La cosa ya no va ni de érase una vez ni de colorín colorado. Las princesas de ahora ya no aguardan desde la ventana del castillo a que llegue un príncipe, de armadura prieta y a ser posible con cabellera dorada, que les dé la felicidad que no alcanzarían solitas; las princesas de ahora cargan balas en un fusil de asalto y aprenden a cortar hemorragias con torniquetes. Aunque a su manera, claro, que para algo siguen siendo princesas.
La primera de esta nueva generación de la royalty en abrir la veda ha sido Isabel de Bélgica, heredera al trono que, a sus 19 años, se ha vestido por primera vez de militar y que recibirá formación durante un año. Y sus fotos, cuadrándose o en un campo de tiro, han hecho que salte la irremediable pregunta: ¿Y nuestra princesa Leonor, para cuándo?
Una fuente al entorno de la Casa Real asegura a EL ESPAÑOL que el tema ya se ha puesto sobre la mesa. Pero con cautela. No hay ningún tipo de prisa pero Leonor hará la mili, lo más seguro, aunque primero debe acabar sus estudios de bachillerato. Pronto se la verá como a Isabel de Bélgica. Y es que Felipe VI quiere que siga más o menos sus pasos y ha trasladado a su círculo cercano que la princesa estaría encantada de hacerla, que ha visto cómo su padre guarda buenos amigos y recuerdos de aquella época en la que le tocó a él. Es más, el Rey vería con buenos ojos que el servicio militar lo haga hasta la infanta Sofía. Tampoco sería un despropósito, incluso, que pasaran un tiempo por la Guardia Civil.
Pero cuando se le hace la misma pregunta a la reina Letizia, la cosa cambia ligeramente. Ella es la que marca los pasos de la educación -y de casi todo lo demás- de sus hijas. Para ella son, eso, sus hijas, antes que las herederas, y siempre ha mostrado tendencia a intentar retrasar lo máximo sus responsabilidades, intentando que la burbuja de Zarzuela se rompe cuanto más tarde mejor. Y por eso responde con elusivas. “¿Quién sabe? El tiempo dirá. Eso es lo que dice siempre con todo lo referente a sus hijas. La reina, como siempre, escurre el bulto”, apunta la fuente.
El asunto no es baladí. Es constitucional, una cuestión de Estado. La Carta Magna apunta en una dirección inevitable para Leonor. Según la Constitución, al acceder al trono se convertiría en la jefa suprema de las Fuerzas Armadas, por eso sería necesario que hiciera la mili, para conocerlas bien y hablarles de tú a tú. Además, tanto Leonor como el Ejército están unidos por el texto en la misión de defender la integridad de España. Lo primero aparece en el artículo 62 y lo segundo en el 8, como unido por el hilo de las Moiras que tejen el destino de cada uno. Y como Edipo en la tragedia de Sófocles, nadie escapa a su destino, ni Leonor. A no ser…
Y es que todo esto, en realidad, reposa en las manos del Gobierno. Cuando Leonor cumpla los 17 años en los que su padre empezó la formación castrense, el Ejecutivo de Pedro Sánchez -salvo sorpresas, que nunca se sabe- seguirá sentado en la bancada azul del Congreso de los Diputados. Y desde Zarzuela miran de reojo. Sánchez, ya se ha visto, ha ido apartando a Felipe VI de algunos papeles como jefe del Estado para ocuparse él y ha hablado en varias ocasiones de tocar el contenido de la Constitución. Su compañero de mando, el vicepresidente Pablo Iglesias, ha ido más lejos diciendo que rechaza al completo la idea de un jefe de Estado, monarca, que sea también jefe de los Ejércitos. Y este sábado ha dado un paso todavía mayor. Ha marcado en su hoja de ruta acabar por completo con la Monarquía en España.
Este es el Ejecutivo que tendrá que lidiar con la mili de Leonor. Un Gobierno con tendencia republicana y que, evidentemente, pone en el alambre el futuro de la princesa. Si va a ser jefa de las Fuerzas Armadas, tiene que hacer la mili; si se quiere que no sea jefa, hay que cambiar la Constitución. Como esto es difícil, ya que hacen falta tres quintos del Congreso, el Gobierno podría limitar la formación militar de Leonor al mínimo. Esto ya lo intentó el Ministerio de Defensa con Felipe González cuando le tocó a Felipe VI, y ahora todo ese peso estatal recae sobre su hija, que cumple 15 años el próximo 31 de octubre.
Pero hay quien va más allá. “Dudo mucho que Leonor llegue a reina”, explica a este diario el periodista Jaime Peñafiel. “No me fiaría ni de Pedro Sánchez ni de Pablo Iglesias. España, paradójicamente, es el único país del mundo que es comunista y tiene monarquía”, apuntala, yendo tan lejos como para considerar que el Gobierno es comunista, en ese tono que ya lleva su firma. Pero tiempo al tiempo. EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con los principales partidos del Congreso y ninguno ha querido hablar del servicio militar de Leonor.
Primero, “dejadla crecer”
La vida de la princesa Leonor ha vuelto a ser noticia en los últimos días. El pasado 9 de septiembre comenzaba las clases en su colegio, privado, Santa María de los Rosales, el mismo al que fue su padre, iniciando 4º de la ESO. Y apenas pasados unos días, el viernes 11, un compañero de la heredera daba positivo por coronavirus. Desde el colegio han recomendado que algunos alumnos guarden cuarentena y así lo hará, en el Pabellón del Príncipe de Zarzuela, a pesar de que la PCR a la que se ha sometido ha dado negativa según ha informado la Casa Real.
Al margen de la anécdota, el inicio de curso sitúa a Leonor a las puertas de elegir qué bachillerato hará; si el de letras, el de ciencias o alguna opción más creativa de las que ofrecen en su colegio. O más bien la sitúa a las puertas de que elijan por ella, especialmente Letizia. Porque Leonor no podrá estudiar lo que más le guste. El objetivo de su educación es que se doctore, en teoría y práctica, en esa carrera que es España. Es a lo único que puede aspirar desde que nació. No hay otra. Ya sería una faena que la niña quisiera ser pintora.
El inicio de un curso que hace arrancar el fin de su vida como niña al margen de todo, azuzado por las imágenes de Isabel de Bélgica pegando tiros como algún día hará Leonor, ha vuelto a poner de actualidad el debate sobre el futuro de la heredera al trono español. Y ya se anda comentando por los pasillos, largos y lujosos, de Zarzuela. La cuestión ya se ha puesto en marcha.
En 2016, durante aquellos premios Princesa de Asturias, Felipe VI ya dejó claras sus intenciones. “Fueron momentos increíbles para mí y me encantaría que ella los viviera”, expresaba el monarca, en referencia a su formación militar. “Lo lógico es que termine primero sus estudios y haga lo mismo que hice yo, hacer la formación militar antes que la universitaria. Pero queda mucho, todavía es una niña. Dejadla crecer. Pero es difícil ser jefa de las Fuerzas Armadas si no las conoce bien, ¿no?”, añadía.
Ahora, “la hará seguro”
Han pasado cuatro años de aquello. La idea ha madurado, va cogiendo forma y pronto se materializará. “No tenemos prisa ninguna pero la hará seguro. Su padre ama el Ejército y es un sentimiento mutuo. Eso le ha enseñado a sus hijas también”, apunta a este diario una persona cercana al entorno de Zarzuela. “Además, las niñas viven rodeadas de militares porque los mejores amigos del Rey vienen de su época de formación militar. Muchos de los que trabajan en la Casa también lo son. ¿Cómo no va a querer hacerla? Pues claro que sí. Y seguramente su hermana también querrá. Aunque eso ya está en manos de sus padres”, añade.
“Leonor ha empezado ya a hacer gimnasias aéreas, como en esos simuladores de paracaidismo, aprendiendo a mantenerse en horizontal, porque algún día tendrá que tirarse en paracaídas”, explica la periodista y biógrafa de la reina Sofía Pilar Urbano. “La princesa tiene que empezar, y pronto, a vestir el uniforme militar, porque empezará a copresidir con su padre algún desfile”, añade. “Y cuando pase por las academias llevará un cartel con su nombre, que pondrá Borbón, y a pesar de ello será una más. Seguro que la arrestan alguna vez, igual que hicieron con su padre y su abuelo. Con la Guardia Civil seguro que andará también. Porque le conviene a la monarquía tener esa unión, estar con un Ejército al que pueda tutear”, apuntala.
Y Urbano apunta hacia otro elemento que no hay que pasar por alto. Leonor es una mujer. “La militarización de la princesa, precisamente por su fisionomía, el candor de su mirada y su sonrisa, su feminidad y finura en los movimientos, puede ser un ejemplo de cómo combinar las condiciones de mujer y militar: la firmeza, la fuerza, el mando, la disciplina… todos esos valores con sus formas femeninas”, comenta.
Este cambio de tradición, en la que ya se combina mujeres y Ejército sin mayor problema, ya ha sido subrayado, de nuevo y casi sin quererlo, por Isabel de Bélgica. La heredera al trono belga pasará el mes que viene a la Real Academia Militar que está dirigida por la general Lutgard Claes, la primera mujer en acceder a ese puesto. En España ya han pasado 32 años desde que la mujer puede acceder a la profesión castrense y tiene a su primera general, Patricia Ortega, aunque queda una cuenta pendiente: según los últimos datos, sólo el 21,7% de los soldados pronuncian su nombre en femenino.
Los pasos del padre
La primera vez que el rey Juan Carlos I encargó a su Casa Real un anteproyecto que dibujaba las líneas de la formación adulta del entonces príncipe Felipe, el ahora rey gastaba sólo 15 años. Tenía la misma edad que alcanzará Leonor en octubre. Corría entonces, por los jardines de Zarzuela, el año 1983. Al año siguiente, la secretaría de la Casa Real ya difundía un documento en el que detallaba, con fechas y lugares, la formación que recibiría Felipe en los próximos años.
En ese documento, al que ha tenido acceso este diario y que seguramente estuvo elaborado por Sabino Fernández Campo, se detallaba que Felipe estudiaría un año de COU en un colegio “importante” y de un “país convenientemente elegido para que no tuviera complicaciones políticas de ninguna clase”. E iba más allá con su formación militar, explicando que podría hacerse “con un mínimo de permanencia en las tres Academias Militares” que representan a los tres Ejércitos. Y así se hizo.
Felipe, que de pequeño acostumbraba a disparar contra las farolas de Zarzuela, vio todos esos movimientos con buenos ojos. Así, estudió COU en el Lakefield College School en Ontario, Canadá, y al terminar recibió su instrucción militar. La acabó con 18 años y pasó a estudiar Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid.
Sin embargo, a pesar de los empeños del ahora rey porque su hija siga unos pasos similares a los suyos, las circunstancias de entonces eran distintas. La neonata democracia española trataba aquello como un asunto de Estado, había que presentar en sociedad y preparar al príncipe para que algún día asumiera el mando y, según la prensa de entonces, no hacía falta sólo la opinión del Gobierno sino también de la oposición y que tuviera lugar un debate político, social e institucional.
Ahora es distinto
La situación ahora no es la misma. El Gobierno al mando cuando le tocó al entonces príncipe, encabezado por Felipe González, ya no veía con muy buenos ojos que la Corona y el Ejército se mezclaran demasiado. En la memoria seguían resonando los 40 años de Franquismo. Ahora ha ido a más, con Pablo Iglesias diciendo directamente que tener un jefe de Estado que lo sea a su vez de las Fuerzas Armadas es una anomalía en tiempos de democracia. Y esas diferencias, ese tacto con el que hay que hacerlo todo, está afectando ya a Leonor.
De hecho, si siguiera los pasos exactos del Rey, la princesa ya debería haberse vestido de militar en 2014, cuando tenía nueve años y cuando lo hizo por primera vez su padre al ser presentado como soldado de honor en el Regimiento de Infantería. No ha sido así. La única relación que por ahora ha tenido la princesa con los militares ha sido visitando la sede de la Patrulla Águila en San Javier (Murcia), en ese mismo 2014, pero sin todo el oficio esperado. También en ese año empezó a participar en los desfiles del Día de la Hispanidad, pero siempre vestida de civil. Una vez, la prensa del corazón recogió que se la había visto con botas de estilo militar mientras paseaba por el centro de Madrid. Pero eso no cuenta.
“Subrayar excesivamente el carácter militar de la jefatura del Estado no es lo más aconsejable en los tiempos que corren”, explica a este diario, en conversación telefónica, José María Barreda, antiguo presidente de Castilla-La Mancha, que presidió la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados y que ahora es profesor de historia contemporánea. “Hay que normalizar la educación de la heredera, que beba del derecho constitucional, de los Derechos Humanos y tenga un conocimiento exhaustivo de nuestra historia y una relación normal, nunca exhaustiva, con las Fuerzas Armadas”, añade. “En nuestra historia reciente, los jefes de Estado han estado vinculados con el Ejército”, apuntala.
Aún con todo, Barreda recuerda que “en nuestro régimen parlamentario el Rey reina pero no gobierna, esto debe estar claro siempre en todos los aspectos, también los militares”. “Pero no hay que caer en el error de criminalizar a las Fuerzas Armadas, al contrario. En España es muy importante que cumplan su misión con el apoyo conjunto de la ciudadanía”, añade. “Con Leonor no hay que hacer nada raro y echarle normalidad. Tiene que tener una preparación amplia y humanista, en la que cabe por supuesto una especialización militar, aunque no sea lo más importante”, comenta. A lo que se refiere es que, al final, va en la Constitución esa relación, aunque a efectos prácticos, sea puramente simbólica.
Letizia y el Gobierno deciden
Esa premisa de que el Rey reina pero no gobierna es aplicable hasta en la propia Casa Real. Ahí es la reina, Letizia, la que hace de poli malo, encargándose de los horarios, de lo que las niñas comen y decidiendo sobre asuntos de Estado tan importantes como su educación. Es ella la que hace el mayor esfuerzo por que las dos hijas sean, a efectos prácticos, lo más iguales posible, que no haya diferencia entre heredera e infanta, y la que muestra un mayor empeño en hacer que Leonor y Sofía permanezcan -cuanto más, mejor- en la burbuja que es Zarzuela, alejadas de sus responsabilidades reales.
Por eso Letizia es la que, a diferencia del Rey, elude la pregunta de qué será del futuro de Leonor. Ella actúa como aplazando lo inaplazable, arañando al máximo que se pueda esa protección de la que, quiera o no, algún día tendrán que salir. Si al final, han nacido para eso. No hay otra, guste o no.
Pero, como dice Pilar Urbano, hay un mueble que les importa más que nada: el trono. Y por el trono hasta Letizia hará lo que haga falta.
De todas formas, independientemente de las opiniones que puedan manejar al respecto los reyes, la decisión final acabará recayendo, es lo que tiene la democracia, sobre el Gobierno que sí ha sido elegido por el pueblo al que representa. Y la ley lo establece así de cristalino, también en el caso de la formación militar a la que seguramente se someta Leonor. En el artículo 2 de la Ley de la Carrera Militar se dicta que “el Príncipe de Asturias -en masculino- podrá desarrollar la carrera militar y tener los empleos militares que, mediante Real Decreto, determine el Gobierno”.
Por eso desde Casa Real miran de reojo cada vez que Pedro Sánchez habla de tocar la Constitución. Ya lo hizo en diciembre 2018, hablando de reformar algunas cosas puntuales de la Carta Magna. Y lo volvió a hacer en julio de 2019 para evitar los bloqueos ya habituales tras las elecciones. Y este año lo hizo de nuevo, en abril, en pleno estado de alarma, hablando de blindar la sanidad pública. Cada vez que ve un motivo, Sánchez aprovecha para decir que hay que modificar el texto. Esto sólo ha pasado dos veces en la historia.
¿Y si todo cambia?
Lo que Sánchez no ha hecho, de momento, es referirse a la monarquía, a pesar de que le sostienen en el Ejecutivo unos socios que son abiertamente republicanos. El que más cerca está y más poder de influir ostenta en sus manos es el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. El pasado 14 de abril, aniversario de la Segunda República, el líder de Unidas Podemos, dijo que deseaba que en España no se viera “a un jefe del Estado con uniforme militar, porque es un representante del pueblo” y dijo que las fuerzas armadas deberían estar subordinadas exclusivamente al poder civil, recriminando el papel del monarca como jefe de los Ejércitos.
Este sábado, en la reunión del Consejero Ciudadano Estatal, el líder de Podemos ha ido todavía más lejos. Iglesias ha situado "el horizonte repúblicano" como una de las metas a lograr por su formación; y ha puesto sobre la mesa "la necesidad de que España avance hacia una nueva República".
Estas palabras afectarían directamente a la educación militar que el Rey desea, la reina elude y el Gobierno mira con recelo. Y son hasta secundadas por alguien tan poco sospechoso de ser republicano como lo es el periodista Jaime Peñafiel. “No me parece normal que el jefe del Estado lo sea también de las Fuerzas Armadas. Ya hay un ministro, en este caso ministra, de Defensa para ello”, explica Peñafiel vía telefónica. “Y yo no me fiaría de Sánchez ni de Iglesias, son dos tipos muy peligrosos, muy antimonárquicos. Si pretenden acabar con la monarquía, lo consiguen”, añade.
“Creo que la monarquía en España tiene fecha de caducidad. España no es un país monárquico, fue juancarlista, y no creo que Leonor llegue. En todo caso, si lo hace y las cosas van de mal como van ahora, no creo que se acepte que el jefe del Estado lo sea de las Fuerzas Armadas. No se estila, es venderse a otros tiempos y no es lo que necesitan las monarquías de ahora”, añade.
Y remata con una anécdota: cuando al rey Faruk de Egipto le destronaron, dijo que le daba igual, que en 20 años sólo quedarían cinco reyes; los cuatro de la baraja y la reina de Inglaterra. Mientras, en Zarzuela empiezan a correr rumores sobre la formación militar de Leonor, sobre su necesidad, aunque quién sabe si acabará siendo un esfuerzo baldío. El tiempo -y el Gobierno- dirán.