A la hija de Rosario le tocaba pasar el día con su padre. Al caer la noche decidió bajar sola a la calle, en las inmediaciones de la plaza de Crevillent (Elche, Alicante) para disfrutar del frescor del relente estival, y para presenciar de cerca la actuación de la orquesta. Era jornada de celebración. Tenían lugar las fiestas.
La joven (cuyo nombre omitiremos por preservar su intimidad) frecuentaba de vez en cuando aquel lugar. Sin embargo, cuatro horas después -era la madrugada del 10 al 11 de agosto de 2019- el padre comenzó a preocuparse. Su hija no había regresado a casa. El hombre llamó a su ex pareja. Le dijo que había bajado, que no la había visto y que nadie sabía nada de ella.
-Sandra no aparece.
-¿Pero por qué no me lo has dicho antes? -respondió Rosario.
La madre de la joven salió corriendo de casa. No tardó en denunciar su desaparición esa misma madrugada. En la puerta de la comisaría de Policía Nacional de Elche, dos o tres jóvenes intentaron colaborar. "Me dijeron que les pasara la foto para difundirla y que la gente la fuera buscando. Se la di y me fui de vuelta al barrio a buscarla".
La mujer relata a EL ESPAÑOL la desesperación de las horas siguientes. El regreso a la plaza, el momento en que sacó su teléfono y empezó a exhibir a todo el que se encontraba una imagen de su hija. Imploraba que la ayudasen. Todos comprendían la gravedad de la situación, acentuada al explicar que su hija era además un ser extremadamente vulnerable, aquejada de una discapacidad psíquica del 67%.
Publicó la foto en redes sociales y prosiguió removiendo cielo y tierra para encontrar alguna pista, un rastro que corría el riesgo de difuminarse con el paso de las horas. Entonces, en el mismo lugar en el que había desaparecido, en el parque de Crevillent, un hombre de aspecto desaliñado se le acercó a la madre por detrás y le dijo: "Tranquila, que tu hija está bien".
La mujer se detuvo un momento y tras asimilar las palabras de aquel individuo, comenzó a chillar.
-¡¿Y tú cómo sabes dónde está mi hija?! -le espetó Rosario.
-Es que me tienes que dar unas horas.
-¿Pero estás loco o qué? Que me digas dónde está, ¡que me digas dónde está!
"Me volví loca", recuerda la mujer. "Era un pedazo de hijo de puta. El tío contestaba con evasivas, no me decía dónde estaba mi hija. Viendo que no me decía nada, llamé a un amigo que tengo en la Policía Local que conocía de la zona, y me dijo: 'Vete del parque que voy yo ahora'".
Horas después la víctima apareció muy cerca, frente a la puerta de un supermercado. Dice que tenía el vestido manchado y roto. "Cuando se montó en el coche estaba temblando. 'Qué te han hecho, qué te han hecho', le dije".
Rosario le insistió hasta que su hija le acabó contando que aquel tipo la había raptado. Horas después le contó que había sido víctima de una agresión sexual.
Aquel individuo que merodeaba en el parque era el que presuntamente la había encerrado en su apartamento. El presunto agresor, de 56 años, fue automáticamente detenido. Se encuentra desde hace un año en el centro penitenciario de Fontcalent (Alicante). Está acusado de retener y violar a la joven en su apartamento. La víctima, en el momento de los hechos, tan solo tenía 22 años.
El abogado de la familia, el experto penalista Juan Luis Benítez, pide 18 años de prisión, 15 por la agresión sexual y otros 3 por la retención ilegal, así como una indemnización de 30.000 euros para la joven.
ADN en la joven y en el piso
En un primer momento, el acusado negó haber violado a la chica. Lo hizo en su declaración ante el Juzgado de Instrucción, donde finalmente admitió que había mantenido relaciones con la joven. Alegó que éstas fueron consentidas. Esas explicaciones, así como los cambios de versión, no convencieron a los magistrados del juzgado. Tampoco a los de la Audiencia Provincial de Alicante.
El tribunal encargado del caso desestimó la petición de uno de los abogados de oficio del acusado de dejarle en libertad provisional. El juicio está ya señalado, y se producirá entre los días 14 y 21 de enero.
Fuentes cercanas al caso aseguran a EL ESPAÑOL que existen pruebas irrefutables de los hechos. El ADN de la joven apareció en la habitación del piso del acusado. Los restos biológicos del presunto agresor, a su vez, fueron detectados en las partes íntimas de la chica. Todo ello figura en dos de los informes que constan en el sumario.
La primera de esas periciales arrojaba, según las mismas fuentes, problemas de interpretación. Se reenvió y se solicitó una aclaración, que llegó en forma de un segundo informe analizando el ADN hallado en la víctima y en la habitación
Una pesadilla
"Ella me dijo que la cogió del brazo y se la llevó a su casa. La tuvo casi un día encerrada. Le hizo de todo", dice su madre. Su vida es una pesadilla desde entonces. La acusación sostiene que abordó a la víctima en un parque, la llevó a su casa y que presuntamente la agredió allí en repetidas ocasiones.
El abogado de la chica asegura que todos han dejado de lado a esta familia. "Nadie les ha ayudado. Esta persona está muy afectada. Nadie experto en este tipo de trastornos se ha puesto en contacto con ellos. Me lo dicen a mí cuando vienen a verme. Empezó a decir que ella no quería verlo, que tenía miedo. Echo en falta eso, que las administraciones le hayan echado una mano".
Poco después de nacer, la joven sufrió una caída y se rompió un brazo. Una serie de complicaciones que se produjeron entre las operaciones y el proceso de recuperación le provocaron una discapacidad psíquica del 67%.
Convive con esas dificultades desde entonces. Depende de su familia en muchos de los quehaceres cotidianos. De ahí, debido a la patente vulnerabilidad de la joven, la enorme preocupación de Rosario cuando desapareció y pensó que la había perdido.
Un año y medio después de haber padecido aquella pesadilla, la hija de Rosario sigue teniendo pesadillas por las noches. "Se despierta cuando duerme, diciendo: 'Mamá, está aquí, me quiere matar'. Se pone a pegarse puñetazos, le da miedo incluso tener que verle cuando tengamos que ir en enero al juicio".
El parte médico acabó confirmado que había sufrido una agresión. La víctima no sabía regresar al lugar en el que la habían encerrado horas atrás. Ahí los efectivos policiales se desplegaron para iniciar la búsqueda del presunto autor. La joven le reconoció cuando lo encontraron en plena calle y los agentes se lo llevaron esposado a comisaría.
Rosario es pensionista. Se pasó media vida trabajando en una fábrica de calzado de Elche. Hace unos años una lesión en el túnel carpiano le dejó paralizadas las manos. "Se me encogían los dedos, a raíz de haber estado trabajando siempre en eso desde los 13 años". Su padre tuvo una fábrica de calzado en la zona.
Siete veces le tuvieron que operar. Todavía le quedan pendientes un par de intervenciones más en ambas manos porque apenas tiene sensibilidad en los dedos. "Se me quedan dormidos. Pero aunque me duelan, yo atiendo en todo a mi hija, porque ella no puede ducharse sola, no puede lavarse. Allí estoy para lo que necesite".