Aquel velero era una flecha. Con sus 18 metros de eslora, el Somewhere London podía surcar el Atlántico y llegar en una semana y media a Europa desde el Caribe. Pero eso ya lo sabían los agentes de la Policía Nacional, que lo tenían desde hace tiempo en su radar, cuando lo interceptaron en medio del océano.
Se trataba de una operación de riesgo. La nave, diseñada para la alta competición, podía alcanzar velocidades próximas a los 20 nudos. A esa velocidad, un abordaje se convertía en una operación delicada. Tras varias horas, pudieron darle el alto en aguas de Lanzarote, horadar el casco de la nave y localizar en su interior un alijo de una tonelada de cocaína. Sus tres tripulantes habían ocultado la droga en un doble fondo junto a los depósitos de gasolina.
Días después de realizar esta operación, los agentes detuvieron a otras cinco personas más en Málaga y les intervinieron 10 kilos de ketamina, 65.000 euros en efectivo, tres vehículos de alta gama y documentación relacionada con el blanqueo de capitales. La organización disponía de otras embarcaciones que inscribía en diferentes regatas para enmascarar su actividad.
Esta operación, bautizada como Operación Galera, refleja un fenómeno del que los agentes dedicados a la lucha contra el narcotráfico llevan alertando desde hace tiempo: el empleo de veleros como medio de transporte de estupefacientes. Es "una cuestión anual y cíclica, pues obedece a los vientos: de enero a septiembre", asegura un alto mando en la lucha contra el narco.
Es en torno a esa época cuando los alisios soplan de modo más regular. "Es temporada de veleros", insisten las fuentes consultadas. "Al salir del Caribe, conducidos por los vientos alisios, la navegación es mucho más sencilla. Las tripulaciones son gente dedicada a la navegación, les conocemos bien".
Tres rutas en velero
De entre estas organizaciones destacan las procedentes de Bulgaria. En cuanto a veleros, no tienen rival. Emprenden hasta tres rutas distintas para introducir la droga en Europa.
La primera de esos rutas a través del Atlántico termina muy cerca de las islas Azores. "Es la que patentaron los lancheros gallegos", afirman a EL ESPAÑOL desde la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO), también conocida como Brigada Central de Estupefacientes. "Sueltan la mercancía en puerto o alguien va hasta allí conduciendo una lancha para recogerla. Los gallegos hace años que vieron el beneficio y se subieron a esa ola", explican.
El segundo de los itinerarios va directo hacia la costa del Levante. Los tripulantes de estas embarcaciones atraviesan el Estrecho de Gibraltar y, para tratar de pasar inadvertidos, simulan estar de vacaciones, simples veraneantes que se dirigen en su ruta de reposo hacia algún puerto del Mediterráneo.
El tercero de los caminos es conocido por los investigadores como "ruta canaria". Tras coger la mercancía, los navegantes ponen rumbo al sur, a la altura del archipiélago canario, y se dirigen hacia Marruecos. Allí dejan enfriar la mercancía para luego volver a salir con ella en distintas lanchas hacia la Península.
Viajes de ida y vuelta
Una de las novedades que han detectado los investigadores de la UDYCO es que los narcos están empezando a aprovechar estos viajes para que sean de ida y vuelta. El año pasado comprobaron que estas organizaciones transportan hachís hacia Latinoamérica para luego regresar con polvo blanco.
En concreto, tuvieron que alertar a las autoridades brasileñas porque detectaron un velero cargado con centenares de kilos de hachís. "Vimos como los búlgaros negociaban con los marroquíes para comprarles el hachís. Les interesaba porque en Brasil el hachís está tan caro que allí se puede intercambiar un kilo de una cosa por otro", señalan las mismas fuentes.
Tras el aviso, las autoridades brasileñas realizaron diversas intervenciones en sus propias costas. La Policía Nacional proporcionaba el nombre del velero y las rutas que iba a realizar para facilitarles el trabajo.
En estos viajes transatlánticos, las naves llegan a transportar en torno a 600 o 700 kilos de media. "Hay tantísimos veleros cruzando el Atlántico que se camuflan. Hacen escalas haciéndose pasar por turistas", explican.
La mayor operación
La mayor operación de la historia del tráfico de drogas vía marítima hasta la fecha se realizó el año pasado, también en alta mar. Fue en la ruta canaria: la Policía Nacional y la Agencia Tributaria atraparon 35 toneladas de cocaína en seis veleros y se detuvo a nueve personas de origen ruso y búlgaro.
Todos eran veleros de alta gama, de entre 14 y 22 metros de eslora. Para jugar al despiste, como en otras ocasiones, los búlgaros iban cambiando el pabellón y el nombre a sus barcos.
Una vez que el Ministerio del Interior puso en funcionamiento el plan especial de seguridad en el Campo de Gibraltar, a mediados de 2018, las mafias y las organizaciones presentes en la zona o que controlan desde allí sus negocios a nivel internacional tratan de diversificar los puntos de entrada de las sustancias que introducen en España para luego enviarlas al resto del continente. Por eso ahora la droga es detectada en puntos tan diversos.