Los insultos comenzaron poco después de que el soldado llegase a la compañía en enero de 2010. Empezaron burlándose de su estado físico, mofándose de que tuviera un lado de la cadera más alto que el otro. También de que padeciera un defecto en los pies que le impide correr con normalidad. Lo apodaron 'Vecchia' (vieja en italiano). Continuaron diciendo de él que "está mal hecho", que "tiene el cuerpo raro", que "cuando anda parece que esquía".
Llegaron incluso a componerle un rap. Aquella canción estaba repleta de insultos y alcanzó una enorme difusión en whatsapp. Tanto que el soldado se vio desbordado por la repercusión que había tenido la hiriente chanza más allá de su entorno inmediato.
El joven solo llevaba dos años en las Fuerzas Armadas cuando le destinaron a la Sección de Radio Satélite de la Compañía de Transmisiones 16, en la Brigada de Infantería Ligera Canarias XVI del Ejército de Tierra. No tardó mucho su mando directo, a raíz de sus errores, fallos y despistes, en comenzar a burlarse públicamente de él. Era el principal promotor y protagonista de los insultos y bromas hacia su subordinado.
Ahora, la sentencia del Tribunal Militar Territorial Quinto, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, condena a este sargento como responsable de un delito consumado de abuso de la autoridad. La condena: dos meses de prisión y una multa de 800 euros en daños morales.
Uno de los testigos llegó a decir en el juicio que el sargento "decidió disciplinar a su manera" al "peor soldado que había tenido". Para el juez, no hay duda de que el sargento trató a su subordinado de manera "degradante, inhumana o humillante", y que se produjo una situación de "maltrato de obra y de palabra". Así, concluye que le "degradó, le rebajó la autoestima, la reputación o la dignidad". Que llegó a despreciarle, a deshonrarle y a humillarle.
Fue ese mismo tribunal el que archivó el caso, pero el Tribunal Supremo anuló ese archivo tras el recurso de Antonio Suárez-Valdés, abogado del soldado víctima del acoso de este sargento. Luego ordenó que se remitiese de nuevo allí la causa. La nueva sentencia se dictó hace unos días.
Los insultos
En una ocasión, el sargento le preguntó en público, delante de todos los compañeros, si con ese cuerpo "era capaz de follarse a su novia". Otra vez, sabedor de las dificultades del soldado para correr, le ordenó hacerlo hasta cierta distancia con el traje NBQ, y la máscara del traje puestos. El soldado no llegó a cubrir la distancia ordenada porque a sus dificultadess para la carrera ya referidas se le sumaban las propias del traje NBQ.
Otra vez, el sargento advirtió que el soldado tenía una foto de su novia en su teléfono. En ella la mujer lanzaba un beso a la cámara. El sargento le dijo que "las mujeres que se hacían fotos así parecían putillas".
Durante la formación, tras bautizarle con el nombre 'Vecchia', le apodaba así delante de todos en los momentos de carrera continua. Se dirigía a él diciéndole: "Vecchia, ven aquí a la derecha de papá" o "Vecchia, ponte aquí a la derecha de tu amo".
Era precisamente esa frase con la que comenzaba el rap repleto de insultos que después le compusieron al soldado sus compañeros.
Cuando cometía algún error, además de todas estas expresiones, el sargento le daba al soldado golpes en el pecho. Tanto en privado como en público. No le causaban daño, ni molestia física, pero al denunciante le avergonzaba. Él acabó resignándose e interiorizando ser objeto de acoso por parte de su superior y algunos de sus compañeros.
"Humillado y vejado"
Al tribunal no le consta que el sargento al que ha impuesto la condena se mofara o golpeara a otros componentes de su unidad, aunque apunta que eso no atenuaría la culpa por el trato que dispensó a su subordinado.
"El comportamiento del sargento no lo justificaban ni los continuos fallos del soldado ni mucho menos sus limitadas aptitudes físicas", dice el juez, quien señala también que el sargento debía haberle ayudado a su hombre a corregir esos errores en lugar de dedicarse a burlarse de ellos. Y eso, remata el tribunal, es algo que no hizo "nunca".
El tribunal sentencia que el comportamiento del sargento se llevó a cabo "con evidente abuso de su autoridad (...). No puede admitirse que fueran bromas, las cuales por cierto no siempre son divertidas o inocuas. Pueden no tener ninguna gracia para quien las sufre". Y ese era el caso del soldado en cuestión, quien se sintió, sobre todo, "humillado, vejado, avergonzado y con ganas de recluirse en su alojamiento".
El sargento llegó a justificar su trato al soldado en que lo hacía para corregirle o para evitar sus fallos. Pero a ojos del juez supone "una denigración y una vejación intolerable justificar el maltrato" en los supuestos fallos de la víctima. Era esa, precisamente, la excusa que daba siempre el ahora condenado. "En resumen -remacha el tribunal-, en el trato que deparó al soldado erró en todo".
El abogado del soldado, Antonio Suárez-Valdés, manifiesta que se trata de una "condena modélica en la que los tribunales militares vienen a marcar un listón de tolerancia cero hacia el acoso en el ámbito de las Fuerzas Armadas".
El soldado solicitará a la Ministra de Defensa su reincorporación a las Fuerzas Armadas una vez resuelta la causa penal, al entender que su baja en las mismas no fue sino "una manifestación más del acoso padecido".