EFE

Los marinos embarcados en los buques españoles integrados en las Fuerzas Navales Permanentes de la OTAN, una de cuyas misiones es la búsqueda de minas, viven con "tranquilidad" su día a día, que aparentemente no se ha visto alterado por la guerra en Ucrania, aunque las órdenes son circunscribirse al Mediterráneo sin entrar en el mar Negro.

En estos momentos España aporta a la misión el Buque de Acción Marítima Meteoro y la fragata Blas de Lezo, y, hasta el sábado, el cazaminas Sella, que se encuentra ya navegando rumbo a Cartagena, donde tiene su base.

Las agrupaciones navales permanentes constituyen el elemento básico de las Fuerzas de Respuesta Muy Rápida de la Alianza y son las primeras que se activan, incluso antes de que se declare una crisis.

"Tensión operativa"

En conjunto, son más de 320 los efectivos españoles, que viven con ilusión este despliegue y que, aunque la guerra de Ucrania les preocupa y la siguen muy de cerca, aseguran a Efe que la situación no les produce "inquietud" en su día a día.

"Tranquilidad" es la palabra que más repiten cuando se les pregunta cómo están viviendo esta misión con el trasfondo de la Guerra de Ucrania, los hombres y mujeres que forman parte de las dotaciones de los barcos de la Armada española.

"Estamos muy pendientes de lo que sucede, de las noticias de lo que pasa allí, pero de momento aquí se vive con relativa tranquilidad y seguimos haciendo nuestro trabajo como todos los días", señala a Efe el teniente de navío Meijueiro, segundo comandante del Meteoro.

Uno de los buques de la Armada en las Fuerzas Navales Permanentes de la OTAN. EFE

Un escenario que la ministra de Defensa, Margarita Robles, definió como de "tensión operativa", durante la visita que realizó el pasado viernes a los tres barcos españoles atracados en la base naval de Marathi, en la bahía de Souda (Creta), durante un descanso entre ejercicio y ejercicio.

El 'Meteoro'

El Meteoro, que recaló en Souda después de participar en unos ejercicios, salió de Las Palmas de Gran Canaria el pasado 17 de enero y desde entonces opera en el Mediterráneo, donde permanecerá hasta finales de junio.

Es el buque de mando de la agrupación permanente de medidas contraminas de la OTAN. "Es como el jefe del resto de los cazaminas que nos acompañan, a los que damos el apoyo que necesitan en cualquier momento", explica a Efe el alférez de navío Guillermo Ferraz, oficial de operaciones, en su primera misión en el exterior.

Además del Meteoro, la agrupación la forman tres cazaminas, uno italiano, otro alemán y el español Sella, ahora sustituido.

"En el semestre anterior se navegó por el mar Negro pero en esta ocasión nuestra misión es permanecer de momento en el Mediterráneo realizando ejercicios y a la espera de lo que nos ordenen", señala a Efe el teniente de navío Miguel Martínez Molina, del Estado Mayor de medidas contraminas de la agrupación, que forma parte de la dotación del Meteoro. Este marino apunta que mantienen "un perfil bastante bajo. Sabemos cuáles son nuestras órdenes, lo que tenemos que hacer, y como oficiales intentamos mantener la tranquilidad del resto de la tropa".

La ministra de Defensa, visitando una de las embarcaciones de la agrupación. EFE

Recalca como el resto de compañeros que la misión está siendo "bastante" tranquila. "Estamos muy contentos, todo está yendo sobre ruedas".

A la caza de minas

Los buques de la agrupación navegan durante periodos de una o dos semanas para después realizar paradas en diferentes puertos previamente designados, donde permanecen varios días de descanso antes de continuar la singladura.

La principal misión consiste en hacer ejercicios con minas para adquirir mayores capacidades y ser interoperables con las marinas de otros países de la OTAN. Son ejercicios conjuntos entre los barcos de los diferentes países con el objetivo de lograr un nivel de integración óptimo "para en caso de tener que pasar de ejercicio a realidad, hacerlo de la mejor manera posible", precisa el oficial Meijueiro.

Pero también realizan búsquedas en zonas que fueron minadas en otras épocas, como por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial.

El teniente de navío Martínez destaca la importancia que tiene para los ejércitos mejorar su capacidad de detectar minas, ya que con estas armas se puede sitiar un país al tráfico marítimo. "Hay que tener en cuenta que el 70-80 % del comercio mundial se hace a través del mar, con lo cual si nos sitian un puerto y no pueden llegar los buques mercantes, no habría comercio", apunta.

Lavadoras y bicicletas

El cazaminas dispone de un sonar. Cuando detecta un "contacto" se somete a evaluación y si se califica como posible mina, entra en juego el vehículo submarino del que está dotado. Su principal función es identificar si se trata realmente de una mina. ¿Cómo funciona? El vehículo se lleva hasta el agua mediante una grúa y desde la consola de control, un operador, accionando una especie de joystick (mando de videoconsola), lo sumerge y lo aproxima al objeto.

Cubierta del cazaminas Meteoro. EFE

"Dispone de una cámara de televisión que graba la intervención para que se pueda ver desde el barco", explica la sargento de armas submarinas, María Guiar. Si es una mina de ejercicio se recupera. Si es real, el vehículo vuelve a la superficie y se le coloca una carga explosiva de alta potencia. Se vuelve a sumergir en el mar, donde libera la carga y regresa al barco, que se aleja a una distancia de seguridad antes de detonar el explosivo.

En caso de que fuera una mina histórica, el procedimiento es otro. No se toca, se envía la posición GPS a las autoridades del país en cuyas aguas se encuentra y son ellas las que se encargan. Ocurrió hace unas semanas en aguas italianas.

Pero no solo hay minas en el fondo del mar. Está lleno de otros objetos que no deberían estar ahí. La última semana, en una intervención con buzos, los marinos españoles encontraron lavadoras, bicicletas y neumáticos.

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