Como en las grandes ocasiones, la Junta Directiva Nacional del PP vivía este miércoles eufórica la dulce resaca del triunfo arrollador de Isabel Díaz Ayuso en las elecciones autonómicas celebradas en la Comunidad de Madrid.
La presidenta madrileña y Pablo Casado eran ovacionados a su entrada en la sala de reuniones de la sede central del partido, así como después de pronunciar sendos discursos en los que ambos reiteraban que lo ocurrido el 4-M puede ser "el kilómetro cero" de la "alternancia política" en el Gobierno de España.
El líder de la oposición auguraba el fin político de Pedro Sánchez, cuyo Gobierno no dudaba en describir como "una pesadilla reaccionaria", y le emplazaba a convocar cuanto antes, de manera "urgente", un debate sobre el Estado de la Nación, que se celebró por última vez con Mariano Rajoy en La Moncloa. El jefe del Ejecutivo representa una afrenta, decía Casado, "contra la igualdad de personas y de territorios, contra la igualdad de oportunidad, contra el empleo. No e sla desigualdad la que trae el socialismo, es el socialismo el que trae la desigualdad" concluía.
De sus palabras quedaba clara su confianza en extender la victoria en Madrid al resto del país, aun haciendo los ajustes discursos precisos en cada territorio. "España tiene muchos acentos, pero el PP también" afirmaba ante la plana mayor de los populares, incluidos sus presidentes autonómicos.
En un discurso de calado que suponía toda una reivindicación de su mandato al frente del partido, del que pronto se cumplirán tres años, Casado decía no alegrarse por el batacazo de Ciudadanos -al que evitaba incluso citar, "ya sabéis a lo que me refiero"- pero celebraba que después del 4-M haya una "clara unificación", decía, del voto del centroderecha.
Algo para lo que, enfatizaba, el PP lleva "trabajando dos años" para tratar de "hacerlo de manera unificada", en referencia a las sucesivas ofertas de coalición electoral rechazadas en su día por Albert Rivera y que Inés Arrimadas sólo aceptó en las elecciones del País Vasco, celebradas el año pasado.
Balance positivo
Mirando al año de su elección, 2018, Casado hacía un balance positivo: "Cuando llegamos hace dos años y medio éramos la fuerza política en los sondeos y hoy la primera, hemos logrado unir en el PP a la mayoría del centroderecha, y abrirnos a votantes de otros partidos, que pudieran confiar en nosotros, sin renunciar a nuestros principios y a nuestros valores. Hemos mantenido el rumbo fijado y los españoles han salido a nuestro encuentro otra vez, cuando más nos necesitaban".
Casado calificaba como "claves" las decisiones estratégicas tomadas por su dirección y las ejemplificaba en las elecciones celebradas el martes en Madrid, donde, argumentaba, "recuperamos todo el voto de Cs y abrimos una vía de agua en el del PSOE. Sin nuestra estrategia de España Suma, de los pactos de los gobiernos de la libertad o de rechazo al extremismo, no habríamos llegado hasta aquí" afirmaba en una referencia velada, esta última, a su discurso de octubre rechazando la moción de censura del líder de Vox, Santiago Abascal.
El presidente de los populares apuntaba dentro de ese balance positivo de su mandato su capacidad de integración, aludiendo veladamente a las célebres palabras de Rajoy en las que mostró la puerta de salida del PP a quienes quisieran irse "al partido liberal o al conservador". Unas palabras pronunciadas en 2008, antes de la emergencia de Ciudadanos y Vox.
Por contra, Casado aseguraba que "aquí cabemos los liberales, los conservadores y los humanistas cristianos y tenemos puerta ancha para que entren los socialdemócratas defraudados con Sánchez" e, incluso, "los regionalistas hartos de la ineficiencia de una España a retales subastada por fascículos".
En definitiva, para el líder de la oposición, "hemos transcendido el espacio que recibimos en nuestras siglas, y lo hemos ensanchado en la centralidad".