Juan, el 'súper poli' de la solidaridad: hace colectas para víctimas, aloja a sanitarios y rescata perros
Famoso por sus actividades altruistas, más de 14.000 personas le siguen y apoyan sus iniciativas a través de un grupo de Facebook.
25 mayo, 2020 02:46Noticias relacionadas
El día que la agente Vanessa Lage fue asesinada por un atracador a la salida de un banco de Vigo, Juan Gancedo viajaba en su coche de camino a Asturias. Se enteró durante el trayecto. Era 28 de noviembre de 2014.
Otro compañero de Lage salió herido en aquel tiroteo, estaba grave en el hospital, y el policía no se podía quitar de la cabeza la imagen de la tragedia. "Empecé a pensar: ¿cómo puedo ayudar? Así que abrí una publicación en el grupo del Facebook e hice un llamamiento a todos los compañeros para que se unieran. Conseguimos recaudar el dinero suficiente para enviarle una corona de flores enorme y para hacerle una placa en reconocimiento".
Ese fue el principio de las actividades del súper poli de la solidaridad, una cara reconocible entre los suyos. Desde entonces comenzó a hacerse conocido. Empezó más en serio a grabar vídeos, a realizar colectas para las familias de policías caídos en acto de servicio. También para ayudar a compañeros con problemas físicos o psicológicos. O para rescatar miles de perros abandonados por todo el país.
Incluso ahora, en tiempos de coronavirus, buena parte de sus energías se vuelcan en encontrar mascarillas para compañeros que no las tienen, o en ceder su casa de verano en Asturias a sanitarios que luchan contra el Covid-19 y no quieren correr el riesgo de contagiar en casa a sus familias al volver del hospital.
Juan Gancedo tiene 37 años y lleva 10 en la Policía Nacional. Aprobó la oposición a los 22, pero por circunstancias de la vida no pudo comenzar realmente su actividad en el cuerpo hasta que tuvo 27. Pertenece a la Brigada Central de Protecciones Especiales del Cuerpo Nacional de Policía, que asume la planificación de los dispositivos de seguridad de personalidades o delegaciones extranjeras durante su estancia en España.
Ha escoltado a todo tipo de personas relevantes a lo largo de la última década: ministros, reyes, personalidades de Oriente Próximo, presidentes europeos y asiáticos... Esa es la cara oficial, servir y proteger, pero cuando se quita el mono de trabajo su actividad prosigue, ya en el ámbito de lo solidario, pero siempre mirando por y para los suyos.
Contra el coronavirus
Gracias a sus mensajes y a sus gestiones, muchos agentes están recibiendo mascarillas que no les llegan por otras vías. Desde su casa en Toledo, Juan lo coordina todo, hace y deshace las gestiones necesarias para conseguir envíos masivos de material como el de la semana pasada, en la que consiguieron una donación de 4.000 unidades que luego repartieron entre efectivos en distintos puntos del país. Fue una ayuda que prestó a la asociación policial h50.
Dicen algunos de los agentes que le conocen que Juan es famoso allá por donde va, tal es su labor solidaria en todo el territorio nacional. Cada semana le están llegando todo tipo de peticiones de material. Entonces se mueve para conseguir lo que haga falta. "Estos días hay muchos pedidos de pantallas. La gente que me sigue se vuelca también y me ayuda a conseguirlo todo y a repartir. La gente responde. Y las empresas también responden", dice él.
Hace semanas decidió que debía poner su casa en Asturias, donde nació, a disposición de todo aquel que la necesitara en el marco de la lucha contra el virus. "Me involucro mucho, intento ayudar a todos los compañeros que me escriben, tanto en temas psicológicos como en temas más familiares".
Por eso decidió colgar en una aplicación de alquiler vacacional la referencia de la vivienda. "Para los médicos que estaban yendo a trabajar en la zona. Para que aquellos que quisieran no tuvieran que ir de vuelta a casa, con el riesgo que supone contagiar a gente en sus familias".
-¿Por qué hace todo esto?
-Porque me siento bien al hacerlo. Porque mi vida ha sido difícil en muchos aspectos, aunque no haya sido un tirado, pero ha sido complicada. No ha sido la más cómoda del mundo, le debo todo a mi madre, y ella me enseñó a ayudar siempre a las personas que lo necesitan.
A Juan le recorre un escalofrío cuando habla de lo que le sucedió hace un mes y medio a su compañero Ceferino Fernández Orviz, Ferino para los amigos. Acababa de ser padre. Su hija Alma llegó al mundo y 12 días después este hombre, un tipo fuerte, saludable y muy querido por sus compañeros y vecinos, sufrió un infarto mientras dormía. Falleció en el acto y nada se pudo hacer por su vida. Tenía 45 años y estaba destinado en la IX de la Unidad de Intervención Policial (UIP), en la Jefatura Superior de Policía de Oviedo.
En cuanto supo que estaban realizando una colecta para la mujer ya viuda de Ferino, y para su hija, Gancedo decidió pedir ayuda en el masivo grupo de Facebook en el que le siguen más de 14.000 personas. Lo abrieron unos compañeros en 2011 y desde comienzos de la pasada década aquello empezó a crecer.
Ahora son miles, muchos de ellos colegas de otros cuerpos policiales, los que colaboran o solicitan ayuda. La recaudación ya había comenzado, pero el impulso que Gancedo le dio, provocó que, en apenas unos días, se lograra recaudar 39.500 euros para la familia del fallecido.
Detrás de prácticamente todos los trágicos sucesos que ha vivido en los últimos años la Policía Nacional está Juan ayudando. En el drama de Sonia, una compañera que falleció durante el parto. En la tragedia del agente que fue arrojado en 2015 a las vías del tren en Marid.
"Siempre intento después ofrecer ayuda a los familiares. Hay muchos compañeros hoy en día que tienen muchos problemas. Y a mí me duele que parezca que no tengamos derecho a tener un mal momento o a estar mal. No somos robots. Cualquier persona tiene derecho a estar mal. Incluso un policía", señala.
Rescatando perros
Hace tiempo que en muchos de sus días libres Juan se quita el uniforme de servicio y se marcha vestido de paisano a la Cañada Real, el asentamiento ilegal que atraviesa los términos municipales de Coslada, Rivas-Vaciamadrid y Madrid. Allí la droga y la pobreza son dos fantasmas invisibles que lo monopolizan todo. Pero él acude a interesarse por las mascotas que vagan entre el polvo y las chabolas del poblado.
El agente lleva semanas nervioso porque la situación de confinamiento que ha estado viviendo el país apenas le ha permitido acercarse a la zona a seguir rescatando animales. "Ahora se paró el mundo y todo está detenido. Nadie puede ir a los refugios". Él sigue yendo de vez en cuando a limpiar y desparasitar alguno de los perros que rescataron años atrás y que habían sufrido toda clase de penurias.
Junto a la red de voluntarios, Juan dedica buena parte de su tiempo libre a salvar a los perros famélicos que encuentran por esa zona, y por muchos otros puntos de España. Es uno más en este plan solidario que comparte con asociacones como el Proyecto Cañada, que lleva unos tres años trabajando en el rescate de los animales que quedan allí solos y abandonados a su suerte.
Muchos de esos canes fueron antaño utilizados en peleas o carreras ilegales, para más tarde ser desahuciados por sus antiguos amos en la zona. Las mafias también trafican con ellos hasta que ya no les valen para sus negocios.
Acuden varias veces a la semana. Algunos de ellos Juan los termina adoptando. Como no puede quedarse con todos, el resto quedan al cuidado de distintas protectoras y asociaciones de animales con las que colabora en la zona. Ya ha olvidado el número de lugares a los que ha ido por todo el país a rescatar a ejemplares enfermos y desvalidos. Todos los que le conocen coinciden en lo mismo. Juan es un buen tipo. Un tipo excepcional.