Pablo Casado intenta mostrarse indiferente hacia una moción de censura que "no me importa nada" y que "no vale para nada". El desprecio que muestra públicamente hacia "una maniobra parlamentaria condenada al fracaso" choca, sin embargo, con la enorme resistencia del presidente del PP a aclarar el sentido del voto de su grupo parlamentario: si se abstendrá, como hizo el Grupo Socialista en la moción de censura que Pablo Iglesias presentó contra Mariano Rajoy en 2017 o si, por el contrario, votará en contra.
El manto de secretismo que Génova ha extendido sobre esta votación ha provocado el efecto contrario del que busca su líder: en lugar de no hablar de una moción fallida se han desatado todo tipo de especulaciones sobre cuál debe ser el sentido final del voto.
En este contexto, en la cocina de Génova vuelven a palpitar las dos almas que conviven en la formación. Una está liderada por el secretario general, Teodoro García Egea, partidario del 'no' rotundo a la moción de Abascal y mirar de frente a Vox, como un partido rival al que hay que derrotar en las urnas.
La otra vertiente es la que abandera la exportavoz, Cayetana Álvarez de Toledo, partidaria de la abstención porque "la inevitable derrota numérica no es argumento suficiente para rechazarla, ya que inhabilitaría al PP para presentar la suya propia propia en el futuro".
García Egea fue el primer líder del Partido Popular que salió a pronunciarse públicamente cuando Santiago Abascal anunció que presentaría una moción contra el Gobierno de Pedro Sánchez. El secretario general del PP vio claro que era una "maniobra de distracción" que "refuerza" al PSOE, y rápidamente entendió que los conservadores no podían ligar su futuro al de Santiago Abascal: "Moción de censura post vacacional para salvar al soldado Sánchez", replicó el 'número dos' del PP minutos después de darse a conocer la moción.
Oportunismo
Aunque es minoritaria, hay otra corriente interna en el Partido Popular que comparte la teoría de Cayetana Álvarez de Toledo y teme que los votantes de centroderecha no perdonen un voto en contra de echar al Gobierno de Sánchez. En un vídeo publicado en el canal de Youtube, la diputada por Barcelona reconoce que la moción de Vox es "puro oportunismo político", pero subraya que "muchas decisiones en política se toman por esa oportunidad: Lo importante es que las decisiones tengan motivos y en este caso hay muchos. A veces no se gana numéricamente, pero sí en autoridad política y moral". Casado advirtió este lunes que los estatutos no permiten el voto de conciencia en este tema y que los 89 diputados del Grupo Parlamentario deberán votará lo que él decida.
Mientras el reloj sigue su curso, Casado sigue tomando nota de las ventajas y de los inconvenientes de tomar una postura intermedia -la abstención- o el 'no' rotundo, que podría provocar un efecto colateral inmediato: que Vox le retirara el apoyo en aquellas comunidades o ayuntamientos donde el PP los necesita para gobernar.
El líder del PP tiene de límite hasta el jueves para despejar las dudas: la moción empieza a debatirse el miércoles, pero en este debate los grupos parlamentarios intervienen de menor a mayor tamaño, por lo que el Grupo Parlamentario Popular será el último en tomar la palabra.
Alternativas
Atrapado por los pros y contras de tomar una u otras decisión, Casado no ha desvelado todavía quién defenderá la postura definitiva del partido. De momento se sabe que la ejecutiva del PSOE de este lunes decidió que interviniera el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para "confrontar alternativas", según definió el secretario de Organización, José Luis Ábalos.
Unidas Podemos tomó la decisión de que sólo intervinieran mujeres, pero finalmente dará más notoriedad a la moción de censura de Santiago Abascal y ya se ha anunciado que durante la sesión tomará la palabra el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. Por parte de Ciudadanos, será su presidenta, Inés Arrimadas, la persona que defienda su voto en contra a esta alternativa de Gobierno.
El Gobierno ha encontrado en esta confrontación de alternativas una manera de volver a engrasar el bloque de la investidura frente a Vox y a un Partido Popular que sigue dudando de en qué lado colocarse.
La indecisión de Génova proyectan un rayo de esperanza en Moncloa: si los populares votan finalmente en contra de la moción, consideran que será posible abrir una vía de negociación entre PSOE y PP para renovar los órganos judiciales, en funciones desde hace meses. Si finalmente Casado opta por la abstención, Moncloa no ve ninguna posibilidad de cerrar ningún acuerdo con el principal partido de la oposición.