El pasado 1 de febrero, los hospitales españoles notificaban una ocupación de 32.023 pacientes con clínica Covid. Una de cada cuatro camas estaba ocupada por un infectado de coronavirus. En comunidades como Castilla-La Mancha, Castilla y León o Comunidad Valenciana esa proporción llegaba a una de cada tres, en ocasiones muy por encima.
De esos 32.023 pacientes, cifra más alta desde principios de abril -cuando no había datos centralizados y comparables de ocupación- 4.894 estaban en la UCI, es decir, había aproximadamente un hospitalizado en estado crítico por cada seis que ocupaban planta.
Era una proporción razonable que se correspondía con lo que habíamos visto en los momentos de crisis de la pandemia hasta entonces. A grandes rasgos, de cada diez casos detectados, uno entraba en el hospital y, a su vez, de cada diez hospitalizados, uno acababa en la UCI. Comoquiera que los pacientes en UCI tienen estancias más largas y por lo tanto es más complicado darles el alta, es normal que esa proporción de ingreso sea muy inferior a la de ocupación.
Si antes hemos dicho que nueve hospitalizados ingresaban en planta y uno en UCI, lo normal era que, sistemáticamente, antes de dar de alta a ese paciente crítico se hubieran dado altas, de media, a tres en planta que ingresaron al mismo tiempo que él.
Aquella semana terrible se produjeron en España 17.068 ingresos -contamos solo de lunes a viernes, días de los que tenemos datos oficiales del Ministerio-, es decir, 3.413 al día. Casi cuatro meses después, el número de ingresos semanales se ha reducido a 2.495, lo que provoca mínimos en ocupación total y en UCI. El número total de hospitalizados está este viernes en 4.813, la cifra más baja desde el 21 de agosto de 2020, hace más de nueve meses.
El de ingresados en UCI está en 1.426, lo que nos remite al 21 de septiembre. Como se puede ver, la proporción ha cambiado radicalmente. Hay ahora mismo en planta tan solo 3.387 pacientes, lo que supone que por cada enfermo en estado crítico hay exactamente 2,37 en estado moderado.
Si de cada diez pacientes ingresados, uno derivaba a la UCI en la tercera ola y veíamos que por cada crítico había seis en planta, ¿cómo es posible que ahora sean poco más de dos? ¿Acaso es más grave el virus y provoca patologías más severas? Al contrario.
El hecho de que el control de la transmisión esté en su mejor momento desde el 16 de agosto (124,34 casos por 100.000 habitantes), junto a un nuevo empujón en el número de vacunados (otras 388.511 dosis administradas en las últimas 24 horas para casi nueve millones de inmunizados con pauta completa), hace que cada vez haya menos casos y por lo tanto haya menos ingresos.
Estamos acelerando, sin más, lo que ya anunciábamos en el segundo párrafo y lo estamos haciendo a toda velocidad: los pacientes en estado crítico siguen luchando por su vida en un número muy inferior al que vimos a principio de año, aunque sea mayor del que nos gustaría.
La diferencia es que afortunadamente ahora no hay prácticamente nuevos casos que se compliquen y requieran hospitalización, así que las plantas se van vaciando a toda velocidad según se consigue dar el alta a los que van llegando. Hay que tener en cuenta que el 70% de los casos que se detectaron la pasada semana se concentraron en la franja de menores de 49 años, lo que implica pocos casos realmente graves y hospitalizaciones más bien cortas.
El otro 30% que se reparte entre mayores de 50 años supone una reducción tremenda respecto a lo que ha sido el desarrollo de la pandemia desde su inicio. Contando desde el 22 de junio de 2020, cuando se consiguió sistematizar (más o menos) toda la información de las distintas comunidades autónomas, este amplio grupo de edad suponía el 79,56% de los hospitalizados totales.
Siendo más precisos, el 63,56% tenían 60 años o más. Es lógico que, con un 58,3% de esta población ya completamente vacunado y más de un 90% con al menos una dosis, el número de ingresos disminuya y disminuya.
¿Cuál es el siguiente paso? Obviamente, seguir inmunizando a los que tienen de 50 a 59 años (un 54,1% ya tiene una dosis) y ponerse en serio con los de 40 a 49, quizá el último grupo verdaderamente de riesgo asistencial y con el que aún no se ha empezado la vacunación masiva en la mayoría de las comunidades.
Una vez esto se consiga, los 500 ingresos diarios seguirán bajando hasta 200 o 300 como mucho; la mayoría, patologías leves que tan solo necesitan unos días de observación. En ese momento, es muy probable que incluso haya más hospitalizados en UCI que en planta… pero no será una mala noticia. Al contrario. La gran mayoría de ellos serán aún un triste recuerdo de la terrible ola de febrero y de la más benevolente 'olita' de abril.
Plantearse un objetivo de contagios cero es muy complicado mientras nos queden los menores de 40 por vacunar, que son precisamente los que más actividad social tienen, pero soñar con un número bajísimo de ingresos hospitalarios y unas ocupaciones en torno a las 1.000-2.000 personas en todo el país sí parece un escenario realista para el mes de julio.
Con ello, como siempre decimos, se activa el reto de las cero muertes diarias en nuestro país. En la última semana, Sanidad ha notificado 285 defunciones, de nuevo números previos a la segunda ola. Es probable que en junio bajemos hasta las 100-150 semanales y soñar con alguna semana de julio o agosto en torno a las 50 (menos de 10 al día en todo el país) parece casi asegurado. Todo esto sin confinamientos ni restricciones excesivas, solo gracias a la ciencia y el milagro de la vacuna.
Noticias relacionadas
- Madrid confirma dos casos "importados" de la cepa india y avisa: "Llegan viajeros con PCR positiva"
- La autocita en Madrid para vacunarse se amplía a las personas de 55 y 56 años: así puede elegir día y hora
- Detienen en Alicante por supuesta agresión a los padres de un bebé ingresado en la UCI en estado grave