El viernes, la diana sonó más pronto de lo habitual para Santiago de Colsa Trueba, capitán de navío y comandante del buque escuela Juan Sebastián Elcano. La alarma suele activarse una hora antes, a eso de las seis y cuarto de la mañana. Pero la jornada con la que se encaraba el inicio de este fin de semana se despertaron a las cinco. Era preciso estar frescos, preparados para una jornada crucial en el sacrificado viaje que dos meses atrás había emprendido la embarcación.
Ya en el exterior de ese bergantín-goleta, con sus cuatro mástiles y ese característico blanco que tiñen casco y cubierta, de Colsa constató que la nave embocaba la derrota convenida, en dirección al Estrecho de Magallanes. Acababan de iniciar el tránsito hacia la boca oriental de ese angosto paso marítimo, atravesando las aguas chilenas, con el fin de cruzar, más allá, al océano Pacífico.
Horas después, en aquel remoto lugar, siete grados de temperatura, algo de lluvia, los cielos encapotados y un ligero viento de poniente les acompañaban en la travesía... Unas circunstancias realmente favorables para afrontar un viaje trascendental. "Estamos viajando fenomenal".
Estaban replicando la hazaña que, justo cinco siglos atrás, logró la intrépida flota que se sumergió en las profundidades de los mares del Sur para emprender la aventura más importante de la historia de la navegación: completar, por primera vez, la primera circunnavegación de la historia. Dar antes que nadie la vuelta al mundo y regresar para contarlo.
El emblemático barco de la Armada Española está atracado habitualmente en el Arsenal de la Carraca, en la localidad de San Fernando (Cádiz). Esa es la base habitual de esa embajada flotante de las Fuerzas Armadas. No volverán a su hogar hasta la primavera del año que viene.
A miles de kilómetros de allí, dejando atrás las aguas del Atlántico, el comandante de Colsa, 54 años, más de tres décadas en el mar, descuelga el teléfono al otro lado del océano. Quiere ofrecer al reportero y a EL ESPAÑOL la crónica en exclusiva de esa jornada en la que se adentran en el estrecho. "Es la primera vez que doy la vuelta al mundo. El reto me ilusionaba enormemente. Es una satisfacción y una responsabilidad comandar un buque de la Armada, y más el Juan Sebastián Elcano".
El barco partió de Cádiz totalmente pertrechado, con las neveras llenas, en dirección a las Islas Canarias. Todo un reto por delante, en gran medida dadas las circunstancias globales de la pandemia. En el buque se guardan en todo momento las máximas precauciones para viajar libre de los contagios de la Covid-19. Pero eso no quiere decir que no permanezcan alerta. Ni la tripulación ni el barco tocaron tierra al atracar en Canarias, precisamente para no correr ningún riesgo de contagio. Tampoco en Uruguay o en Argentina, y tampoco lo hacen ahora en Chile.
Toda medida es poca y por eso la dimensión de la empresa, pese a contar con una tecnología mucho más avanzada que en la época de Magallanes, se ha convertido en un gran reto a cumplir en un escenario de tanta incertidumbre. Aquella expedición tenía sus dificultades, y esta tiene las suyas, dada la situación que se vive en todo el planeta. El gran sacrificio consiste en seguir la ruta de Elcano y Magallanes pese a los obstáculos que se viven actualmente a nivel global. Aún sí, los miembros de la Armada tienen la esperanza de completarlo viajando libres del virus por los océanos.
Después de hacer escala en Canarias, siguieron descendiendo el Atlántico, tal y como hizo en su día Magallanes. "Tardaremos 11 meses en completar el viaje -dice el capitán de navío-. No podíamos faltar en esta importante efeméride".
El viaje de Magallanes
Hace justo 500 años, el 20 de octubre de 1520, cuatro navíos españoles se internaban en la maraña de fríos canales del extremo más meridional de Sudamérica. 38 días después aparecieron ante ellos unas aguas desconocidas: las del Pacífico.
Los comandaba el navegante portugués Fernando de Magallanes. En otra de ellas, la nao Concepción, viajaba como segundo de a bordo un marinero vasco nacido en la localidad de Getaria: el maestre Juan Sebastián Elcano. Sería él quien, tras la muerte de Magallanes en la batalla contra una tribu indígena de Filipinas, condujo hacia España aquella expedición.
En 1522, tres años después de comenzar el viaje, Elcano completaba la gesta al alcanzar con la única nave que sobrevivió al viaje el puerto de Sanlúcar de Barrameda.
Ahora, el 93 crucero de instrucción del buque escuela se convierte en uno de los hitos más importantes en la conmemoración del 5º centenario. Desde 2019 y hasta 2022, los tres años que tardaron en completar la ruta, hay programados todo tipo de eventos para recordar ese hito de los anales de la navegación.
La tecnología naval del siglo XXI y de la Armada permite que ellos sean capaces de completar el recorrido en un tercio del tiempo de aquella épica aventura. En apenas 11 meses estarán de vuelta. Partieron de Cádiz el 24 de agosto. El 30 de septiembre llegaron a Montevideo (Uruguay). 18 días después se encuentran en disposición de encarar el ascenso hacia el norte.
Cuando atiende la llamada al fondo se puede percibir con nitidez el fuerte silbido del viento que atraviesa con ellos el canal. "Es lo propio de los estrechos. Estamos en un espacio muy rodeado de corrientes. Tenemos fuerte viento, potentes corrientes. Lo único, que eso no da pie a que se levante oleaje".
A la una de la tarde hora local, seis de la tarde en España, emprenden el camino hacia el puerto chileno de Punta Arenas. Allí, dice el comandante, harán escala antes de proseguir el rumbo. "Nos va a permitir asistir a los actos con motivo del descubrimiento de este paso marítimo que conecta los océanos. Servirá para reforzar los vínculos".
La tripulación
Dice Santiago de Colsa que Chile y España son dos naciones hermanadas. "Compartimos esa dimensión marítima. Cuando vivimos de cara al océano, chilenos y españoles somos capaces de crear sociedades dinámicas, acogedoras y abiertas. Si vivimos de espaldas a la mar, entramos en períodos de decadencia".
La tripulación que está emulando la proeza de Elcano la componen 172 personas. 34 de ellas son mujeres. "La dotación está llevándolo muy bien. Están absolutamente comprometidos con la misión. Están entusiasmados, y estamos viviendo todos una experiencia única al navegar por estas zonas tan poco transitadas. Vamos a navegar por todo el Pacífico, por el sureste asiático, el Índico... Es un desafío ".
A las ocho de la mañana, el buque escuela recogió a los prácticos chilenos que les guiaron a puerto. Un práctico es un marino con conocimientos en las aguas de la zona que se encarga de guiar a los barcos en aguas complicadas, como pueden ser las de los canales angostos, los ríos o un puerto de intenso tráfico. Se trata simplemente de un asesor que les acompaña hasta el fondeo. "Es obligatorio ir con ellos. Son quienes mejor conocen la zona, las corrientes. Nos han ido asesorando muy bien".
El barco, pese a sus 93 años, se encuentra en plena forma. A lo largo de la última década se ha tenido que someter a cuatro reformas en el casco y en los motores que lo han dejado como si acabara de celebrarse su botadura. Está nuevo. Y por ello, aún con su avanzada edad, está siendo capaz de sortear toda clase de peligros.
Cada uno de ellos tiene una función de cumplir: en cubierta, en alturas, en la sala de máquinas, el control de la tecnología punta de navegación marítima, los cocineros... Tienen todo lo necesario para que las cosas vayan saliendo etapa tras etapa.
Vocación desde la infancia
El capitán de navío Santiago de Colsa Trueba siempre ha estado ligado de un modo u otro al mar. Nació en Santiago de Compostela, pero pronto sus padres se trasladaron a vivir al País Vasco, primero en San Sebastián y luego en Bilbao. Fue en ambas ciudades donde realmente se aficionó a la práctica deportiva de la vela ligera. A la vez comenzó a sentir la vocación militar. No tenía ningún ejemplo cercano en la familia en quien fijarse, pero ese fue su objetivo.
Por eso al acabar el colegio decidió regresar al lugar en el que había nacido, Galicia, para ingresar en la Escuela Naval Militar de Marín. Era el año 1987. Cuando finalizó su formación encontró su primer destino en la Fragata Asturias en el Arsenal de Ferrol. Allí inició su andadura en la Armada como alférez de navío.
En cuanto tuvo la oportunidad, se propuso completar la especialidad de submarinos. "Siempre fue mi ilusión hacerme submarinista- recuerda-. Luego logré servir en distintas embarcaciones de estas características en misiones por todo el mundo: en el Delfín, en el Tonina, como segundo comandante del submarino Tramontana, y también como comandante del Siroco".
De Colsa ha participado como submarinista en misiones tales como la Active Endeavour, un dispositivo naval de la OTAN para combatir el terrorismo en el Mediterráneo. Buques, submarinos y otras aeronaves de ese organismo internacional patrullan y supervisan las aguas mediterráneas para regular y vigilar el tráfico marítimo en la lucha contra el terrorismo internacional.
Precisamente, una de las amenazas que ahora somete al continente y a todo el planeta es el coronavirus. La Covid-19 ha hecho estragos en todo el mundo. Por eso antes de partir, en el buque escuela se tuvo que someter a la tripulación a un riguroso examen antes de iniciar el largo viaje alrededor del mundo.
Por precaución, las PCR y la cuarentena para todos los miembros reusltaron obligatorias en los días previos a salir del puerto. "Antes de zarpar de Cádiz cada miembro de la tripulación se sometió a una cuarentena de varias semanas. También a varias pruebas PCR para ir comprobando que todos estábamos bien", dice el comandante.
No son las únicas medidas que se toman allí. Extremar los cuidados y la salud de todos aquellos que viajan a bordo se ha convertido en una tarea fundamental para que el viaje prosiga alrededor del globo. Y por eso en el Juan Sebastián Elcano permanecen siempre alerta.
Como todos por el momento se encuentran sanos, libres del virus, en el bergantín-goleta se goza de cierta libertad, y se puede trabajar y faenar sin mascarilla. Pese a todo se han extremado los cuidados y las medidas para que, en cada escala, nadie contraiga la enfermedad.
Surcar el Pacífico
La parada en aguas chilenas les permitirá descansar un par de días, todo el fin de semana, hasta iniciar de nuevo el rumbo en dirección a esas aguas que, al hallarlas, a los expedicionarios de Magallanes les resultaron completamente desconocidas.
El siguiente paso consistirá en el ascenso al norte. Se dirigirán a la ciudad de Valparaíso, uno de los puertos con mayor movimiento de todo el Pacífico Sur, y después a Callao, en aguas peruanas.
Más adelante, en el viaje, la siguiente escala se producirá en la localidad ecuatoriana de Guayaquil, el buque escuela tiene la intención de incorporar a los guardiamarinas, los alumnos aspirantes a oficiales en el seno de la Armada. Llegarán allí para recogerles, tras varias etapas bordeando la costa de Chile y Perú, en los primeros días de diciembre. Después asomará Acapulco.
Dice el capitán de navío que, más o menos, todas las etapas entrañan cierta complicación, pero que a él la que más le apetece será cuando se adentren en el Pacífico, replicando el trayecto del Galeón de Manila. "Todas tienen sus peculiaridades. El tránsito que hagamos desde Acapulco hasta Manila, siguiendo el sendero abierto por aquellos marinos españoles, es quizás la que más me apetece. Es una ruta muy velera, con vientos favorables".
El índico asomará ya en 2021, después de surcar las aguas asiáticas. "Regresaremos a España a través del Canal de Suez. Eso nos ahorrará tiempo, ellos dieron la vuelta a África por Buena Esperanza". La idea es llegar de vuelta al final de la próxima primavera, en torno al 13 de junio del año que viene.
La prueba del gran reto afrontado por los descubridores españoles del siglo XVI en aquella empresa es que de los 239 tripulantes y 5 embarcaciones que partieron tan solo regresaron 18 a bordo de la nao Victoria, comandada por Elcano. "Estamos para poner en valor la audacia y la tenacidad de aquellos intrépidos hombres. Fue la mayor epopeya de la historia de la navegación".
Siete horas después de la conversación, a la una de la mañana hora española, siete de la tarde al otro lado de la tierra, un mensaje desde el buque escuela anuncia que acaban de fondear en Punta Arenas. Descansarán allí durante todo el fin de semana. Su gran esperanza para cuando regresen a España es que el mundo sea otro, un sitio mejor, un lugar diferente.