Los agentes no olvidan la ocasión en la que salvaron a una joven de 16 años que vivía en Menorca. Sucedió hace año y medio. Les había llegado el aviso de que, en un chat, en un foro virtual de los muchos que proliferan a día de hoy en el mar infinito de internet, la chica había manifestado su intención de suicidarse.
"No nos dio buena espina. No tenía buena pinta", dice a EL ESPAÑOL Roberto Fernández, inspector jefe de la sección de Redes de la Unidad de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional. Es cierto, como explica el jefe de este grupo, que buena parte de las veces que esas advertencias llegan a su oficina la intención que tiene esa persona no es, realmente, la de quitarse la vida. Que es posible solo esté reclamando atención. Que sea una llamada de socorro.
Pero ellos trabajan todos los casos por igual. Del mismo modo, con idéntica disciplina y método. Como si en cada uno la vida de alguien corriera verdadero peligro. Lo hacen así porque saben, como en aquella ocasión, que es algo que puede suceder.
La joven de Menorca daba muchos detalles en sus comunicaciones. No se había recuperado de un reciente y traumático episodio en su entorno más cercano. La actuación se produjo en cosa de horas. Para ellos ese período de tiempo en el que rastrean hasta localizar la dirección IP desde la que se lanzó el mensaje resulta crucial.
"La única solución es acudir al juzgado de guardia, y el juzgado nos da esa orden para poder saber a qué domicilio está asociada esa IP. En este caso pedimos la dirección, nos dio la titularidad de la conexión y nos salía Menorca", dice el inspector. "Telefoneamos rápidamente a los compañeros de allí, les pusimos al tanto, se desplazó un Zeta al domicilio y verificó que se trataba de una menor con una intención real de acabar con su vida".
Uno de los amigos de la joven, dice el agente, se había suicidado 10 días antes de que la salvaran a ella. "Estaba mal", dice, y eso les puso en alerta. Un contingente de policías de la zona acudió al lugar, a petición de la Unidad de Ciberdelincuencia, y la convencieron de que no se quitara la vida.
Ese es el trabajo que, día tras día, realizan los 13 miembros de esa unidad dedicada exclusivamente a las redes sociales dentro del área de Ciberdelincuencia. Su labor y su presencia en esos nuevos espacios virtuales es esencial para evitar y resolver esta clase de situaciones, que no son pocas.
Más de 30 casos al año
Para la labor que desarrollan, este equipo de agentes deben tener un perfil puramente de investigadores. Son Roberto y sus hombres los encargados de velar por la prevención del suicidio. A su cargo, los 13 agentes se dividen en dos grupos que se reparten todas las tareas, y vigilan las situaciones que localizan tanto en España como en el extranjero.
Reciben 3 casos de estas características al mes, más de 30 personas en España, la mayoría de jóvenes que cada año tratan de quitarse la vida y lo anuncian de algún modo en internet. Muchos de ellos, tal y como mencionaba el inspector, son amenazas que nunca se llegan a consumar; pero es ahí donde se vuelve de gran importancia, pese a todo, permanecer alerta.
Lo primero que suelen hacer es verificar el lugar en el que vive esa persona. En ese momento lo importante es identificarla. "A veces solo nos dan un apodo , una geolocalización. No sabemos quién es, pero dan hacemos la investigación con las compañías de teléfono, con otras empresas, les pedimos datos a Facebook, Yotube, o a otras plataformas".
Siempre que actúan lo hacen contando con la urgencia del tiempo que se les echa encima, con la sensación de que algo irremediable puede llegar a ocurrir. Lo primero es localizar la situación. "Luego verificamos si ese anuncio es verdadero o no y si esa persona necesita algún tipo de asistencia médica o psicológica". Y por eso tienen tanto éxito en sus operaciones.
Suicidio en Tik Tok
Fueron estos mismos agentes los que evitaron las pasadas Navidades el suicidio de una joven que había manifestado su intención de quitarse la vida en la red social Tik Tok. Ocurrió en Benidorm (Alicante).
El caso ejemplifica a la perfección lo esencial que es la colaboración con otras policías en esta materia. Según los investigadores, lo que motivó la actuación inmediata fue que la joven había publicado un vídeo en ese lugar en el que expresaba la intención de quitarse la vida.
Las imágenes fueron detectadas por la policía griega. Tras diversas gestiones, los agentes griegos ubicaron a la mujer en España y comunicaron los hechos a través de las unidades nacionales de Interpol a la División de Cooperación Internacional de la Policía Nacional.
Querían que se comprobasen la veracidad de los hechos y el estado de salud de la usuaria. Una vez analizada la información por parte de la unidad de Ciberdelincuencia, se realizaron rápidas gestiones hasta averiguar que se trataba de una menor de edad, de nacionalidad belga, y con domicilio en Benidorm.
Al llegar al lugar los policías comprobaron que las intenciones suicidas eran veraces ya que tenía marcas de cortes en sus dos muñecas. Por tal motivo se solicitó la presencia de servicios sanitarios en el lugar y, con la autorización de los progenitores, fue trasladada a un centro hospitalario para su valoración y tratamiento.
Esta misma semana fueron ellos los encargados de ayudar a una policía foránea. Les entró un aviso de un chat procedente de Nueva York en el que un joven decía que tenía un cuchillo y que se iba a suicidar cotándose las venas. No tardaron en alertar a las autoridades estadounidenses.
"Es cierto que la mayoría de las ocasiones son retos, tonterías de chavales jóvenes, entre 14 y 18 años, que cuelgan eso pero luego no tienen ninguna intención real de hacerlo", señala el inspector jefe. "Pero eso nosotros no lo sabemos. Nuestra premisa es que siempre lo tratamos como si realmente se fuera a quitar la vida. Tú no estás en la mente de esa persona".