Antonio López García conserva tantos lienzos en el almacén anexo al despacho de su unidad, que apenas logra caminar entre ellos. En cuanto pone un pie en esa angosta sala tiene que ir apartándolos a un lado y a otro.
Entre el maremágnum de cuadros de esa especie de trastero sobresalen lienzos de Goya, de Joaquín Sorolla, de Modigliani, de Eduardo Rosales. Todos ellos conformarían una pinacoteca extraordinaria, de un valor inculcalable, si no fuera por una característica que comparten entre sí: son falsificaciones.
El jefe del Grupo de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional Adscrito a la Generalitat Valenciana no solo comparte el nombre y los dos apellidos con el célebre pintor y escultor de Tomelloso. A ambos les une su pasión por el arte y las vicisitudes de ese mundo.
Existe, eso sí, una gran diferencia entre los dos: uno se ha convertido en el pintor español vivo más cotizado. El otro es el jefe de un grupo cuya dedicación en exclusiva consiste en detectar estafadores, rastrear obras falsas introducidas en el mercado como auténticas, recuperar piezas valiosas, históricas, robadas y vendidas al mejor postor. El policía y sus hombres actúan como detectives y guardianes del mercado del arte.
Picassos falsificados vendidos por decenas de millones de euros. Lienzos de El Greco vendidos por cifras mareantes a coleccionsitas como si fueran originales. Una vez se demuestra que son falsas, esas obras pueden acabar como herramienta de aprendizaje para futuros especialistas o bien siendo destruidas.
El ingente trabajo que desarrolla esta unidad desde su creación llama aún más la atención si se tiene en cuenta que únicamente la forman tres personas. "Yo llevo toda la vida haciendo labores de investigación: trata de blancas, narcotráfico... Cuando crearon el grupo y me llamaron... yo nunca había tocado temas de patrimonio histórico y artístico", dice Antonio.
248 millones de euros
Sin embargo fue poniéndose al día, estudió, cursó un máster especializado en la cuestión y no ha dejado de formarse. "El secreto de nuestro éxito creo que es, aparte de que nos gusta lo que hacemos, que le echamos muchas, muchas horas", dice.
En las paredes de su despacho de Valencia, expuestas como las cabezas que conforman el botín de una cacería, Antonio López exhibe algunas de las 5.620 piezas intervenidas desde la creación del grupo, hace siete años. Se trata del grupo con mayor volumen de obras requisadas de las unidades dedicadas a este tipo de criminalidad en el seno de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Cada año en España se producen cientos de robos de obras de arte. También se detectan centenares de falsificaciones. Ese mercado es el cuarto tipo de criminalidad que más dinero mueve al año en el mundo, sólo por detrás del narcotráfico, la prostitución y el tráfico de personas.
Entre las aproximadamente 300 obras con las que convive en su despacho Antonio López hay esculturas finamente falsificadas, bronces negros vendidos como si su autor fuera el valenciano Mariano Benlliure. Supuestos lienzos del siglo XVI con la firma de Bartolomé Esteban Murillo.
También figuran allí piezas arqueológicas. Únicamente el valor de lo intervenido en obras pictóricas asciende a 248 millones de euros. Ese es el montante por el que que se iban a vender o se vendieron las falsificaciones, según asegura Antonio López en conversación con EL ESPAÑOL.
El despacho lo presiden en el momento de la visita tres cuadros falsos recién incautados: un Modigliani, un Goya y un Greco. Hace solo unas semanas que el grupo los requisó. Los tenía un hombre en la provincia de Toledo que pretendía venderlos con ayuda de unos marchantes que cobrarían un 10% de la operación.
El individuo ya se había puesto en contacto con potenciales compradores que mostraron la intención de adquirir las tres obras por un precio total de 12 millones y medio de euros. El falso Modigliani, por 8,5 millones; el de El Greco por 2,5 y el Goya por 1 millón y medio.
"El verano pasado ya intervinimos al mismo hombre cinco obras falsas. Estaban firmadas y atribuidas a Ignacio Pinazo, Emilio Grau Sala, Celso Lagar, y Raimundo de Madrazo", dicen desde la unidad.
Cinco Picassos
Hay mucho de ciencia y sabiduría en el trabajo de estos agentes. Cada pieza debe ser analizada de manera minuciosa. Hay algunas tan logradas que los falsificadores han conseguido hasta soportes de las obras de la época para hacerlas pasar como verdaderas.
Con la ayuda de otras unidades de la Policía Nacional, Antonio y los suyos analizan cada pigmento empleado en el lienzo, cada trazo de pincel, cada milímetro para comprobar si son del artista al que su vendedor las atribuye.
"Los propietarios de una obra atribuida a un autor de reconocido prestigio son conscientes de que, para vender una obra tan importante, es necesario que vaya acompañada de documentación que acredite su autenticidad, para de esa manera ganarse la confianza de las personas interesadas. Pero el exceso de documentación aportada en una compraventa de una obra de arte no es garantía de originalidad", alertan los agentes.
El caso de mayor relevancia que ha pasado por sus manos es, sin duda, el de los cinco Picassos falsificados que iban a ser vendidos por 160 millones de euros. Aquel operativo, en el año 2015, se orquestó a caballo entre Granada y Alicante.
Las primeras alarmas saltaron al detectar a un hombre que intentaba conseguir informes de expertos sobre la obra del pintor malagueño. Abrió una sociedad en el paraíso fiscal de Belice para vender la obra. Ya habían intentado colocar las falsificaciones en otras 19 ocasiones. La intervención de los hombres de Antonio López permitió frustrar la opreación.