La Guardia Civil languidece en la España vacía: cuarteles en centros de salud y coches sin GPS
Expediciones de horas para llegar a servicios, cuarteles cerrados, y pocos efectivos marcan la vida de la Benemérita en el rural.
5 septiembre, 2020 02:38Noticias relacionadas
Muchas veces, cuando tienen que ir a rescatar a una persona que se ha perdido en el monte (buscando setas, o haciendo senderismo por la montaña), a los guardias civiles afincados en Teruel no les queda más remedio que emplear su propio teléfono para obtener datos de GPS. Los coches no vienen equipados con ello, al contrario que los del Seprona. De ese modo tienen que apañárselas como pueden.
Una noche normal de los agentes de la Benemérita en Burgos es una odisea que puede terminar a 300 kilómetros de distancia. Aproximadamente esa distancia tuvieron que cubrir el agente que habla, quien pide el anonimato para el reportaje, y sus compañeros para acudir desde el cuartel a tan solo tres avisos diferentes.
En el primero de ellos, una fiesta hace unos días en la localidad de Amaya, hallaron a un grupo de grupo de jóvenes con los maleteros abiertos, la música a todo volumen, en torno a las dos de la mañana. Circulando por carreteras serpenteantes, bajo la oscuridad de la noche, tardaron 50 minutos en llegar.
Son solo dos ejemplos de las condiciones de los destacamentos de la Benemérita en el mundo rural. La falta de medios y la distribución de los cuarteles en las provincias de la España vaciada es el reflejo, para los agentes que allí se baten el cobre, de un modelo ya obsoleto. De una organización del siglo XX para una labor de siglo XXI.
"Nuestros cuarteles siguen siendo los de la época de los maquis", explica uno de ellos. "No es lo mismo tener un cuartel de 25 agentes que prestan servicio 24 horas que otro con 3 o 4 agentes".
Sistema agotado
Hace dos años, en septiembre de 2018, el sindicato mayoritario de la Policía Nacional, el SUP, y la asociación mayoritaria de Guardias Civiles, la AUGC, expusieron en el Congreso de los Diputados un informe en el que se detallaban las carencias del sistema de distribución de los agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad en todo el territorio.
"Es una distribución de hace 30 o 40 años", insisten desde esta asociación de agentes del Instituto Armado en Burgos. Cuentan con 1.000 efectivos para todas las labores necesarias de esta provincia, la duodécima en extensión.
"Nuestro sistema de seguridad está mostrando síntomas de agotamiento. Ello es debido a que la duplicidad de competencias policiales y su deficiente distribución dibujan un panorama donde se aprecia en algunos casos, despilfarro de recursos, en otros, lagunas considerables y casi siempre descoordinación. Un dato para visualizar esta cuestión: la ratio de policías en España es de 4,8 agentes por mil habitantes", rezaba aquel informe.
Este diagnóstico se refleja con mayor claridad en las provincias más extensas de España, buena parte de las cuales son las menos pobladas del territorio. En muchas de ellas coinciden varios factores: muchos de sus cuarteles están obsoletos, hay pocos agentes, escaso recambio en el número de efectivos y se hace inevitable recorrer grandes distancias en un mismo día para atender los servicios que toca desarrollar.
El caso de Teruel
Teruel es la décima provincia más grande de España. En determinadas zonas, hay guardias civiles que realizan sus patrullas obligados a cubrir un área que abarca los 2.000 kilómetros cuadrados. Eso, como en algunas provincias leonesas, supone que en muchos casos tardan en llegar una hora a los lugares desde los que les alcanzan las alertas de los ciudadanos.
Para todas las labores, incluyendo el Seprona, los trámites administrativos, la atención al ciudadano y la investigación, cuentan con tan solo 709 agentes. Menos de 200 son empleados en atención a la ciudadanía turolense, una región en la que viven 135.000 personas. "No hay guardias civiles suficientes. Es imposible cubrir un área tan grande, en una de las provincias más extensas de España", dice otro agente ubicado en esta región.
En una jornada laboral, cubrirlo todo resulta completamente imposible. Para montar algunas de las patrullas tienen que unificar los efectivos de varios puestos del lugar.
"Se ha dado el caso de tener que ir un agente a 60 kilómetros de distancia para formar una patrulla con un compañero. Al terminar las ocho horas de la jornada, otros 60 de vuelta. Hay tardes que tenemos 50 poblaciones a nuestro cargo. Pero es que esto no es efectivo", incide el miembro de la Benemérita.
Existen 32 cuarteles en toda la provincia. Ni uno solo abre las 24 horas al público. Hay emplazamientos que tan solo abren un día a la semana. Uno de ellos, el de Ariño, fue clausurado por riesgo de derrumbe. Ahora allí la Benemérita presta servicio desde el centro de salud, en el segundo piso de la consulta de médico.
El resto del tiempo intentan patrullar. "Es un parche, al fin y al cabo. Si tú dejas un puesto con tres o cuatro agentes, y uno de ellos se queda en atención al público por la mañana, no te queda personal para hacer el servicio en la calle".
Rambo e Igor
Dos ejemplos recientes pusieron en tela de juicio la seguridad en el mundo rural en el área de Teruel. Hablamos del triple crimen cometido por Norbert Feher, alias 'Igor El Ruso', el exmilitar serbio que acabó con la vida de un vecino de Andorra y dos guardias civiles que se encontraban de servicio.
A este caso, acaecido en diciembre de 2017, se sumó la reciente historia de la caza del Rambo de Requena, un vecino de Sagunto de nombre Pedro Lozano Jiménez al que buscaba la Guardia Civil desde febrero de ese mismo año por un largo historial delictivo a sus espaldas. Un tipo muy violento que fue apresado, precisamente, a pocos kilómetros del lugar en el que Igor el Ruso, dos años y medio antes, perpetró su matanza.
Los portavoces de la AUGC en Teruel son firmes en su planteamiento, muy similar al que esbozan los representantes de otras provincias como Burgos. Las condiciones en las que trabajan los agentes en el mundo rural son extremadamente complicadas. Provincias como las mencionadas no resultan atractivas para los nuevos miembros del cuerpo, y por eso sus unidades han ido menguando con el paso de los años.
La falta de medios es palpable. La lejanía de las localidades que tienen que atender se ha convertido en una de las mayores complicaciones. "Llegar una hora después a los sitios es llegar tarde. Muy tarde".