Hay veces en las que se acumulan las buenas noticias y es difícil incluso discriminar entre ellas. A estas alturas probablemente ya habrán leído que solo en la última semana se han administrado más de dos millones y medio de dosis de distintas vacunas, y que la incidencia acumulada ha bajado de 166,32 casos por 100.000 habitantes a 162,03. En lo que va de semana y a falta de consolidar las cifras, se han detectado 33.257 positivos, la cifra más baja desde el 5 de abril, justo después de las vacaciones de Semana Santa.
Tampoco se puede orillar el hecho de que la positividad nacional esté en un 5,78%, rozando, por fin, los estándares mínimos que recomienda la OMS, cuando este mismo año (21 de enero) estábamos en un alarmante 17,6%. Ahora bien, de todos los buenos datos que nos ha dejado la pandemia este viernes y dejando a un lado la bajada permanente de la mortalidad que ya hemos tratado otras veces, hay uno que destaca.
Aunque la ocupación de camas UCI sigue siendo demasiado alta (1.899 pacientes en estado crítico, es decir, un 19,17% de la ocupación total ampliable), lo cierto es que los hospitales en su totalidad no estaban así de vacíos de coronavirus desde el 3 de septiembre, es decir, antes de que empezara la segunda ola en Madrid y Navarra y a continuación en el resto de España.
Hay ahora mismo 7.088 hospitalizados con clínica Covid en nuestro país, lo que supone un 35,32% menos de los que había hace diez días, una bajada radical que por un lado tiene que ver con la bajada de casos pero por otro tiene que reflejar la vacunación masiva de mayores de 80 años e incluso la de los grupos de edad de 60 a 79.
De confirmarse esta tendencia y si conseguimos cumplir en junio los objetivos con los mayores de 50, esta bajada se acabará viendo también en las camas UCI, algo que necesitamos urgentemente puesto que los niveles de estrés son altísimos desde hace demasiado tiempo. En la última semana, contando de lunes a viernes, observamos 3.524 nuevos ingresos, frente a los 4.491 de la semana anterior y los 5.211 de hace dos semanas.
Si tenemos en cuenta que en esos mismos cinco días se han notificado alrededor de 27.500 nuevos positivos, podemos hablar -aproximadamente, no es un cálculo exacto, pero sí suficientemente indicativo- de un 12,81% de hospitalizaciones por positivo detectado, aproximadamente uno de cada ocho casos. Conforme vayamos bajando la edad de los infectados, ese porcentaje debería ir descendiendo en consecuencia.
Puede que llame la atención el alto número de pacientes críticos con respecto al total de hospitalizados. A fecha de este viernes, uno de cada cuatro hospitalizados por Covid está en estado crítico. En apariencia, parece una cifra exagerada, pero tiene su explicación: los mayores de 80 años representaban hasta el pasado 12 de mayo el 19,87% de las hospitalizaciones, pero solo el 4,64% de los ingresos en UCI. Al inmunizar a este grupo de edad, nos encontramos con una muy escasa bajada en la ocupación UCI, puesto que ya apenas ingresaban antes, pero sí se nota muchísimo el descenso en ocupación total.
Son cifras que invitan todas al optimismo pero no deberían llevar a la relajación. Como se puede ver, el estallido de euforia posterior al fin del estado de alarma no está teniendo efecto alguno. Era lo previsible. El verdadero problema puede producirse cuando relajemos los comportamientos no ya públicos sino privados y en contextos de alta probabilidad de contagio. Ahí sí que puede haber nuevos repuntes o incluso olas de elevada transmisión porque hablamos de un virus que se reproduce a toda velocidad y que sigue muy activo en nuestro país, con 76.883 casos detectados en las últimas dos semanas.
Lo normal en las próximas fechas es que esta bajada en la incidencia y en la hospitalización se mantenga. Las UCI tardarán un poco más en vaciarse porque hemos acumulado tres olas brutales en poco más de un año y son pacientes de muy larga duración en muchos casos. Conforme vayan aumentando los grupos de edad inmunizados, se irá reduciendo lógicamente la posibilidad de contagio. Con todo, recordemos que hay 41 millones de españoles aún sin la pauta completa y que por lo tanto necesitamos ser precavidos dentro de lo que marca el sentido común.
La experiencia en Israel, Estados Unidos y Reino Unido de momento nos sirve de una excelente referencia. El otro día hablábamos del descenso de fallecidos en estos países pero lo mismo podemos decir de los casos detectados.
En Israel, la incidencia ha bajado de 1003,6 a 7,5 en tres meses; en Reino Unido lo ha hecho de 382,5 a 45,6 y en EEUU, de 509,2 a 186,7. Ahora bien, los tres países, al igual que España, se encuentran en fase de remisión tras la durísima ola de enero. Cualquier cambio de tendencia en estos países a lo largo del mes de junio habrá que observarla con una cierta preocupación.
Como dijimos a principios de semana, la incidencia en nuestro país -siendo baja en comparación con otros países vecinos (Francia está en 371,2, Italia en 215,3 y Alemania en 235,4)- sigue siendo alta en sí misma y abre la puerta a imprevistos. De llegar, llegarían en junio y serían producto de una relajación excesiva entre jóvenes.
Esa relajación y el consiguiente repunte en franjas de edad inferiores a los 45 años puede provocar una subida importante de las incidencias, pero no es tan fácil que lo haga en los ingresos hospitalarios y mucho menos en el número de fallecidos. De momento, ya digo, quedan semanas de bajada constante. Disfrutemos de ellas como una tregua merecida.