Dos realidades bien separadas. Así podríamos definir la situación de la pandemia en las últimas semanas. Desde que se alcanzara el pico de casos el 25 de enero, la sensación generalizada es de una cierta tranquilidad, como si todo hubiera quedado atrás: baja la atención mediática, las vacunas centran todo el debate y la Covid-19 parece cosa del pasado, como si ya no fuera a modificar más nuestras vidas. Ahora bien, sigue sin ser ésa la vivencia en los hospitales.
Ya el 20 de enero se alcanzó el umbral del 35% de ocupación Covid sobre el total de UCIs desplegables en caso de emergencia, que indica saturación y colapso asistencial. Hasta ayer, 19 de febrero, no se volvió a bajar de dicho listón. En resumen, un mes entero viviendo en la anormalidad, en la emergencia diaria, en el aplazamiento de citas, revisiones, intervenciones, etc.
En el camino, solo en estos 29 días de espanto, se han notificado en España 12.464 defunciones. Que apenas se hable del tema, o solo se haga cuando muere alguien famoso, o una celebridad entra en la UCI, no hace que el problema desaparezca. Haber bajado a nivel nacional de ese 35% tampoco quiere decir que la alarma no siga en pie en varias comunidades, demasiadas a estas alturas de una tercera ola que ya agoniza en cuanto a contagios.
En concreto, hay siete comunidades autónomas por encima de dicho porcentaje, aparte de la ciudad autónoma de Ceuta: Castilla La Mancha, La Rioja, Asturias, Comunidad Valenciana, Castilla y León, Cataluña y Madrid. En el caso de estas tres últimas regiones, el porcentaje de ocupación supera el 40% y llega incluso al 47,47% en la capital.
Lo más curioso -y hasta cierto punto peligroso- de todo este escenario es que, lo que en octubre se vio como una emergencia inaplazable (al fin y al cabo, el manido 35% es fruto del consenso del Consejo Interterritorial de Salud para declarar el Estado de Alarma en las distintas comunidades) ahora incluso se relajan medidas instalados en esa emergencia.
Para hacerse una idea de hasta qué punto la situación sigue siendo insostenible, baste con señalar que Cataluña lleva desde el 4 de enero con síntomas de colapso, es decir, 46 días… y sigue, ya digo, por encima del 40% de ocupación Covid. Fue, de hecho, la primera comunidad en superar el listón en la tercera ola y bien puede ser la última en bajar del mismo. Comunidad Valenciana lleva así desde el 7 de enero y Madrid desde el 11.
Con todo, la bajada de contagios e ingresos hospitalarios debería hacerse notar en breve. La media de la última semana, pendiente de consolidación, se sitúa en los 7.050 casos diarios para una incidencia acumulada de 7 días de 104,94 casos por 100.000 habitantes, la más baja desde el 15 de diciembre, hace más de dos meses.
Aunque seguimos con más de 1.000 ingresos diarios en los hospitales españoles (1.240 este viernes, para ser exactos), la prevalencia total continúa bajando hasta los 16.314 hospitalizados, la cifra más baja desde el 8 de enero… aunque aún a los peores niveles de la segunda ola, lo que no permite confianzas de ningún tipo.
El resto de indicadores apuntan en la dirección correcta: la positividad sigue bajando y se sitúa en el 8% (Io ideal sería entre el 3 y el 5% pero lo ideal ha dejado de ser un objetivo hace tiempo) y solo la Comunidad Valenciana sigue por encima del 15%.
En cuanto al número de fallecidos, este viernes se han añadido otras 388 notificaciones de defunción. Recordemos que no tienen por qué ser todas de las últimas 24 horas sino que el ministerio lleva un retraso burocrático considerable y hasta cierto punto comprensible. En total, desde que empezara el año, se han notificado 16.264 defunciones, aunque las comunidades autónomas han informado en sus informes regionales de más de 17.000 fallecimientos.
Para hacerse una idea, estaríamos hablando de que en poco más de mes y medio ha muerto en España más gente con clínica Covid de la que murió entre junio y noviembre de 2020, y las mismas que se notificaron desde el inicio de la pandemia hasta el 11 de abril.
Desgraciadamente, cuando hablamos de esos primeros días de la pandemia, hay que aclarar siempre que la cantidad total de muertos excedió con mucho a la que registró el Ministerio por la conocida ausencia de pruebas diagnóstico. Para los amantes de las comparaciones, son ya más de los que murieron en toda la temporada 2017-18 de gripe, la más dura en años en España y en todo el mundo.
¿Qué nos cabe esperar en los próximos días? En principio, lo mismo que en los pasados: seguirán bajando las incidencias, seguiremos sintiendo que esto es algo que no nos puede afectar, bajará aún más la sensación de peligro y, sin embargo, los hospitales seguirán a ritmo frenético y con media plantilla reconvertida a intensivista mientras se van trasladando pacientes de planta a planta según se van abriendo zonas “limpias” que permanecían reservadas a pacientes infecciosos.
El número de fallecidos diarios seguirá bajando, lo que difícilmente impedirá que lleguemos a 20.000 entre enero y febrero. A partir de ahí, marzo es una incógnita que dependerá mucho del ritmo de vacunación y de la temperatura. También, por supuesto, de las medidas de distanciamiento que se tomen y de la base de transmisión con la que empecemos el mes. Cuanto más baja, mejor. Queda poco pero aún puede ser duro. Toda prevención es poca.