Wakil en Valladolid y Said en Ciudad Real. Ambos comenzaron una nueva vida en España hace dos meses junto a su familia, tras huir de una ciudad, Kabul, en la que las tropas talibanes comenzaban a sembrar el terror.
Wakil llevaba nueve años trabajando en labores de mantenimiento en la Embajada española. Cuando la delegación diplomática cerró sus puertas, dos días antes de que los talibanes tomaran la ciudad, tuvo que cambiar de domicilio varias veces junto a su mujer y sus cuatro hijos de 13, 11, 8 y 3 años, por temor a ser descubierto.
Finalmente Wakil y su familia pudieron tomar uno de los vuelos militares fletados por el Ejército español y huir de Afganistán. Ahora él y su mujer asisten a clases de español y residen en Valladolid, en una vivienda que les facilitó el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, mientras se tramita su petición para ser reconocidos como refugiados políticos.
Said, por su parte, trabajó durante años como electricista para las tropas españolas destacadas en Afganistán. Junto a su mujer y su hijo de 9 años, consiguió tomar uno de los últimos vuelos fletados por el Ejército español, dos días antes del brutal atentado en el que los terroristas de Estado Islámico (ISIS) asesinaron a más de 170 personas en el aeropuerto de Kabul.
"Estamos muy contentos en España", afirma Said a EL ESPAÑOL, "aquí es todo nuevo. Mi mujer y yo estamos aprendiendo español, me cuesta un poco la gramática, el niño ya va al cole. Creo que dentro de cuatro meses ya tendré el permiso para poder trabajar".
Said estudió Ciencias Políticas en su país, pero está dispuesto a realizar un trabajo en España de electricista, como el que desarrollaba para las tropas españolas en Afganistán.
Hasta entonces, la familia disfruta de una vivienda cedida por el Gobierno en Ciudad Real y recibe una ayuda económica, no muy elevada: 50 euros al mes por cada adulto y 20 euros por cada hijo. "Sigo pensando en mi familia que me falta", afirma, "en mi padre y mi madre. Mi país ahora es un lugar muy peligroso para ellos".
Huida a Pakistán
Uno de los hermanos de Said y su tío, junto a varios familiares, también han logrado viajar a España. Otro de sus hermanos no tuvo tanta suerte: consiguió entrar en el aeropuerto de Kabul junto a su mujer y sus tres hijos, pero no pudo tomar el vuelo con destino a España. Desolados, tuvieron que regresar a casa, donde ahora permanecen ocultos por miedo a los talibanes.
"Los talibanes ahora buscan a los afganos que colaboraron con las tropas españolas y les exigen dinero, 20.000 euros, o los matan", relata a EL ESPAÑOL.
Sus padres, de 60 y 62 años, han abandonado el país cruzando la frontera hasta Pakistán, desde donde esperan viajar algún día a España. Los talibanes han cerrado ahora las fronteras, señala Said, para frenar el éxodo de miles de familias que huyen de su régimen de terror.
Terror en el aeropuerto
Wakil permanece en contacto con otras tres familias de colaboradores afganos de la Embajada española, que el Ministerio ha instalado en Valladolid. Su salida de Afganistán fue toda una odisea.
"Cuando se cerró la Embajada", explica a EL ESPAÑOL, "nos dijeron que los talibanes estaban muy lejos de Kabul, pero sólo tardaron dos días en entrar en la ciudad. Estuvimos ocultos cuatro días en casa, luego pasamos una noche en casa de mi hermano y otra en casa de un amigo, para evitar que nos encontraran".
Hasta que por fin recibió la llamada en la que el personal de la Embajada le indicaba que se dirigiera al aeropuerto junto a su familia, para tomar un vuelo militar con destino a España. "Había tanta gente que era muy difícil entrar en el aeropuerto", afirma, "la gente gritaba y sabíamos que los talibanes estaban muy cerca".
Wakil vivió un momento de pánico cuando estuvo a punto de perder a su hijo pequeño, pisoteado entre la multitud. Al llegar a la entrada del aeropuerto, la Policía española ayudó a su familia a entrar. Por el camino se quedaron las maletas en las que llevaban toda la ropa: "Lo perdimos todo".
Ayuda de 370 euros
La familia pasó la noche en el aeropuerto, convertido en una torre de Babel, con soldados estadounidenses y de varias naciones europeas, y una multitud que intentaba desesperadamente tomar un vuelo.
A primera hora de la mañana, pudieron subir al avión A400 con el que el Ejército del Aire había establecido un puente aéreo entre Kabul y Dubai. Una vez en el emirato árabe, tomaron un segundo vuelo fletado a Air Europa para llegar a Madrid.
Wakil y su familia reciben una ayuda pública de 370 euros al mes, a la espera de poder comenzar a trabajar, una vez se haya regularizado su situación en España y hayan obtenido la condición de refugiados.
Sus hijos ya acuden a un colegio de Valladolid y sus disputas se reducen al terreno deportivo: El mayor, Mustafá, es del Real Madrid, mientras que el hermano de 8 años es del Barça. En esta nueva vida, intentan olvidar la pesadilla que han dejado atrás.
Wakil espera que ahora pueda viajar a nuestro país su hermano, que también colaboraba con la Embajada española en la realización de compras de suministros y se ha visto obligado a ocultarse en casa de unos amigos, porque los talibanes le están buscando: "Si le descubren, está muerto".