Cuatro días después de orquestar la entrada en España de Brahim Ghali –líder del Frente Polisario–, Camilo Villarino –entonces jefe de gabinete de la ministra de Exteriores– le escribía de nuevo un mensaje a Francisco Javier Fernández Sánchez, teniente general del Estado Mayor del Ejército del Aire.
Este mando militar había sido la persona a la que había recurrido Villarino para transmitirle la orden de aquel 18 de abril. Para el día 22, la noticia de que el gerifalte polisario había ingresado en un hospital de Logroño con una identidad falsa ya había saltado a los medios.
La mano derecha de Laya, tras enviarle al militar un pantallazo de la noticia que el Gobierno había intentado ocultar, quiso tranquilizar a su interlocutor. Le dijo que, desde su ministerio, el de Exteriores, no iban a implicar a la otra cartera –Defensa– que facilitó el acceso de Ghali a la península. Los mensajes, a los que ha accedido en exclusiva EL ESPAÑOL, dicen así:
–En Exteriores no citaremos a Defensa. Un abrazo.
A lo que el teniente general respondió afirmativamente, empleando dos iconos de aprobación con el pulgar hacia arriba.
Este es uno de los múltiples mensajes que se intercambiaron ambos responsables, uno diplomático y otro de las Fuerzas Armadas, tanto el pasado 18 de abril como en las jornadas posteriores, y que explican el modo en que se introdujo a Ghali en la península.
Estos mensajes, cuyo contenido íntegro publica ahora este diario, habían sido exigidos por el magistrado que investiga la presunta entrada ilegal. La diligencia, solicitada el pasado verano por el titular del Juzgado de Instrucción número 7 de Zaragoza, Rafael Lasala, se conoce tras las declaraciones de Camilo Villarino ante el juez.
Villarino, único imputado por el momento en el caso y a quien se investiga por los delitos de uso de documento falso, prevaricación y encubrimiento personal, ha insistido este lunes al magistrado, sin embargo, en que la orden provenía de la entonces ministra Laya.
"Todo ha sido discreto"
"Todo ha sido discreto". Tras un día entero gestionando la entrada de Brahim Ghali en España, esa fue la respuesta que le hizo llegar el pasado 18 de abril el teniente general del Estado Mayor del Ejército del Aire a la mano derecha de la ministra. Así, le confirmaba que el aterrizaje había transcurrido sin problemas y que todo había salido según lo previsto.
Tanto Villarino como el militar, alto mando en las Fuerzas Armadas, reconocieron en sendos oficios remitidos al magistrado haber mantenido conversaciones vía telefónica -en forma de llamadas y mensajes de texto- la tarde del pasado 18 de abril.
Aquella jornada, detonante de la crisis diplomática con Marruecos que acabó con 10.000 inmigrantes cruzando la valla en Ceuta varias semanas después, un avión procedente de Argelia aterrizaba en torno a las siete y media en la Base Aérea de Zaragoza. Ghali viajaba en su interior. Con la identidad falsa de Mohamed Benbatouche se registró más tarde en el hospital de Logroño en el que ingresó para tratarse de la Covid-19. Se desconoce si portaba su documentación oficial porque nadie se la exigió.
-He avisado al equipo que tiene que enviar la ambulancia de que la hora estimada de llegada a la Base de Zaragoza será en torno a nuestras 19 horas -escribía Villarino-. He pedido el número de matrícula de la ambulancia, para que lo pueda pasar a los servicios de control de acceso a la base.
-Ok. Si nos dan el indicativo de la aeronave lo paso para que no haya problemas de autorización por parte del control de tráfico aéreo civil.
-Salvo cambios, solo deben desembarcar el paciente, con un covid en grado avanzado, y el hijo que lo acompaña. El paciente viaja, según mi información, con pasaporte diplomático argelino y su hijo tiene algún tipo de permiso de residencia en España. En todo caso, esto último no es un problema y no es responsabilidad del Ejército del Aire. Quien lo tiene que saber ya lo sabe.
-Lo pido.
"Todo solucionado"
A las siete y media de la tarde, Villarino escribe de nuevo:
-General, por favor, confírmame cuando el avión haya aterrizado. Gracias.
-Acaba de aterrizar. La ambulancia está esperando.
-Gracias General, por todas las molestias. Me tienes a tu disposición en exteriores.
Horas después, el avión despega de regreso a Argelia, Ghali ya se encuentra ingresado en el hospital de Logroño, donde se registra con una identidad falsa, y el general le informa a Villarino:
-Avión en el aire. El piloto quería pagar tasas y no sabía que estaba en la parte militar. El buen hacer de la base ha solucionado todo. Confirmo que ha sido todo discreto menos la tripulación argelina que había contratado handling e iban con PPR civil. Todo solucionado.
-Buen trabajo. A descansar lo que nos queda de domingo.
-Un fuerte abrazo y hasta otra.
En todo ese proceso, tal y como reconoció Villarino ante el juez, nadie sabe si Ghali llevaba su documentación encima porque nadie se la exigió a su llegada a España. El teniente general le preguntó si era preciso "que se hiciera trámite de aduanas o inmigración"."Quien suscribe le contestó que no era preciso, siendo esta respuesta perfectamente coherente tanto con la práctica establecida como con la legislación vigente aplicable".
En otro escrito dirigido al titular del Juzgado de Instrucción número 7 de Zaragoza, el jefe de la Base Aérea de Zaragoza, el General Jefe Ortiz-Cañavete, confirmó que desconocía el nombre de los pasajeros que viajaban en el avión, puesto que "no se solicitaron los pasaportes". A él la orden le llegó procedente de uno de sus superiores, y a este a su vez de esas conversaciones con Exteriores.
La base Aérea de Zaragoza dispone de un Procedimiento Operativo según el cual todas las aeronaves extranjeras procedentes de países de fuera de la Zona Schengen que aterricen en ella deben pasar el control de pasaportes y someterse a la supervisión de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Esta norma está basada en una Instrucción General del Estado Mayor del Ejército del Aire. Sin embargo, el jefe de la base afirmó ante el magistrado que en este caso no se siguió el procedimiento habitual "debido a la orden recibida del Estado mayor del Ejército del Aire".
Salida irregular
Tras conocer el contenido de los mensajes y escuchar la declaración del jefe de gabinete de Laya, quien la culpa directamente de darle la orden, Antonio Urdiales, abogado de la acusación popular de la causa, ha solicitado al juez que lleva el caso que impute a la exministra de Asuntos Exteriores.
Igualmente irregular, a ojos del magistrado, parece ser la salida del país del líder del Polisario. Un avión le esperaba en Pamplona el pasado 2 de julio rumbo de vuelta a Argelia, país amigo del pueblo saharaui y con el que España mantiene estrechas relaciones. Según un informe solicitado por el juez, los agentes de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras se encargaron, aquella noche, de identificar convenientemente a todas las personas que iban a subirse a aquel avión que les trasladaría rumbo a Argelia. Ghali estaba entre ellas.
Al proceder a ese control en la aduana, cuando le exigieron sus papeles, como al resto de pasajeros, Ghali dijo "que no poseía documentación" alguna. Que no llevaba ningún papel encima que pudiera identificarle. Y así, el mandatario pudo abandonar el territorio nacional tal y como llegó: sin necesidad de identificarse ante ninguna autoridad.
Lo detallado en el informe contrasta con la versión que el Gobierno y el Ministerio de Exteriores llevan meses repitiendo tanto en las ruedas de prensa como en diversas comparecencias parlamentarias. En respuesta a las preguntas registradas por la oposición en el Congreso de los Diputados, el Gobierno insistió en que el líder del Frente Polisario entró en España con su pasaporte personal y en estrecha comunicación con Marruecos.
"La entrada del Sr. Ghali se produjo con la documentación a su nombre, por lo que los dos extremos por los que se interesa la pregunta carecen de sentido”, llegó a afirmar el Ejecutivo. En otra respuesta al mismo partido, el Gobierno aseveró que "no existían impedimentos normativos que impidieran la entrada del Sr. Ghali en España".
Aquel episodio enfureció a Marruecos, enemigo histórico del frente saharaui. La monarquía consideró una afrenta haberse enterado del hecho a través de sus servicios secretos presentes en Argelia, y no a través de Moncloa. Entonces rompieron relaciones con el Gobierno de España. La crisis diplomática con Marruecos ya estaba servida. Ceuta fue el escenario de la mayor avalancha de inmigrantes de la historia. Unas 10.000 personas cruzaron la frontera en apenas 24 horas tan solo unos días después, ante la pasividad de la policía marroquí.
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