Hilari arriesgó su vida para salvar la de otra persona. En su acto heroico, realizado junto a un buzo de la Guardia Civil, logró el rescate in extremis de alguien en una situación límite, a quien no le quedaba demasiado tiempo, ni demasiado oxígeno. Su papel crucial en aquel episodio de hace tres años se saldó. al principio, con un reconocimiento inferior al que merecía. Pero recurrió y ahora los tribunales le han dado la razón.
La Audiencia Nacional acaba de ratificar una sentencia por la cual le ha concedido a un civil el máximo distintivo que se le puede otorgar a un miembro de la Guardia Civil.A Hilari Moreno, 45 años, buzo experto y espeleólogo, le van a galardonar definitivamente con la cruz con distintivo rojo, reservada en la Benemérita para "premiar hechos o servicios realizados con riesgo de la propia vida o demostración de valor personal".
En la sentencia, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, los magistrados dan por buena su versión en torno al rescate en el que participó el 16 de abril de 2017. Su participación resultó trascendental. Un conocido suyo había quedado atrapado en una cala de Manacor mientras exploraba una cavidad submarina de la zona.
Tras conseguir salvarle la vida a aquel hombre junto a un agente del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil (GEAS), el Ministerio del Interior le otorgó a Hilari un galardón con distintivo blanco. En cambio, al miembro del Instituto Armado le obsequiaron con el distintivo rojo.
La diferencia resulta sustancial, puesto que el distintivo rojo lleva aparejada una pensión vitalicia que supone el 15 por ciento del sueldo que posea el agente de la Benemérita. Es quizás el mayor honor que uno puede obtener en el cuerpo.
Desde Interior justificaron esa diferencia de criterio. Alegaron que el guardia civil había dirigido la operación de rescate, y que Hilari, barcelonés, electricista y experto espeleólogo desde hace 25 años, había sido un simple colaborador.
La sentencia de la Audiencia Nacional rebate este importante detalle: "De los datos recogidos en el expediente administrativo (informes y manifestaciones de los interesados), se aprecia que la operación de rescate fue una tarea de equipo, en el que la toma de decisiones y métodos a aplicar en el rescate del espeleólogo fueron conjuntas y contrastadas por los tres componentes del mismo, sin que el hecho de que la organización del rescate estuviera a cargo de la Guardia Civil sea determinante para apreciar dicho elemento diferenciador".
No observan, de manera definitiva, ninguna razón por la que deban ser tratados de diferente manera.
Un caso insólito
Se trata de un caso insólito. No hay, que se sepa, precedentes de un civil siendo condecorado con este honor. es lo que recuerda el abogado Antonio Suárez-Valdés, quien ha llevado la reivindicación del joven durante estos años. El letrado destaca el "carácter extraordinario de las sentencias recaídas".
"No resulta en modo alguno habitual que personal civil resulte acreedor de la Cruz del mérito de la Guardia Civil con distintivo rojo. Resulta incluso complejo el abono de las cuantías retributivas generadas por la concesión de dicha condecoración, al no tener el civil una nómina del Cuerpo", dice Suárez-Valdés.
Hilari Moreno no era un iniciado en la materia cuando se vio en la situación de lanzarse al agua para participar en el rescate. Lleva practicando buceo en cuevas desde el año 2000. Suyas es una tienda en Barcelona, especialista en productos para actividades subacuáticas avanzadas. Es, además, instructor de la unidad de buceo de los Mossos d'Esquadra, y pertenece al equipo de rescate de la Federación Catalana de Espeleología.
El rescate
El 16 de abril de 2017 era domingo. Acababa de terminar la Semana Santa. Un joven conocido se había quedado atrapado en una cueva submarina en Manacor. Hilari no se lo pensó dos veces, recogió sus bártulos y se marchó para allá.
Cuando llegó al lugar comenzó a indagar en el modo de abordar la situación. Lo hizo junto a los buzos de la Guardia Civil. Escogieron una ruta larga para llegar hasta aquella persona. Se sumergieron pertrechados de bombonas de oxígeno por lo que pudiera pasar y por si aquel hombre se hubiera quedado sin aire para respirar.
Tardaron una hora localizarle. Cuando hablaron con el buceador que se había quedado encerrado ya llevaba más de dos días allí sin salir. Le quedaba poco aire. Si no hubiera sido por ellos, jamás hubiera logrado salir de aquel lugar.
Hubo un momento en el que los tres, el guardia civil, Hilari y la persona a la que habían rescatado se perdieron durante el camino de regreso. No veían nada y se equivocaron en las intersecciones de la gruta.
Advirtieron a tiempo su error, volvieron sobre sus pasos y cogieron el sendero adecuado. Gracias a esa actuación, de las más arriesgadas que se pueden llevar a cabo, logró rescatar a aquel conocido suyo. Y ahora, tres años después, le reconocen el mérito del mismo modo que al agente con el que perpetró el rescate.