De él destacan su capacidad de persuasión. La virtud de convencer a otros con la palabra para inculcarles a fuego sus peligrosas ideas. Por eso era uno de los hombres fuertes del aparato de captación de la organización terrorista. La Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional acaba de consumar la detención de un yihadista asociado a Daesh, el autodenominado Estado Islámico, cuya misión era la de captar a nuevos adeptos a la causa en el Centro Penitenciario de Murcia II.
Situado en la localidad de Campos del Río, este detenido ha sido arrestado ahora por su presunta participación en delitos de apología y adoctrinamiento terrorista.
Los investigadores definen al detenido, que es un conocido y famoso yihadista de la barriada de El Príncipe, en Ceuta, como una suerte de 'mindhunter': un "cazador de mentes" que lograba manipular a su antojo la voluntad y adoctrinar a otros presos –incluso a personas condenadas por delitos comunes y ajenos a las doctrinas yihadistas-, con el objetivo de adherirlos a la causa de la organización terrorista.
Según fuentes de la investigación revelan a EL ESPAÑOL, el detenido ya había sido condenado previamente por delitos de terrorismo yihadista. Esta persona, afirman los investigadores, habría jurado fidelidad a Daesh y realizaba labores de adoctrinamiento y captación de otros presos para la organización terrorista. En prisión desde finales del 2017, fue condenado por la Audiencia Nacional por integración en el aparato de propaganda de Daesh.
La primera vez que supieron algo de él fue en el año 2015. Por aquel entonces, en el mismo barrio que él vivía en Ceuta, la Policía Nacional practicaba la detención de uno de sus vecinos. Dicen los investigadores que, indignado, salió a la puerta de su casa y les dijo: "Detenedme a mí, que soy del Daesh". Esas palabras no surtieron efecto, ya que no equivalen a un hecho delictivo, pero desde entonces no le quitaron el ojo de encima.
Español, nacido en 1989, este hombre había estado en Siria, pero nunca recibió formación de combate. Su cometido fue otro desde el principio. Se adhirió a las técnicas de propaganda yihadistas, dicen los investigadores, hasta unos niveles de sofisticación apabullantes. Dominaba programas avanzados de edición, sabía cómo manejar las redes sociales.
El entonces joven veinteañero sería arrestado a principios del mes de noviembre de 2017 durante una operación contra el terrorismo yihadista llevada a cabo por la Policía Nacional en Ceuta. En aquella ocasión, actuaba como distribuidor de material a modo de "informante de Daesh".
En su casa y en sus ordenadores los agentes de la Policía Nacional hallaron multitud de sistemas y plataformas preparados para difundir todo tipo de contenidos del ISIS. Era, a todos los efectos, "un reportero de la yihad".
Para Daesh llegó a convertirse en una figura clave en la obtención, almacenamiento y difusión de contenidos radicales procedentes de los canales oficiales de la organización terrorista. Así, se encargaba de distribuir en tiempo real cada una de las novedades y noticias publicadas por ésta. A unos niveles de difusión tan masivos que pocas veces se había visto cosa igual.
La operación ha sido desarrollada por agentes de la Comisaría General de Información y de la Brigada Provincial de Información de Murcia en colaboración con la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, bajo la coordinación de la Fiscalía de la Audiencia Nacional y la supervisión del Juzgado Central de Instrucción nº 6.
Las investigaciones
Ahora, en prisión no contaba con más medios par el adoctrinamiento que su propia palabra. Pero podía resultar, aseguran desde la CGI, extremadamente persuasivo. Esta investigación en concreto comenzó en el año 2019. En ese entonces los agentes tuvieron conocimiento – a través del trabajo desarrollado por los profesionales penitenciarios en el ámbito de la prevención, detección y control de los procesos de radicalización de naturaleza yihadista en los establecimientos penitenciarios- de las actividades que estaba realizando este recluso en las cárceles por las que iba pasando.
Absolutamente radicalizado, se encontraría realizando labores de captación y reclutamiento yihadista dentro del Centro Penitenciario en el que se encontraba. Como miembro destacado de su aparato de propaganda, el detenido era un profundo conocedor de la estrategia de difusión y comunicación mediática de la organización terrorista, adaptando su "modus operandi" al entorno penitenciario.
Además, los agentes demostraron como el detenido formaba parte de una red de captación, adoctrinamiento y reclutamiento con influencia en jóvenes asentados en el barrio ceutí de El Príncipe. Esta estructura de captación estaba vinculada a numerosos yihadistas españoles desplazados a Siria y fallecidos en zona de conflicto.
Captación en prisiones
Esta operación se conoce tan solo unas semanas después de otra realizada por la Guardia Civil en ese mismo centro penitenciario. A mediados de marzo, la Benemérita detuvo allí a otros tres internos también afines a Daesh por configurar un grupo criminal con finalidad terrorista con el cual pretendían captar y adoctrinar a otros reclusos cuando los tres coincidieron en esa prisión.
El líder del grupo, identificado como M.F. y detenido en el Centro Penitenciario de Daroca (Zaragoza), cumple condena por un delito de agresión sexual. Este en concreto era catalogado como un interno de especial seguimiento (FIES). Ello era así debido a que mantenía una actitud de liderazgo captador en su módulo. El proselitismo que ejercía sobre otros presos propiciaba que surgieran más tarde actitudes extremistas y radicales entre la población reclusa.
Los otros dos fueron detenidos allí y cumplían condenas por delitos de homicidio, detención ilegal, robo con violencia, lesiones y contra la salud pública, en el caso del primero de ellos, y por los delitos de robo con fuerza en las cosas, falsificación de documento público, estafa y robo en casa habitada, en el caso del segundo.
Aquellos detenidos estaban alineados con la estrategia global del autodenominado Estado Islámico. Su fin no era otro que el de fomentar el reclutamiento yihadista en el ámbito penitenciario. Para ello, si resultaba preciso, este grupo criminal recurría a las coacciones, y a veces incluso a la violencia con aquellos presos que les interesaba adoctrinar en el ideario del terrorismo islamista. Así, lograban inculcarles las ideas principales para que luego, a su salida al exterior, terminasen perpetrando algún sangriento atentado.