En cuanto los agentes irrumpieron en las viviendas los miembros del clan empezaron a arrojar la droga y el dinero por la ventana. Una de las mujeres fue, al mismo tiempo, sorprendida in fraganti cuando trataba de esconder fajos de billetes en el aparato de aire acondicionado de la entrada de la casa. Nada más acceder a los narcopisos, se encontraron con 10 menores, en situación de desamparo. Los niños vivían allí con sus familias, testigos del trasiego de yonquis, de camellos, de cómo sus mayores mantenían activo el punto de venta de heroína más importante de Madrid.
200 agentes de la Policía Nacional acaban de llevar a cabo el mayor golpe contra los narcopisos en la capital del país. Un gigantesco dispositivo con el que han desmantelado los 10 apartamentos más concurridos de la ciudad, todos situados en cuatro bloques de la misma calle, Cullera, en el distrito de Latina.
Fuentes de la investigación narran a EL ESPAÑOL cómo, tras nueve meses de indagaciones, se desarrollaron los registros a primera hora de este miércoles. Querían realizarlos todos de manera simultánea. A las seis de la mañana, una caravana de 43 vehículos de la Policía Nacional bloqueaba la vía en cuestión.
El objetivo de esta operación, bautizada como la 'Operación Jimeno', era rodear los cuatro edificios, el 8, el 10, el 14 y el 16, para evitar la fuga de los delincuentes. Solo de ese modo, empleando el factor sorpresa y un sofisticado dispositivo, lograron apresar a 22 miembros de cuatro generaciones distintas de la familia de los Jiménez, el que controlaba buena parte del negocio en la ciudad.
Todos estaban implicados en la trama. Se han logrado intervenir 25.000 euros en efectivo, armas de fuego, joyas, y también la droga hallada en los inmuebles.
A 10 metros de un colegio
Vendían de todo, pero principalmente caballo. El lugar, afirman los investigadores, poseía unas características que la convertían en un punto estratégico para la distribución de las sustancias estupefacientes.
Tiene una sola vía de entrada, un solo sentido, lo que facilitaba la vigilancia de las inmediaciones a los 'aguadores' de los Jiménez (en el argot, los centinelas a sueldo de la familia que controlan el perímetro del punto de venta).
A pocos metros de esa suerte de mercado domiciliario en el que el clan vendía su heroína, está el Colegio Bienaventurada Virgen María. En noviembre del año pasado los padres del centro y los vecinos de otros pisos de esa misma calle empezaron a percatarse de que decenas de toxicómanos peregrinaban día tras día hasta el barrio para adquirir una nueva dosis.
Comenzaron entonces los problemas, que se acentuaron con el confinamiento de los últimos meses. A escasos minutos se encuentra la estación de Metro Laguna, que conecta el barrio con todo el sur de Madrid. Los agentes, en los seguimientos, constataron que llegaban hasta allí yonquis procedentes de múltiples municipios del sur de la comunidad: desde Móstoles, desde Leganés, desde Fuenlabrada. Todos buscando ese nuevo punto de venta de heroína.
Los consumidores de estas sustancias no dejaban de entrar y salir de los pisos, y comenzaron a generar problemas. Hubo denuncias de amenazas, agresiones, múltiples llamadas al 091. Expusieron los hechos en la comisaría del barrio. Quienes accedían a los narcopisos no solo amenazaban a los vecinos, sino que también llegaban a hacerse sus necesidades en la vía pública y a agredir a los habitantes del barrio.
Todo ello hizo que saltaran las alarmas y los agentes de la Policía Nacional se pusieron a investigar hasta completar el rompecabezas del entramado que han desarticulado esta mañana.
Rejas blindadas
Los 200 agentes que desarticularon la organización en el distrito Latina pertenecían a distintos grupos. En la operación han participado el Grupo Operativo de Respuesta (GOR), la Unidad de Prevención y Reacción (UPR), el Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas y la Unidad de Intervención Policial (GOIT) de la Policía Nacional.
La idea era disponer de todos los medios técnicos que pudieran ser necesarios. Tuvieron que intervenir con su maquinaria especializada al comprobar que algunas de las puertas eran dobles, estaban blindadas o incluso se protegían con una doble reja al otro lado del umbral.
A estas horas la operación continúa, y en la zona están desplegados los servicios de Subsuelo y Unidad Canina, así como agentes de Policía Judicial, tanto del distrito afectado como de la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Gracias a las arduas investigaciones, los policías sabían que en esos pisos se iban a encontrar una buena cantidad de menores. 10, en concreto, todos descendientes de los cabecillas, vivían con ellos, presenciando a diario la venta de heroína.
Por eso también ha participado en el despliegue el GRUME (Grupo de Menores) de la Policía Nacional, para hacerse cargo de los niños que hallaron durmiendo en los narcopisos, en situación de desamparo, y ponerse después a cargo de ellos o para llevárselos a otros familiares, o para dejarlos bajo la tutela de los Servicios Sociales Municipales.
Los vecinos, muy agradecidos por la operación, ya respiran aliviados. Dicen los agentes que aun queda mucho trabajo por delante. Por el momento, en las inmediaciones de la calle todavía están recogiendo las papelinas y las bolsas con la droga, arrojada por los traficantes desde las ventanas al percatarse de que ya estaban perdidos.