El recorrido del piloto gallego desde la costa venezolana hasta Portugal, donde se le detuvo.

El recorrido del piloto gallego desde la costa venezolana hasta Portugal, donde se le detuvo. Lina Smith

España NARCOTRÁFICO

La caída de Silla, capitán de velero de los narcos, el único que cruzaba el Atlántico con tormenta

Su velero iba cargado con 5.200 kilos. Era la referencia de los grandes capos para meter de ese modo toneladas de cocaína en Europa.

1 noviembre, 2021 07:04

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Era el único que se atrevía a surcar el mar en medio de la tormenta. Incluso en épocas malas salía al océano sin dudarlo. El último de sus veleros, pese a la estabilidad de sus 23 metros y medio de eslora, no dejaba de ser un cascarón navegando en medio del temporal. 

Ese era Carlos Silla Otero, un tipo, para los principales investigadores del tráfico de drogas en España, al que le daba igual arriesgar una y otra vez su vida navegando en esas condiciones. Su pericia al timón siempre le salvaba de las peores desgracias, y por eso, según ha podido conocer EL ESPAÑOL a través de fuentes de la lucha contra el narcotráfico, era la persona de referencia a la que recurrían las grandes organizaciones internacionales para introducir en suelo europeo toneladas y toneladas de cocaína a través de ese tipo de embarcaciones.

Silla, natural de Villagarcía de Arousa, representaba una pieza de "caza mayor". Era, para los investigadores, 'el señor de los veleros'. Un tipo precavido, aunque también audaz. De ahí la clave de su éxito. Navega en momentos en los que nadie se atreve, con los cargamentos más grandes, en las condiciones más adversas. Ese arrojo y osadía lo compensaba, eso sí, con una cierta prudencia.

Por eso, cada vez que entraba en una operación lo hacía con toda la artillería. Empleando todos los medios técnicos. Inhibidores de última generación, aparatos para ocultarse a ojos de los radares, medidas de seguridad... Muchas veces, con el fin de pasar desapercibido, emprendía el viaje desde África. Llegaba incluso a cambiar las banderas y los nombres de los barcos. En ellos cargaba centenares de fardos de droga y luego se adentraba en los recovecos de la costa gallega o peninsular con el fin de descargar el alijo de estupefacientes.

Ahora, hace tan solo unas semanas, los agentes de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) de la Policía Nacional, junto con la Policía Judiciária de Portugal, lograron por fin interceptar a este pez tan escurridizo. Su detención ha sido un golpe histórico: se intervinieron, en pleno Atlántico, ni más ni menos que 5,2 toneladas de cocaína, la mayor aprehensión hasta la fecha de esta sustancia a bordo de un velero.

El cargamento de fardos interceptado al piloto de veleros.

El cargamento de fardos interceptado al piloto de veleros. EL ESPAÑOL

Junto a él otras dos personas en esa operación resultaron detenidas. El patrón se encontraba en busca y captura por otro transporte de cocaína que fue frustrado en el mes de marzo del año pasado. Hasta ahora no se había logrado dar con él. Se le había perdido la pista.

El señor de los veleros

Pese a sus escasos 35 años, Carlos Silla lleva década y media vinculado al tráfico de drogas en este formato, utilizando veleros recreativos como medio de transporte. Eso cuentan a EL ESPAÑOL mandos del calibre del comisario Antonio Duarte, jefe de la Brigada Central de Estupefacientes. "Un tipo muy diestro en lo suyo, pero muy cauto". Para este mando (y para otros consultados por este periódico) era "el número 1" en la materia. 

Silla estaba en todas las salsas. Su renombre y su reputación trascendía las aguas gallegas, hasta el punto que hacía años que en el sur de la península conocían su nombre y le llamaban para toda clase de operaciones. "Todos recurrían a él". Quizá por eso se marchó de Galicia. Tenía mucha gente encima que le llevaba años buscando.

Lo que casi siempre le pedían los capos de las grandes organizaciones, o sus adláteres, era que se encargase de "patronear", de introducir él la droga en tierra firme. Su nombre surge relacionado, dicen los investigadores, en al menos una operación al año. 

Su relación con el mundo de la vela nos lleva a 15 años atrás. Su propio padre, el abogado Fernando Silla, contaba con varios acusados por narcotráfico en su cartera de clientes y el pasado año fue condenado por haberse quedado con una fianza de 40.000 euros que le habría dado la madre de un representado, detenido por posesión de sustancias psicotrópicas destinadas al tráfico.

Dicen los agentes especializados en la zona que su nombre empezó a sonar en la zona hace por lo menos una década. Silla, para los expertos en el combate contra el narco, pertenece a las nuevas generaciones de los clanes gallegos que sucedieron a mediados de la década pasada a las figuras totémicas que dominaban el tráfico de drogas desde los años 80. Quienes conocen bien este mundo en el seno de la Policía Nacional estiman que pudo comenzar, como muchos otros, como lanchero. Era aficionado al pilotaje. Pronto daría el salto a las embarcaciones de mayor envergadura. 

A él, dada su acreditada experiencia, venían recurriendo últimamente cada vez más las organizaciones de toda la geografía española, incluso en los últimos tiempos de otros países europeos. Por eso, tal y como apuntan fuentes judiciales a EL ESPAÑOL, contaba con un procedimiento abierto en el juzgado de Instrucción 6 de la Audiencia Nacional.

El velero en el que se realizó el transporte de cocaína.

El velero en el que se realizó el transporte de cocaína. EL ESPAÑOL

El asunto, tráfico de drogas por vía marítima, se devolvió en octubre de 2020 a Cambados, desde donde se dirige ahora la causa. Allí, efectivamente, como confirman fuentes del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG), cuenta con un procedimiento abierto. 

En 2019, poco después de que se interceptara el narcosubmarino en las costas de Galicia, Silla culmina casi al 100 % una operación en la que las lanchas de Aduanas y Guardia Civil no consiguen llegar a donde se esconde el velero. Lo localizaron muy cerca de la costa, "pero sobre todo con una mala mar impresionante", apuntan desde el Greco Galicia. No se sabe nada más de él hasta marzo de 2020, cuando en plena pandemia intenta consumar otra operación. Desde entonces se encontraba en busca y captura.

El viaje 

En esta ocasión, la definitiva, la que ha propiciado su caída, Silla cruzó el océano para recoger la droga a unas 1000 millas de Venezuela. Los expertos en el tráfico de drogas a nivel internacional aseguran que el empleo de veleros como medio de transporte de estupefacientes se usan de manera "anual y cíclica. Obedecen a los vientos: de enero a septiembre". 

Es en torno a esa época cuando los alisios soplan de modo más regular. "Es temporada de veleros", insisten las fuentes consultadas. "Al salir del Caribe, conducidos por los vientos alisios, la navegación es mucho más sencilla. Las tripulaciones son gente dedicada a la navegación, les conocemos bien".

Pero esta vez ya era octubre. Y eso a Silla le dio absolutamente igual. Él trabaja al mejor postor. "Nos dijeron los portugueses que había un temporal malísimo durante la travesía. Pero eso es lo que hacía siempre", explican esos mandos a EL ESPAÑOL. La droga, casi con toda certeza, provenía de la selva colombiana, de los dominios del clan del Golfo. Una vez cargados los fardos, Silla viró y emprendió el camino de regreso rumbo al Cabo San Vicente, en Portugal. En apenas unos días cubrió los 6.722 kilómetros que separan ambos puntos.

El velero en el que Silla realizó la travesía.

El velero en el que Silla realizó la travesía. EL ESPAÑOL

Había empleado para la ocasión uno de los veleros profesionales, los que más le gustaban. Motores potentes, gran eslora, capacidad de cruzar el Atlántico en pocos días. Un gran riesgo también, pero ante esas cosas Silla hacía oídos sordos. "Si eres capaz de navegar en esas condiciones -explica un mando policial conocedor de este individuo- porque arriesgas tu vida, porque controlas ese tema, te van a llegar más pedidos". Ese era el secreto.

Esta vez creyó que no le iban a coger. "Se extrañó mucho de la detención. Pensaba que iba a culminar. Decía que estaba seguro de haberlo hecho todo bien". Pero Portugal, el país vecino, también ha tneido que lidiar con él, y fueron ellos quienes lo localizaron. 

La organización que le realizó el encargo tenía plena confianza en Silla. Un cargamento así solo podían dárselo a él. "Si no no se atreven a arriesgarse de esa manera -dicen desde las unidades de lucha contra el narcotráfico-. Una organización no confía a cualquier piloto esa cantidad de droga".