El lote completo incautado en la operación Merlot.

El lote completo incautado en la operación Merlot. Policía Nacional

España INTERIOR

Sergio, el pintor que creó en Valdepeñas el mayor laboratorio ilegal de anabolizantes de Europa

Con una producción de una tonelada al año, logró organizar una red irregular de reparto a gran escala por toda la geografía española.

3 mayo, 2021 02:42

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Nadie le enseñó a Sergio a hacer lo que hacía. Él solo, desde un humilde y discreto piso de Valdepeñas (Ciudad Real), aprendió lo necesario, de manera autodidacta, para levantar el mayor laboratorio ilegal de anabolizantes y hormonas de toda la Unión Europea

Lo que en un principio había comenzado como un suministro para amigos y allegados, gente conocida de los gimnasios de la zona, se convirtió en todo un emporio, una red con ramificaciones y puntos de distribución en distintas ciudades de toda la geografía española.

Tanto llegó a crecer su producción que, cuando la Policía Nacional irrumpió en los inmuebles desde los que se gestionaba la red, los agentes se encontraron con tres millones de dosis y más de 65 kilos de material para la fabricación de otros 38 millones.

Dice Juan José Castro, inspector jefe de la sección de Consumo, Medio Ambiente y Dopaje de la Unidad de Delincuencia Violenta y Especializada (UDEV) de la Policía Nacional, que Sergio no necesitaba a nadie más para fabricar todos los productos que luego lanzaba al mercado. Durante algunos años, tan solo precisó de su ordenador.

Con esa fuente de información y miles de búsquedas en internet -además de una cuadrilla de colaboradores-, logró organizar un reparto a gran escala por todo el país y producir hasta una tonelada de sustancias prohibidas al año.

Todas ellas, apuntan a EL ESPAÑOL los investigadores, eran distribuidas sin control alguno a particulares, gimnasios o tiendas de dietética de Ciudad Real, Cádiz, Almería, Castellón y Málaga.

Tras iniciar la producción y el comercio a un nivel más modesto, Sergio se percató de los beneficios que podía llegar a obtener. Así que emprendió una producción masiva que nunca llegó a detenerse.  

En cuanto se sumergió de lleno en esta actividad, pronto descubrió que le salía más rentable comprar en Asia los principios activos con los que luego él mismo elaboraba centenares de pastillas, los viales de anabolizantes y las hormonas.

A través de células distribuidas por toda España, su trama ofrecía más de 30 tipos distintos de productos. Utilizaban incluso dos marcas propias para comercializarlos. Además, eran ellos quienes preparaban las mezclas de los fármacos en jeringuillas que luego administraban directamente a los consumidores que los solicitasen, para obtener una mayor masa muscular sin largas y arduas sesiones de gimnasio.

El desmantelamiento de este entramado ha sido bautizado con el nombre de Operación Merlot. En ella, además de ese grupo de la UDEV, ha participado la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte, que ha aportado información y asesoramiento de importancia para el buen fin de la investigación.

El grado de profesionalización era tal que lograron hacerse con contactos en hospitales, en centros sanitarios y en gimnasios de distintas ciudades. En este operativo, de hecho, han sido detenidas 21 personas y se ha llevado a cabo una veintena de registros en domicilios y locales comerciales. Entre ellos, el piso de Valdepeñas en el que Sergio organizaba todo... y donde seguía viviendo con su madre. 

Una vida "anodina"

Sin ningún tipo de formación científica, Sergio era pintor de profesión pero no tenía trabajo fijo en estos momentos. Su vida, en palabras de los investigadores, era de todo menos ostentosa. La suya era más bien una existencia "anodina", la de una persona que no hace ostentación de todo el dinero que ha conseguido amasar.

El protagonista de esta especie de breaking bad a la española logró todo esto desde el apartamento de sus progenitores, apenas sobrepasando la treintena. Los agentes saben ahora que el joven cabecilla de la red era consumidor de este tipo de productos, que son bastante costosos. Y se dio cuenta de que si los elaboraba él mismo, le saldría más rentable la operación.

Fue así como empezó a adquirir los principios activos desde lugares como China, Holanda o Reino Unido. A partir de ahí, vio claro que existía mercado para proporcionar las sustancias directamente a otros clientes. Y se puso a producir estas drogas sin ningún tipo de control.

Los investigadores empezaron a desentrañar la madeja en diciembre de 2018. Entonces, los agentes intervinieron en La Línea de la Concepción (Cádiz) un total de 500 cajas de anabolizantes, todos ellos de una misma marca.

La máquina que sergio empleaba en la producción.

La máquina que sergio empleaba en la producción. Policía Nacional

Los investigadores descubrieron que la marca de ese laboratorio del que provenían estas medicinas no existía de manera legal. Ante el grave riesgo para la salud que su consumo podía producir, iniciaron la búsqueda de los cabecillas.

La médica de las "pócimas"

Las pesquisas y el seguimiento a la inversa de los envíos les hicieron llegar hasta el centro neurálgico de distribución. Éste se encontraba en Valdepeñas. Allí, hallaron a Sergio, y lograron constatar cómo se lo tenía montado. Trabajaba a tal ritmo que tenía su propia maquinaria. Una producción en cadena sin igual con la que lograba elaborar miles de pastillas a la semana.

Tanto él como su cuadrilla gestionaban la venta y el envío de fármacos a través de distintas empresas de paquetería. También hacían entrega de sus productos en mano a otros consumidores. Gracias a los seguimientos, los agentes pudieron comprobar el ingente volumen de medicinas ilegales y perjudiciales para la salud que estaban distribuyendo.

Pero Sergio y sus hombres eran precavidos. Tanto, que en algún momento la operación llegó a peligrar. Cuando el cabecilla se percató de que los agentes le estaban siguendo el rastro, abandonó el almacén en el que había establecido su laboratorio.

Se marchó a un apartamento en el que volvió a montar otro equipo y continuó desde ese lugar. Trabajando sin descanso, muchas semanas sin parar día y noche, lograba después distribuir todo ese material en tiendas de dietética y gimnasios de toda España.

Su asociación con distintas personas en estos entornos hizo que en ellos lograse captar nueva clientela. Incluso el negocio de nutrición que llegaron a crear, con apariencia de legalidad, les valió para atraer a potenciales compradores. Ese mismo esquema lo iban repitiendo en todas las ciudades en las que establecían su negocio.

Incluso tenía a su servicio a una mujer que decía ser médico-practicante y que estaba jubilada pero que no poseía formación científica ni sanitaria alguna. Era ella la encargada de suministrar e inyectar las "pócimas" a los clientes. La mujer poseía contactos en diversos hospitales como el de La Línea de la Concepción. Allí, algunos sanitarios sustraían para ella viales y calmantes para los clientes de la red de anabolizantes. 

El negocio le iba tan bien que Sergio estaba pensando en mudarse a una casa en Portugal con el dinero que había conseguido amasar con los anabolizantes y el resto de sustancias. Allí, además, también tenía mercado. La organización estaba distribuyendo más de 800 kilogramos de medicamentos ilegales -anabolizantes, péptidos y hormonas- al año. No necesitaba más.