Si hubiera que reducir a una cifra la enésima batalla soterrada que a cuenta de las elecciones del 4 de mayo en la Comunidad de Madrid mantienen Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, esa sería el cinco. El 5% de votos es la barrera de entrada para obtener representación en la Asamblea de Madrid. Podemos la superó, por apenas décimas, en los comicios autonómicos de 2019, con Isa Serra como candidata. Ahora, con Iglesias en la papeleta, al menos Podemos parece garantizarse superar ese mínimo umbral.
Es precisamente esa la primera razón a la que se acoge Errejón, o si se quiere la excusa, para dar otro portazo a su antiguo amigo íntimo y compañero de filas, aun a riesgo de que eso suponga la destrucción mutua en unas elecciones tan imprevisibles como las del 4 de mayo.
Dado que en Madrid, comunidad de una sola provincia, el sistema electoral es bastante proporcional, la tesis del líder de Más Madrid, con la que públicamente coincidía este martes la portavoz del PSOE, Adriana Lastra, es que Iglesias superará sin difultades ese porcentaje. De esta manera, los votos de Podemos no se perderán para una eventual suma de la izquierda con la que desalojar a Isabel Díaz Ayuso de la Puerta del Sol.
La segunda razón de Más Madrid tiene que ver con la proyección de ese proyecto político construido por Errejón con apoyo de la entonces alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, en 2019. Un proyecto que ese mismo año, en las elecciones generales repetidas del mes de noviembre, mutó en Más País y devolvió a Errejón al Congreso, si bien no con la fuerza que muchos vaticinaron.
Madrid es la joya de la corona, un lugar donde los errejonistas son, sin ir más lejos, el partido mayoritario en el Ayuntamiento de la capital de España, aunque Rita Maestre lidera la oposición a José Luis Martínez-Almeida dado que PP, Ciudadanos y Vox sumaron mayoría para investir alcalde al popular.
Y naturalmente no hay voluntad de que, por la vía de un acuerdo para las elecciones Iglesias termine ganando, e incluso liderando, el espacio que perdió en 2019 tras el último y cruento episodio de la particular guerra con Errejón. Un episodio que se saldó con la salida definitiva de este último de Podemos, donde ya había quedado relegado tras haber sido el número dos y salir derrotado en el segundo congreso de la formación morada, conocido como Vistalegre II.
Iglesias y el voto femenino
Y la tercera y última razón es, posiblemente, la de más hondo calado. Y la que más remite al ya eterno conflicto ideológico y estratégico entre pablistas y errejonistas. Baste ver el vídeo en el que la candidata de Más Madrid, Mónica García, rechazaba este martes la oferta de unión de Iglesias, para darse cuenta. Esta profesional sanitaria afirmaba que "Madrid no es una serie de Netflix" e incluso aludía a la "testosterna" del líder de Podemos. Palabras por las que se atisban las viejas heridas entre los hoy líderes de Podemos y Más Madrid.
Errejón siempre pensó que determinados aspectos de la personalidad de Iglesias eran nocivos políticamente. Y entre ellos el hecho de que, si bien puede movilizar al electorado propio, también lo hace con el ajeno. Además de que no es un líder con demasiado predicamento en el voto femenino.
Allá por 2017, la entonces socióloga de cabecera de Podemos, Carolina Bescansa, difundía con preocupación datos sobre la escasa valoración de Iglesias entre las mujeres. Era el único líder nacional al que la población femenina valoraba medio punto porcentual menos con respecto a los hombres. El errejonismo acusaba entonces al pablismo de proyectar una imagen machista, y eso llegó a ser objeto de uno de los documentos de Vistalegre II.
El caladero del voto femenino es, indudablemente, una de las apuestas de la candidatura de García, que Errejón presentaba en Twitter como la lección del feminismo de que "no siempre tenemos que ser [los varones] los protagonistas".
Un argumento que la propia García reforzaba así en su vídeo de presentación, en el que no mencionaba en ningún momento a Iglesias, pero en el que era el principal aludido: "Las mujeres estamos cansadas de hacer el trabajo sucio para que en los momentos históricos nos pidan que nos apartemos. Las mujeres hemos demostrado, con creces, que sabemos frenar a la ultraderecha sin necesidad de que nadie nos tutele". Iglesias encajaba el golpe en Twitter, mostrando su "respeto" por la decisión de Más Madrid pero asegurando que una candidatura conjunta hubiera "despertado mucha ilusión".
En síntesis, y siempre en el pensamiento de Errejón y los suyos, Iglesias garantiza que los votos de Podemos se traduzcan en escaños en la Asamblea de Vallecas y no se desperdicien por debajo del 5%; Más Mádrid es un proyecto, piensan sus impulsores, lo suficientementre maduro como para no echarse en manos de Iglesias y, en el fondo, las discrepancias sobre la manera de encarar la política siguen siendo muy profundas.
Todo ello aun a riesgo de que la izquierda vuelva a no sumar en Madrid. Ocurrió en 2015, con una izquierda divivida en tres y en la que el tercero en discordia, Izquierda Unida, se quedó fuera al no alcanzar el 5%, y volvió a ocurrir en 2019, a pesar de que en esa ocasión el tercero en discordia, en este caso Podemos, sí obtuvo representación. Ahora, y tras el nuevo desencuentro entre Iglesias y Errejón, la suerte está echada para la cita con las urnas, y con los madrileños, del próximo 4 de mayo.
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