Las declaraciones de Mikel Azpeitia, ex párroco de Lemona (Vizcaya), sobre ETA siguen dando que hablar. Un colectivo de guardias civiles ha enviado una carta al Papa Francisco para pedirle que tome medidas al respecto de esas declaraciones en las que venía a justificar los crímenes de la banda terrorista.
"Nos dirigimos a Su Santidad solicitando su comprensión y su intervención para poner orden y evitar que hechos como los descritos vuelvan a producirse, por respeto a la memoria de todas las víctimas y el consuelo de sus familiares", reza la carta.
Los agentes recuerdan en su misiva el dolor que ha causado la banda y remarca la "trágica etapa" de la historia reciente de España. "Nuestros hijos también han sido asesinados por el simple hecho de ser hijos de guardias civiles", dice la carta escrita por la Asociación Pro Guardia Civil (APROGC).
"Más cerca de los terroristas".
"5 fallecieron junto con 6 familiares en Zaragoza el 11 de diciembre de 1987 mientras dormían tras la explosión de un coche bomba en la casa cuartel de la Guardia Civil. Otros 5 fallecieron mientras jugaban en el patio del Cuartel de la Guardia Civil de Vic (Barcelona) el día 29 de mayo de 1991", prosigue.
Dicen que las palabras del religioso, apoyadas por otros miembros de la iglesia vasca, deben ser conocidas por el Papa. "La historia de lo que ocurrió en estos años no deja en buen lugar a la Iglesia vasca desde el mismo nacimiento de ETA; siempre estuvo más cerca de los terroristas que de las víctimas. Muchos fueron los sacerdotes del país vasco que ayudaron, encubrieron, aplaudieron, y sonrieron a los asesinos de ETA".
La polémica se produjo a raíz de salir a la luz unas declaraciones del sacerdote en el documental Bajo el silencio, de Iñaki Arteta. "Se llegó también a lo que después llegó a llamarse terrorismo, que no era en principio terrorismo, sino una respuesta a la represión que se estaba sufriendo, que es muy distinto, ¿no?".
"Y aquella situación se aplaudía y la aplaudía toda la gente autóctona, digamos -continuaba el sacerdote-. Y se aplaudía que se pudiera matar a un guardia civil porque, admitiendo que hay unas circunstancias de opresión, se viera un pueblo al que no le permite desarrollar su cultura, no se permite que se manifieste…. Pues el luchar contra la opresión sería justo".
Desde APROGC no se entiende cómo desde un sector de la iglesia "se justifique y aplauda a una banda de asesinos, y tampoco entendemos como esos sacerdotes siguen humillando a tantas víctimas, cuando deberían prevalecer el consuelo y el aliento necesario para superar esta triste etapa de nuestra historia".
Por eso los agentes de la Benemérita reclaman, como máximo exponente de la Iglesia Católica, que tome medidas "correctoras" contra esos y otros párrocos "que manchan el nombre de la Iglesia". Su "abominable" comportamiento público de aplauso a los asesinos, explican "es incompatible con el ejercicio del sacerdocio".