Hay pocos en la Guardia Civil que hayan salvado tantas vidas como Laurentino Ceña Coro. Hace diez años, el que hasta el pasado martes el teniente general era el Director Adjunto Operativo (DAO) de la Benemérita era conocido sobre todo por los más de mil rescates en montaña que llevó a cabo durante los 20 años que perteneció a la Unidad Aérea de Huesca. Dicen sus antiguos compañeros que muchas veces incluso llegó a poner en peligro su propia seguridad.
En los momentos más críticos, incluso en las más arriesgadas operaciones, no dudaba en hacer todo lo posible por auxiliar a aquellos que se perdían entre los escarpados riscos de los Pirineos. No en vano, la mayoría de las 23 condecoraciones de su pechera le fueron concedidas por esos años de servicio.
El DAO iba a jubilarse el pasado mes de marzo. Tenía 65 años y más de 4 décadas al servicio del Instituto Armado a sus espaldas. Aguardaba ya esa nueva etapa junto a su familia -es padre de 4 hijas- tras este epílogo en la cúpula de la Guardia Civil cuando llegó la pandemia. Entonces le pidieron que aguantase un poco más, y el se comprometió a seguir hasta que terminase el estado de alarma. Se marcharía de manera definitiva en junio.
Hace dos años, con la llegada al Ministerio del Interior de Fernando Grande-Marlaska, había logrado alzarse hasta el máximo escalafón dentro del cuerpo. El nuevo ministro le seleccionó de entre los altos cargos que Juan Ignacio Zoido, su predecesor, se había llevado consigo de Sevilla durante la segunda legislatura de Mariano Rajoy en la Moncloa. Ceña se convirtió en el Director Adjunto Operativo (DAO), una figura suprimida durante la breve era del ministro sevillano.
Dicen algunos allegados que Ceña siempre ha sido considerado un hombre "serio", "parco en palabras", "poco dado a los medios" y "discreto". Siempre intentó mantenerse al margen de la política. Adquirió una responsabilidad mayor precisamente cuando Marlaska cesó al coronel Manuel Sánchez-Corbí, jefe de la Unidad Central Operativa (UCO). Desde Interior aquello se justificó también argumentando que había una "pérdida de confianza".
Esa situación que se produjo hace dos años se evoca ahora con el seísmo que ha estallado en el Instituto Armado después de que el pasado domingo se decidiese apartar de manera fulminante al coronel Diego Pérez de los Cobos, jefe de Comandancia de Madrid, y tras la irrevocable dimisión del DAO.
La marcha de Laurentino se precipitó después de las llamadas que le llegaron a Pérez de los Cobos de altos cargos del ministerio a finales de la semana pasada, al filo de que Madrid alcanzase la fase 1. Una de sus unidades investigaba, por orden de la jueza Carmen Rodríguez Medel los eventos multitudinarios como el 8-M, por si parte de las autoridades "remitieron recomendaciones sanitarias a la Delegación del Gobierno en relación con la celebración de las manifestaciones o si, por el contrario, se dieron instrucciones para que no se hiciesen".
El domingo por la tarde llamó al coronel el general José Antonio Berrocal, uno de sus superiores inmediatos. Quería preguntarlea si sabía algo sobre las diligencias, a las que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, que habían entregado recientemente los investigadores al juzgado. Pérez de los Cobos le contestó: "No lo sé". Al Ministerio había llegado la noticia de la entrega de un informe de los guardias civiles a la jueza. Era una primera parte del atestado cuyo contenido desconocía, y eso les preocupaba.
De hecho, tras esa información la jueza ha decidido las primeras citaciones. El jefe de la comandancia recibió acto seguido una segunda llamada, esta vez de un superior de Berrocal. Y la misma pregunta: "¿Sabes qué han entregado?". Y la misma respuesta, con la explicación añadida sobre la advertencia hecha por la instructora. Y un paso más: "¿No te puedes enterar el contenido?".
El coronel marcó entonces su futuro: "Le contestó que no y que tampoco se lo iba a preguntar a sus hombres". La tercera llamada fue ya la de María Gámez, la directora general de la Guardia Civil. Era para comunicarle su cese. 24 horas después de saberse la noticia, Laurentino, en la mañana del martes, decidió presentar su dimisión.
Todas las fuentes de las altas instancias del cuerpo consultadas en Madrid por EL ESPAÑOL coincide que el DAO, con ese portazo al marcharse, se había ido "por la puerta grande".
Nacido en un cuartel
Laurentino nació el 23 de marzo de 1955 en un cuartel de la Guardia Civil. Fue en el de Colunga (Asturias). Allí estaba destinado su padre, y allí se crió los primeros años de su vida, entre los tricornios y la disciplina del Instituto Armado. Bebió de todo aquello y muy joven ya tuvo claro que seguiría la estela de su padre.
Ingresó en la Academia General Militar en el año 1973, en la XXXII promoción. Empezó a escalar pronto. Llegó a Teniente en 1976. Se inició profesionalmente como Teniente Jefe de Línea de Boñar y en la Academia Regional de Sabadell.
Tras permanecer un tiempo en la Comandancia de León, en 1982 lo ascendieron a Capitán y realizó el Curso de Piloto de Helicóptero. Ese aprendizaje marcaría los próximos 25 años de su vida en el cuerpo. Al terminar, lo enviaron a la Unidad de Helicópteros número 41 en Huesca. Al paso de la cordillera pirenaica por la provincia oscense, Laurentino permaneció más de dos décadas realizando toda clase de rescates en la montaña. Buena parte de su reputación quedó labrada en ese lugar.
"Allí salvó muchas vidas", explican fuentes de la Benemérita a EL ESPAÑOL. Una de sus aportaciones fue la de incorporar al médico de montaña a los rescates en helicóptero realizados por su destacamento. La mayoría de sus innumerables condecoraciones proceden de esas dos décadas de servicio pilotando helicópteros, rescatando a miles de personas en los Pirineos.
En 1990 ascendió a comandante. En 1999, a teniente coronel. Todavía permanecería unos pocos años más en Huesca, hasta 2002, cuando fue trasladado a la Comandancia de Tarragona. Casi 20 años después abandonaba un lugar que también consideraba su hogar. En 2007 lo colocaron al frente de la Comandancia de Sevilla, donde permaneció nueve años, primero como jefe de la Comandancia y después como general jefe de la IV Zona.
Ahí sus responsabilidades crecieron para ocuparse de toda Andalucía, de Ceuta y también de Melilla. En ese nuevo puesto de responsabilidad potenció la lucha contra el narcotráfico en el litoral andaluz, sobre todo en la desembocadura del río Guadalquivir, en una escalada que estos últimos años, pese a las importantes operaciones realizadas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, ha convertido el Estrecho de Gibraltar en una de las puertas de entrada más importantes del hachís en Europa.
No fue hasta 2016 cuando lo promovieron para teniente general, y al año siguiente, en enero, Mando de Operaciones. En agosto de 2018, después de tres años en la cúpula, asumió el cargo de DAO, el último de los agentes, el director general 'de facto' del cuerpo.
En innumerables ocasiones durante sus largos años de servicio, Ceña ha intentado promover la idea de acercar el trabajo de la Guardia Civil a los ciudadanos. El ya ex DAO dominaba muchas materias, una de ellas por sus estudios universitarios: es Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Zaragoza.
También estuvo al frente en estos últimos años convulsos, sobre todo durante el desafío separatista en octubre de 2017. La Benemérita permaneció en aquel entonces en retaguardia, a la espera de actuar, desarrollando simplemente labores de vigilancia, sin llegar a entrar en acción.
Ahora, justo antes de jubilarse, le pidieron que retrasara unos meses su partida ante la emergencia sanitaria, para quedarse al mando de todas las actuaciones del cuerpo. Él fue el rostro de la cúpula durante las ruedas de prensa a lo largo de casi dos meses, algo con lo que nunca estuvo cómodo, como reconocen en su entorno y como se puede comprobar al revisar las comparecencias. Se contagió hace semanas, y tras pasar por el hospital había guardado reposo en su casa.
'Don Pablo', el sustituto
A Laurentino los suyos siempre se le han dirigido diciendo "mi general". A su sustituto, el general de división, el riojano Pablo Salas Moreno, se suelen referir como 'Don Pablo'. El cargo ya nombrado por Marlaska dirigía el Servicio de Información de la Guardia Civil. Fuentes dentro de la institución hablan de un currículum impecable, con mucha sabiduría y mucho oficio "muy vinculado al tema de la lucha contra el terrorismo".
También con infinidad de condecoraciones fruto de sus años en operaciones antiterroristas, en investigación, en la lucha contra ETA. "Está acostumbrado a mandar, a situaciones difíciles con comandos etarras. Sabe moverse bien. Se nota que domina". Una de las más recientes en las que participó fue la detención de Josu Ternera. Llevaba huido 17 años, y Salas Moreno colaboró intensamente en los esfuerzos por localizarle.
Los acontecimientos se han precipitado de tal forma en las últimas horas que parte de la cúpula de la Guardia Civil ha caído como si fueran las fichas de un dominó. Dentro afirman que las presuntas injerencias del poder político en el judicial representan unas líneas rojas que no se pensaba que se pudieran llegar a cruzar. Se refieren, en mayor medida, a las supuestas intromisiones desveladas a lo largo de esta semana.
Uno de los peores recuerdos de Laurentino tiene que ver sin duda con el dramático rescate tras el alud de la Tuca Paderna, en 1991, en el valle de Benasque. Entonces fallecieron nueve compañeros militares. Otro de ellos es la riada de Biescas que causó 87 víctimas mortales en 1996. Quizá la gestión de la pandemia del coronavirus y el estrepitoso y turbio final de sus años en el cuerpo permanezcan en su memoria como un suceso de carácter tenebroso. Justo en el ocaso de una brillante y en algunos momentos heroica carrera.