La cuenta atrás ha terminado: Juan Carlos se va. Pero la histórica decisión del rey emérito de abandonar el Palacio de la Zarzuela, como dio en exclusiva EL ESPAÑOL y conocida este lunes tras verse cercado por los diferentes escándalos que envuelven su patrimonio, deja en el aire diversas cuestiones.
El que fuera Jefe del Estado ha hecho público, a través de la Casa Real, un comunicado oficial de la mano de su hijo, Felipe VI, en el que matiza y contextualiza los motivos que le han llevado a abandonar España. Pero, ¿qué hay detrás de su declaración?
Lupa en mano, las palabras de Juan Carlos esconden diferentes claves que permiten entender cuál es la situación que se está viviendo realmente en Palacio, aunque él ya esté fuera de España. Son hasta 14 detalles que permiten desenmarañar qué es lo que está pasando en Zarzuela. Hay que escudriñar para entender.
1. Quién emite el comunicado
Con todos los focos apuntando hacia Zarzuela, el hecho de que el histórico documento se haya difundido bajo el paraguas de la Casa Real implica que a Juan Carlos se le sigue reconociendo como uno di noi: se le concede la autoridad tanto en la familia como en la institución.
Todo parecía indicar que la decisión sería transmitida a través del bufete de abogados que había contratado para defenderse, el del letrado y fiscal en excedencia Javier Sánchez-Junco. Pero no: anuncia que se marcha bajo el membrete de la Casa Real. Amparado por ella.
2. Siempre al "servicio" de España
"Con el mismo afán de servicio a España que inspiró mi reinado".
El concepto "servicio a España" es un tema recurrente en el vocabulario borbónico. En este caso lo utiliza Juan Carlos I hasta en dos ocasiones, pero son unas palabras que se escucharon también de boca de su padre, el Conde de Barcelona, Juan de Borbón.
La historia es por todos conocida: fue en 1969, cuando Franco decide que el heredero a la Corona de España sea Juan Carlos y no su padre, quien ostentaba la legitimidad histórica. Pero, en aquel momento, el que sería el primer monarca constitucional en nuestro país, antes de que se hiciera público, se lo ocultó al Conde de Barcelona.
Finalmente, años más tarde, en 1977, don Juan fue despojado de todo para que su hijo pudiera reinar. Sólo mantuvo el título nobiliario: ni siquiera se quedó con la jefatura de la Casa Real. ¿Por qué? Lo dejó bien claro él: “Majestad, por España. Todo por España. ¡Viva España y viva el Rey!”, adujo, con la voz temblorosa. Todo, realmente, por conservar la institución.
La misma motivación ha habido en esta ocasión.
3. Pero ¿tiene vida privada un rey?
"Ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada".
El que fuera Rey de España durante casi cuarenta años ha tratado de enmarcar los escándalos financieros por los que le está investigando la Justicia dentro de la esfera privada. No lo niega, pero lo quiere encuadrar en su ámbito personal, como si habláramos del ciudadano Juan Carlos de Borbón en lugar de Su Majestad Juan Carlos de Borbón. No trata de defenderse.
Pero el Rey, precisamente por ser tal, no tiene vida privada más allá de su relación familiar y el hecho de que Juan Carlos hubiera entendido que sí podía disfrutar de una vida paralela al margen de sus obligaciones y de la ejemplaridad de la que ha pretendido hacer gala como Jefe del Estado es lo que le ha llevado al camino de la perdición.
Es también lo que ha colocado a la institución bajo sospecha. Porque dentro de esa "vida privada" el emérito se refiere, claro, a lo revelado por las diferentes informaciones periodísticas, que han ido desvelando el entramado que él mismo ordenó crear para mantener su fortuna -y sus orígenes- lejos del fisco.
Desde la creación de diversas empresas offshore a la recepción de donaciones millonarias por parte de diferentes monarcas, además del uso indiscriminado de su posición privilegiada para poder gestionarla.
Hablamos de la recepción de 100 millones de dólares de la familia real saudí como "pure gift" -según la declaración del abogado Dante Canonica ante el fiscal de Ginebra Yves Bertossa-; de la donación a su vez a Corinna Larsen, su examante; de la creación de una "estructura" para ocultar el dinero en Suiza...
De hecho, el quid de todo reside en saber si son acontecimientos pasados o no. En eso anda la Fiscalía: en ver si es punible, más allá de si es legal, moral, ejemplar y dado la procedencia oscura de esta desmesurada cantidad. También en si tuvieron lugar después de junio de 2014, cuando Juan Carlos abdica y pierde su condición de inviolable recogida por la Constitución. De ser así, podría llegar a ser juzgado.
4. Tranquilidad para Felipe
"Deseo manifestarte mi más absoluta disponibilidad para contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones, desde la tranquilidad y el sosiego que requiere tu alta responsabilidad".
Desde luego, el reinado de Felipe VI está siendo de todo menos tranquilo y sosegado. Más allá de sus funciones constitucionales -como el arbitraje gubernamental y encontrarse con un panorama político excesivamente convulso-, por los enanos que le han ido creciendo en Zarzuela. Primero, su hermana. Ahora, su padre.
La relativa calma ha llegado ahora, con este comunicado. La decisión nace en el intento de ganar tiempo y aplacar la situación inaguantable que se está produciendo en la Familia Real. Aún queda por ver qué sucede exactamente con las diligencias del Fiscal del Tribunal Supremo Juan Ignacio Campos, que se calcula que se conocerá en las próximas semanas... y la presión social.
5. Reivindica su legado
"Mi legado, y mi propia dignidad como persona, así me lo exigen".
Juan Carlos quiere dejar claro que no se arrepiente. Que él está defendiendo su obra: su reinado y todas sus actuaciones. No pide perdón, como hizo en abril de 2012 tras el incidente de Botsuana. Nada de "lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir".
El emérito no se queda ahí: tampoco renuncia a su título y reconocimiento como rey vitalicio, que viene recogido en el Real Decreto que reguló la abdicación, publicado en el BOE el 13 de junio de 2014.
Ni siquiera hace la menor alusión a adoptar las medidas para ajustarse a la ley, como sería poner al día su declaración de bienes y el pago del impuesto de donaciones. No renuncia a nada.
6. Manipula los tiempos
"Hace un año te expresé mi voluntad y deseo de dejar de desarrollar actividades institucionales".
La literalidad del comunicado retuerce la memoria reciente, para intentar ganar en la batalla del relato. Porque Juan Carlos se jubiló hace un año, sí, pero omite que dos meses antes de ese momento Felipe VI recibió un comunicado de una firma de abogados británica, Kobre&Kim, los letrados de la examante de su padre, Corinna Larsen, en el que le indicaban que él era el beneficiario de los fondos de la Fundación Lucum, una de las empresas offshore creadas para gestionar la donación de 100 millones de dólares.
Esto sucede en marzo. Ante una ola de tal magnitud, Felipe VI actúa: renuncia a la herencia ante notario, así como lo que le pudiera corresponder a su heredera, la Princesa de Asturias. Todo en silencio, sin hacerlo público.
El 2 de junio de 2019 Juan Carlos anuncia su retirada de la vida pública. Ahora sabemos que forzado, para mantenerse lejos del escarnio. Lo ejemplifica en una corrida de toros en Aranjuez. A partir de ese momento, nada de responsabilidades institucionales. Pero la voluntad a la que hace referencia en este comunicado es que, realmente, no se descubriera nada de sus turbios negocios.
7. Momentáneamente se va de España
"Ahora, guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a sus instituciones y a ti como Rey, te comunico mi meditada decisión de trasladarme, en estos momentos, fuera de España".
Juan Carlos deja la puerta abierta a volver a nuestro país. La decisión de irse de Zarzuela -ya no sólo fuera de nuestras fronteras- es un muro de contención ante la sangría reputacional que su comportamiento estaba implicando a la imagen y percepción de la monarquía española.
Si regulariza su situación con Hacienda -por la que tendría que pagar, aproximadamente, unos 50 millones de euros- y la continuidad de la institución monárquica queda garantizada tras estas decisiones, el emérito podría volver.
Así que el hecho de irse lo circunscribe a "estos momentos": esto es, la avalancha de información que está arrojando luz sobre sus actividades y por la que la Fiscalía española le está investigando.
8. Su increíble serenidad
"Una decisión que tomo con profundo sentimiento, pero con gran serenidad" .
Los ánimos estaban caldeados en Zarzuela. La situación se había vuelto prácticamente insostenible: no sólo por la presión pública, también la política, dado que en Moncloa estaban esperando un movimiento con respecto a Juan Carlos más pronto que tarde.
Dos fuentes diferentes de Palacio admitían a EL ESPAÑOL que Juan Carlos, muy dado a arrebatos propios de quien durante decenios fue el patrón indiscutido e indiscutible del lugar, había perdido los nervios y ha expresado su contrariedad a gritos durante sus reuniones con su equipo y el del rey Felipe VI para ver cómo afrontar esta decisión.
Como informó este diario, de sus labios, durante estas semanas de tensas negociaciones, había podido oírse lo siguiente, de manera más o menos literal: “Esta ha sido mi casa durante 58 años y nadie es quien para echarme de aquí”. Se refería a Zarzuela, a donde llegó siendo príncipe de España tras casarse con Sofía de Grecia en 1962, con Franco como dictador.
9. Todo por España y la Corona
"Siempre he querido lo mejor para España y para la Corona".
La historia se repite. Y la de la monarquía en España no iba a ser menos.
Juan Carlos no es ajeno a la situación tan complicada que le deja a Felipe VI por delante. Las traiciones no son ajenas a los Borbones. Y las rupturas padre e hijo, menos aún. Eso bien lo sabe Juan Carlos: ya lo vivió en sus propias carnes, con su padre, don Juan, el conde de Barcelona.
Quién se lo iba a decir a él en aquel momento. Volver a matar al padre para salvar el trono.
10. Escribe como padre
"Con mi lealtad de siempre. Con el cariño y afecto de siempre, tu padre".
El rey emérito ha querido establecer un cordón sanitario para que su hijo se vea afectado en lo más mínimo. Por eso escribe en estos términos, familiares, paternofiliales. Como si fueran cosas de casa.
No lo hace como el antiguo titular de la monarquía española, no. De quien su hijo ha heredado la jefatura de un país. Sencillamente, se identifica como su padre.
11. Felipe VI se lo agradece
"Su Majestad el Rey le ha transmitido a S.M. el Rey Don Juan Carlos su sentido respeto y agradecimiento ante su decisión".
Felipe VI se ha tenido que mover durante estos últimos meses entre Escila y Caribdis, como el mito griego en el que alejarse de uno de de los dos monstruos marinos te ponía en una situación de peligro frente a otro. No había paso bueno.
Así, sabía que era necesario actuar, pero está intentando hacer ver que la decisión es de Juan Carlos. Que es su iniciativa. Desde luego, el actual Rey no quiere ponerse la medalla de ser quien ha echado a su propio padre del país. No quiere pasar a la historia siendo Bruto ante su propio Julio César -Tu quoque, Brute, fili mi? (¿Tú también, Bruto, hijo mío?)-.
Porque no podemos olvidar que para muchos españoles toda la trama que ahora se ha desvelado no es para tanto, sino una supuesta maniobra para llegar a la III República. Un intento de demonizar a Juan Carlos I. La tesis es compartida por la infanta Cristina, por ejemplo, que también se ve víctima del mismo complot.
12. El legado del padre
"El Rey desea remarcar la importancia histórica que representa el reinado de su padre"
Como heredero agradecido que es, Felipe VI no duda en recordar algunos hechos irrebatibles: el reinado de Juan Carlos tiene importantes actuaciones.
Algunos hitos y movimientos en pro de la normalización de la vida democrática para salir de la dictadura, como, por ejemplo, la legalización del PCE.
13. El hijo también habla de servicio
"Como legado y obra política e institucional de servicio a España y a la democracia..."
Aquí Felipe VI deja ver su lado más Borbón. Hace suyas las palabras de su padre, y de su abuelo. Él será el titular ahora, pero no deja de ser la cabeza visible de una estirpe como es la Casa de Borbón.
Por España, siempre por España, en palabras del Conde de Barcelona.
14. "Principios y valores" de la democracia
"... y al mismo tiempo quiere reafirmar los principios y valores sobre los que ésta se asienta, en el marco de nuestra Constitución y del resto del ordenamiento jurídico".
Por su parte, Felipe VI trata de hacer malabarismos para no desdeñar la posición de su padre, pero hacer ver que él representa "una monarquía renovada para un tiempo nuevo", como adujo en su discurso de proclamación, en junio de 2014. Y que España es un país en el que, según la Carta Magna, los ciudadanos son "iguales ante la ley".
El Rey no olvida el compromiso que adquirió entonces, cuando también comunicó que "la Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, su aprecio, su respeto y su confianza". Y ahora está lejos de ello.
La decisión a tomar no era fácil, y por eso la "agradece", aunque haya costado sangre, sudor y lágrimas.
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