La madrugada del pasado lunes, miles de marroquíes entraron a nado, en balsa e incluso a pie, a Ceuta. La mayoría son jóvenes de 16 a 30 años de Castillejos, Rincón y Tetuán, localidades aledañas a la ciudad autónoma española.
La movilización de al menos 8.000 personas en sólo unas horas no hubiera sido posible sin una organización previa y calculada.
Las autoridades marroquíes aprovecharon el calendario. Tras el fin del Ramadán, se celebra la fiesta del Aid al Ftir, que pone fin al ayuno. Es una fecha clave en la que la Gendarmería Real y las Fuerzas Auxiliares relajan el control de las costas.
La gente lo sabe y por eso aprovecha para salir del país en embarcaciones por El Estrecho, sobre todo si la celebración coincide con el buen tiempo. Por lo tanto, estos días, los candidatos a migrar con destino a Europa están especialmente atentos a cualquier señal.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL, la Dirección de Vigilancia del Territorio (DST) jugó un papel importante en la invasión de Ceuta. Utilizó a sus agentes infiltrados dentro de las redes de migración para alertar de que resultaría sencillo salir a España en fechas muy próximas.
Así, la víspera a la entrada masiva, los grupos de migrantes ya sabían que habría inacción por parte de las autoridades en la vigilancia en la frontera de Ceuta.
El aviso
El resto de trabajo lo realizaron los mkadam, funcionarios que mantiene el régimen marroquí para controlar los barrios. Son personas que conviven como un vecino más, pero que vigilan a la comunidad y pasan información sobre cualquier movimiento que consideren de interés para las autoridades. De hecho, se les considera chivatos.
Los mkadam conocen bien quiénes están en una situación de vulnerabilidad, quiénes han trabajado al otro lado de la frontera o qué jóvenes están sin empleo y tienen la vista puesta en Europa. En esta ocasión, fueron contando a los vecinos la apertura de fronteras prevista para después del Ramadán.
Si había alguna duda de que la entrada estaba organizada, basta con revisar las fotografías en las que aparecen los propios gendarmes abriendo las puertas de la valla a los jóvenes, o esas otras en las que se ven llegar autocares hasta delante mismo de la frontera con personas que se bajan para entrar a Ceuta.
Además, Marruecos dispone, tanto en Ceuta como en Melilla, de un grupo de confidentes que aportan información puntual a Rabat sobre migración irregular, narcotráfico y terrorismo. Estas personas indicaron las coordenadas de las zonas por dónde entrar a España.
En el caso de Ceuta, se eligieron los espigones de las playas de Benzú y El Tarajal, los dos extremos de la ciudad conectados con Marruecos por mar y separados por una valla. También se hicieron agujeros en las verjas, de tal manera que se podía atravesar a pie por la parte empedrada sin necesidad de cruzar a nado.
Al ver que la entrada era libre, centenares de jóvenes se animaron a acercarse desde otras localidades más lejanas, en taxi, autobús, tren e incluso a pie. Las estaciones de autobuses y de ferrocarril de Tánger, Tetuán y Castillejos se han visto estos días repletas de jóvenes con pequeñas mochilas.
Llenaron los taxis Mercedes, que normalmente en Marruecos se comparten para viajar entre localidades. Y las carreteras se convirtieron en procesiones de jóvenes y migrantes subsaharianos rumbo a Ceuta, que pasaban al lado de las garitas de control sin que las fuerzas del orden se inmutasen.
También en Melilla
Desde Castillejos explican a EL ESPAÑOL que algunos de los que cruzaron son trabajadores transfronterizos que, desde el cierre del Tarajal el 13 de marzo de 2020 por la Covid, se han quedado atrapados en Marruecos y sin empleo. Con su permiso de trabajo sólo pueden pasar a Ceuta, no tienen visado para poder entrar a la ciudad a través de la Península.
"Crucé por mis hijos, que hay que mantenerlos, no tengo otra opción que trabajar en Ceuta y mandar dinero a la familia en Marruecos", explica a EL ESPAÑOL un hombre desde Ceuta.
Rabat intentó animar a salir también a los jóvenes de la región de Nador rumbo a la ciudad de Melilla. Los dos últimos días, funcionarios locales y policías contactaron con ciudadanos en las localidades que van desde Beni Ensar, frontera con España, hasta Nador para entrar a Melilla sin dificultad.
La operación resultó aquí un fracaso. "El problema es que la gente de esta zona que podría estar interesada en salir no quiere colaborar con la Policía", explica a EL ESPAÑOL una fuente del tejido asociativo en la región.
Así, la intención ahora es permitir llegar hasta allí a las personas migrantes de origen subsahariano para que salten la valla o salgan en pateras a las islas españolas. Algunas, como el Peñón de Alhucemas, se encuentran a solo 700 metros de la costa marroquí.
Marruecos también está desplazando una sección de la Inteligencia militar y equipo logístico desde el sur a las fronteras con Ceuta y Melilla. Según las fuentes consultadas, transportaban "fundamentalmente material de comunicación de última generación y alta tecnología, como drones y satélites".
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