Hasta 90 agentes de Policía Nacional han fallecido en la última década a causa del suicidio. Se trata de una lacra que preocupa y mucho a quienes trabajan en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, un problema realmente grave, terrible en lo humano y, para los miembros del cuerpo, "intolerable en lo profesional".

Solo la cifra de policías que se quitaron la vida en 2019 equivale al 15,5 % del total de las registradas a lo largo de los últimos diez años. El impacto de esta lacra, tal y como se desprende del último estudio presentado por el Sindicato Unificado de Policía (SUP) y que ha podido consultar EL ESPAÑOL, es mayor que en el resto de la sociedad. Los datos de la última década arrojan la cifra de un agente que se quita la vida cada 40 días.

Una tasa nueve veces más alta que en la sociedad española. Mayor que en el resto del país. Ello es así tanto si se analiza la tasa por cada 100.000 habitantes -duplicaba en esta comparativa la cifra del conjunto de la sociedad y en 2017, el peor año con 13 víctimas, casi la triplicaba- como si se le aplica el factor corrector, el de la edad en activo de los agentes -en este caso, la cifra real supera a la esperable en 3 o 4 casos anuales-.

Jusapol, Jupol y Jucil reclaman al Gobierno un Plan de prevención de suicidios

El método más utilizado en la Policía Nacional para consumar el suicidio es el disparo con el arma de fuego reglamentaria. Debido a ello, prácticamente no hay suicidios camuflados, como sí ocurre en la población civil (ahogamientos, precipitaciones y accidentes de tráfico, que constan como accidentes pudiendo ser suicidios).

En el ámbito de la población general se suicida una mujer por cada tres hombres que se quitan la vida. En la Corporación el desequilibrio es mayor: hay en torno a un 85% de hombres por un 15% de mujeres que deciden suicidarse. 

Soluciones

En cualquier caso, denuncian desde el cuerpo, "nos encontramos ante un drama humano que exige soluciones por encima de fríos datos estadísticos". El SUP reclama ya a la Dirección General de la Policía la aprobación urgente del Plan de promoción de la salud mental y prevención de la conducta suicida en el cuerpo. "Lo venimos impulsando desde 2017. Formamos un grupo de trabajo en la Comisión de Seguridad y Salud Laboral Policial que ultimó ese proyecto hace meses. Todavía no ha visto la luz".

Los sindicatos abogan por este plan y por todas las estrategias de prevención que puedan frenar a tiempo estos terribles casos. El objetivo es fomentar una influencia positiva en el bienestar mental de los funcionarios. Atajar en los primeros estadios, cuando el problema todavía es leve, esas señales que pueden conducir al suicidio. Completar todo ello con un servicio de asistencia psicológica las 24 horas al día para velar por los agentes.

La mayor parte de los policías que se suicidan en España utilizan su arma reglamentaria Javier Muñoz

Para esta última iniciativa, en concreto, el año pasado se convocaron seis plazas para estos profesionales que deberían completarse cuanto antes con otras cinco a destinar en las Unidades Básicas de Salud del cuerpo.

Las causas 

Estudios desarrollados en diferentes países apuntan a que el suicidio es más frecuente entre los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad que en otros estamentos de la sociedad, achacando algunos esta mayor incidencia a la fácil disponibilidad de acceso al método suicida (arma de fuego).

Este factor de acceso inmediato al medio suicida explicaría también el porqué los anestesistas son la especialidad médica con mayor número de suicidas, según algunos trabajos científicos. Abundando en lo anterior, según dichos estudios existe una serie de factores que han sido identificados como estrechamente relacionados con el suicidio de miembros de cuerpos de seguridad.

Se trata de un cuerpo con una misión de características muy especiales. Los agentes se encuentran constantemente expuestos a situaciones y experiencias de un enorme dramatismo: estrés postraumático, intervenciones en casos de abuso y maltrato infantil, víctimas múltiples, etc.

También influye, según el estudio analizado el "estrés laboral derivado de un desigualdad desfavorable entre las demandas laborales y los recursos disponibles". Esto a los agentes les genera un sentimiento de frustración, de indefensión y de desesperanza. El fácil acceso al arma con la que perpetrar el suicidio es otro factor a tener en cuenta. 

En el trabajo policial resulta muy complicada la conciliación laboral, dados los turnos de trabajo o la inmediatez con la que a veces tienen que actuar. La movilidad geográfica a la que están sometidos, debido a las operaciones que dirigen o a los destinos a los que son enviados, genera en ellos un profundo desarraigo social y familiar.

Todavía a día de hoy, por desgracia, se sigue estigmatizando a quienes padecen problemas relacionados con la salud mental. Todavía hay quienes estigmatizan a aquellos que padecen procesos relacionados con enfermedades mentales. Estas personas son estigmatizados, debido a que se interpreta estas situaciones como "expresiones de una debilidad incompatible" con la profesión.

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