Una noche de alcohol, discotecas, turistas en Magaluf (Mallorca) suele ser, desde hace años, el sinónimo de un cóctel salvaje de destrozos públicos, de un jaleo desorbitado, a veces de conflictos callejeros. En ocasiones las fuerzas del orden, interpeladas por los responsables de los locales de ocio, se ven obligados a intervenir, y se dan situaciones extremas como la que tuvieron que vivir dos agentes de la Guardia Civil que fueron expedientados por una intervención, según sus superiores, en la que emplearon la fuerza de las armas "sin causa justificada".
El expediente se les abrió por usar en repetidas ocasiones la porra durante un acto de servicio "infringiendo los principios y normas que regulan su ejercicio". Fueron sancionados con una falta grave, ratificada por el Director General del Instituto Armado.
Sin embargo, ahora el Tribunal Militar Central da la razón a los agentes, quienes interpusieron un recurso a la sanción. La sentencia, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, describe cómo los guardias civiles tuvieron que intervenir en una reyerta callejera en la que dos grupos británicos, en claro estado de embriaguez, iniciaron una pelea en el interior de un bar para luego, al ser expulsados del mismo, continuarla en la calle arrojando botellas, amenazando de muerte a los porteros del local, y causando un grave altercado público.
Los agentes, a través de sus servicios jurídicos, argumentaron que estaba acreditado que tuvieron que mediar en una pelea entre dos grupos de turistas británicos. Ante la amenaza de que la misma se reprodujera, los agentes agotaron primero las vías de persuasión verbal, para a continuación verse obligados a utilizar medios coercitivos.
El Tribunal ha fallado en favor de los dos miembros de la Benemérita anulando la sanción que se les había impuesto. En el expediente instructor se aportaba una grabación parcial de lo sucedido. El juez entiende que la presunción de inocencia de los dos efectivos del cuerpo se ve vulnerada ya que ese fragmento de vídeo no contiene ni refleja la totalidad de los hechos que se produjeron aquella noche, en una calle de la localidad situada al oeste de la isla de Mallorca.
Aquel vídeo salió publicado en diversos medios locales y británicos como ejemplo de una actuación desproporcionada de los agentes. No quedaba reflejado en él la realidad de lo que ocurrió aquella noche, los hechos que los agentes tuvieron que contrarrestar.
El abogado Antonio Suárez-Valdés, letrado defensor del agente sancionado, valora de manera muy positiva el fallo: "Nos encontramos ante un ejemplo de sentencia que anima a nuestros agentes a poder seguir manteniendo el orden y la seguridad ciudadana en nuestras playas, pese a estar dirigidos por políticos que no les llegan ni a la suela de los zapatos".
Amenazas de muerte
Los hechos se produjeron el 6 de octubre del año 2018. Cerca de las cuatro de la mañana, dos agentes de la Guardia Civil que se encontraban de servicio recibieron el aviso de una pelea entre dos grupos de turistas británicos en el interior de un pub de Magaluf.
Los porteros del local sacaron por la fuerza a la calle a uno de los grupos. Ya en el exterior, los jóvenes expulsados del bar presionaron de forma agresiva a los porteros para que les dejasen entrar de nuevo. Les amenazaron con botellas de cristal y con los casos que llevaban en la mano. Llegaron también a amenazarles "con un gesto de pasar el dedo por el cuello".
Los porteros, ante la posibilidad de que la situación empeorase, llamaron a la Guardia Civil. Los dos agentes no tardaron en presentarse a las puertas del establecimiento, y comprobaron la actitud agresiva de dos de los jóvenes, británicos, en estado de embriaguez, encarándose entre sí, forcejeando en plena calle y arrojándose botellas de cerveza.
Antes del incidente, tuvieron que llegar a interponerse entre los porteros y los jóvenes para evitar una posible agresión. Los británicos gritaban, proferían toda clase de insultos y amenazas, "vociferando y amenazando, mediante gestos, con cortar el cuello al personal del local".
Jóvenes agresivos
Al ver el panorama los agentes decidieron intervenir. La sentencia explica cómo los dos miembros del Instituto Armado decidieron, primero, disuadirles verbalmente, haciéndoles entrar en razón. Les amenazaron con sancionarles, pero los turistas seguían sin entrar en razón.
Los dos jóvenes volvieron a enfrentarse entre sí, con agresividad, y ya fue entonces cuando uno de los agentes sacó la porra de goma "y procedió a propinar dos golpes a uno de los varones británicos en la espalda, y otro a la mujer que les acompañaba". También les golpeó en una ocasión en las piernas.
Una vez habían agotado otros medios de intervención, al comprobar que la persuasión de la palabra no hacía efecto en los agresivos jóvenes, que continuaban generando el caos en plena calle, decidieron hacerles entender las cosas de otra manera. Solo entonces los jóvenes abandonaron el lugar sin que constasen nuevos incidentes y sin armar más alboroto en la zona.