En su largo discurso en defensa de la moción de censura contra Pedro Sánchez de este miércoles, Santiago Abascal se descolgaba con una reivindicación de la provincia frente al "microcentralismo", decía el líder de Vox, de las comunidades autónomas, cuya supresión está en el programa de máximos de su partido. Apelando a su origen "alavés" (en realidad nació en Bilbao, en 1976, pero su familia es de Amurrio, un pueblo de Álava) Abascal pedía "recuperar la grandeza de las provincias con sus matices" frente a las instituciones autonómicas nacidas al amparo de la Constitución de 1978, a su juicio culpables de homogeneizar las distintas realidades territoriales que albergan.
En síntesis, una reivindicación de la división administrativa más antigua de España, creada por Javier de Burgos en 1833, en 52 subdivisiones, frente a las 17 regiones actuales. O un paso del Estado autonómico a una suerte de Estado provincial.
La dicotomía entre autonomías y provincias ya se suscitó en la campaña de las elecciones generales de 2011, cuando el entonces candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, propuso la supresión de las diputaciones provinciales, a la que se opuso entonces Mariano Rajoy, el candidato ganador de aquellos comicios, que le auparon a la presidencia del Gobierno. Años después, fue Albert Rivera quien recogió esa bandera incluyendo en el programa electoral de Ciudadanos para las generales de 2015 la eliminación de las diputaciones, algo que volvió a susctirar una enorme polémica.
Consultado por El Español, uno de los arquitectos del Estado de las autonomías, el catedrático de Derecho Francisco Sosa Wagner, admite que esa amenaza de la concentración de poder en los gobiernos regionales existe, dado que, explica, "todo poder político tiende a reforzarse y uno de los medios para ello es ocupar el escenario político expulsando a todo aquello que le haga sombra. Así nació el Estado moderno, expulsando de su entorno a los señores feudales y a la Iglesia. Las CCAA no son una excepción y han hecho lo posible para ser el centro de la vida regional".
Sin embargo, Sosa Wagner, tirando de su propia experiencia en la comisión coordinada por Eduardo García de Enterría que a principios de los ochenta asesoró al presidente Leopoldo Calvo Sotelo y al entonces líder de la oposición, Felipe González, sobre la articulación del incipiente Estado autonómico, asegura que precisamente ese temor es lo que hizo que las provincias se "blindaran" en la Constitución. La Carta Magna, de hecho, las reconoce como circunscripción electoral.
Un objetivo, el de salvaguardar la independencia provincial, que a su juicio se ha cumplido solo "a medias". "Nosotros dejamos dicho que las diputaciones serían la Administración indirecta de las CCAA. Esto quería decir que debían evitar crear su propia Administración periférica y apoyarse en los servicios de las diputaciones. El fracaso de nuestra propuesta ha sido total, han proliferado los tales servicios periféricos con el nombramiento de delegados, subdelegados y otros personajes" reflexiona el autor de "El Estado Fragmentado".
Comunidades uniprovinciales
Por su parte, el constitucionalista Francesc de Carreras diferencia entre las autonomías uniprovinciales como Madrid, Murcia o Navarra con otras con muchas provincias como Castilla y León o Andalucía. En estas últimas, subraya, es probable que se incurra en ese vicio del centralismo, aunque a su juicio el principio de la descentralización para toda España está relacionado con la "eficacia" en la gestión y eso sí justifica cierto poder centralizado en los gobiernos regionales.
De Carreras, no en vano uno de los principales impulsores de Ciudadanos y el autor de su primer ideario en Cataluña, defiende sin ambages acabar con las diputaciones provinciales, que de hecho no existen en las comunidades de una sola provincia. Aunque esa modificación requiere de una reforma constitucional, considera De Carreras que debería abordarse dentro de una "gran reforma administrativa" ya que a su juicio todas las administraciones, tanto las locales, como las autonómicas y el Estado central, "están sobredimensionadas".
El planteamiento expresado por Abascal en su discurso, largamente preparadado para la ocasión, desconcierta al editor de Politikón Pablo Simón, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III. "Creo que Abascal se ha hecho un lío" asegura a preguntas de este periódico. "La propuesta puede tener que ver con apelar a la identidad más rural, pero me resulta extraño, no está en su programa electoral" concluye.
Lo cierto es que la discusión sobre el modelo de división territorial en España sigue siendo un asunto inevitable en cualquier debate político, como el que esta semana tiene lugar en el Congreso de los Diputados con la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez.