluyó en un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) con vigencia desde el día 14.
Pero 52 días después de perder su trabajo -aunque sea de manera coyuntural-, esta mujer todavía no ha cobrado la prestación anunciada por el Gobierno, que se comprometió a abonar el 70% de la base reguladora del salario de cada empleado que se viera afectado por esta medida laboral.
“Es desesperante no saber cuándo voy a cobrar”, explica Ede, quien cada día revisa varias veces su cuenta bancaria para ver si ha recibido el ansiado ingreso. Abre la web de su banco, mete la clave y cruza los dedos. Pero nada.
La joven cree que tampoco cobrará en los próximos días ya que su expediente “ni siquiera aparece como tramitado” en la web del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). “Ya doy por hecho que en mayo tampoco cobraré”, dice. "Creo que tendré que esperar a junio".
"Sin cobrar y sin entender qué ocurre"
Ede llama cada día al número 900 que el SEPE ha habilitado tras decretarse el estado de alarma. Pero nadie se lo coge. Nunca. “Sale apagado, se te pone un contestador o directamente te dicen que ese número no existe. Llamo para saber qué está pasando. Pero sigo igual, sin cobrar y sin entender qué ocurre”.
El pasado 20 de abril, el Banco de España estimó que 4,6 millones de españoles se iban a ver afectados por un ERTE si el estado de alarma se prolongaba ocho semanas. Precisamente, este pasado lunes el país entró en su octava semana bajo el mismo.
Seis días antes, el 14 de abril, el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, admitió que el Gobierno del que forma parte atravesaba dificultades para gestionar las nuevas prestaciones derivadas de la crisis del coronavirus, como las ayudas por desempleo de los ERTE. Pero Escrivá dijo que la situación se iba “a ir desatascando”. “Los pagos llegarán”, señaló.
“Se están agilizando todos los procedimientos y hay que ser consciente de la dimensión del reto que no sólo para el Servicio Público de Empleo Estatal sino también para la Seguridad Social supone gestionar todas estas nuevas prestaciones y hacerlo en tiempo récord. Más allá de algún cuello de botella que pueda estar produciéndose -aseguró el ministro- los pagos llegarán”.
Sin embargo, como en el caso de la sevillana Ede Doblado, el dinero no llega a la cuenta de numerosos afectados por un ERTE. “Hay muchos casos así, aunque es cierto que durante el mes de abril se ha mejorado la situación”, explica el abogado laboralista Germán Bernal, con despacho en Cádiz.
Bernal ha presentado numerosos expedientes de regulación temporal de empleo en las últimas semanas. Principalmente, para pequeñas empresas minoristas, restaurantes o talleres.
“Las administraciones están colapsadas”, asegura el letrado. “Al principio fue un caos porque nadie sabía ni siquiera dónde había que presentar la documentación. En mi caso, todos los ERTEs que presenté se nos han autorizado, pero muchos de ellos por silencio administrativo, ni siquiera porque hayamos recibido respuesta del SEPE”.
"Imposible salir adelante sola"
Desde que está en casa de sus padres, Ede Doblado, diplomada en Empresariales y que ejerce como personal administrativo en su empresa, sólo ha cobrado la nómina de los primeros 13 días de marzo que trabajó.
Con ese dinero pudo pagar los 285 euros que le cuesta la habitación del piso que comparte desde enero de 2019 en Málaga, adonde llegó desde Madrid por una oferta laboral que le atrajo más que su anterior empleo en la capital de España.
“No quiero imaginar cuál sería mi situación en Málaga, la verdad. Con el precio de la comida subiendo cada día, pagando luz, agua, internet … Creo que me hubiera sido imposible salir adelante yo sola. Me hubiera quedado sin dinero”, explica la mujer, a quien su situación le está afectando “negativamente en el plano anímico”. “Quiero empezar ya con la rutina”, afirma.
El adelanto de su banco
Shirley Meza, una mujer de origen colombiano de 32 años, reside en Mallorca junto a su pareja. Viven en un piso por el que pagan 500 euros de alquiler. Ambos fueron incluidos por sus respectivas empresas en un ERTE el pasado 15 de marzo.
Pero ni Shirley ni su chico han cobrado todavía la prestación del Estado. "No son casos aislados. Conocemos a más gente que está en nuestra misma situación", comenta la joven.
Pero desde este pasado lunes Shirley, que trabaja para una empresa de alquiler de coches en Mallorca, vive un poco menos agobiada. Su banco, La Caixa, le mandó un correo diciéndole que le iba a adelantar el dinero -mensualidad y media- que el Gobierno tiene pendiente de ingresarle.
“Menos mal”, se sincera Shirley. “Estaba a punto de tirar de una tarjeta de crédito o de pedir ayuda económica a algún familiar. También tenía pensado escribirle a mi casera para decirle que le pagaríamos el alquiler cuando cobrásemos. Al menos ahora respiro. El día que recibí el dinero pagamos el piso, hicimos la compra, se cobraron el recibo del teléfono".
Eran ya demasiados días sin cobrar.