Si el procés fue una pugna entre Convergència y ERC por hacerse con la hegemonía del independentismo, las manifestaciones del 8-M se han convertido en una pugna entre el PSOE y Podemos por hacerse, desde el poder, con los votos del feminismo.
Y el resultado no puede ser más desalentador. La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha logrado diezmar literalmente la presencia del feminismo en las calles: de los 350.000 asistentes a la manifestación del 8-M de Madrid en 2019 (un año antes de su llegada al Gobierno) a los 27.000 contabilizados en la de este miércoles. Menos de la décima parte.
Y de esta última cifra, sólo 17.000 desfilaron en la manifestación en la que participaban los dos partidos de la coalición, PSOE y Podemos, según las cifras oficiales de la Delegación del Gobierno. Las otras 10.000 se sumaron a la manifestación de las "feministas clásicas", que habían salido a la calle a protestar contra la Ley Trans y contra las rebajas de pena a violadores por la Ley del sólo sí es sí.
Así que la jornada se saldó con un desastre sin paliativo para el Gobierno, en el que los dos socios de la coalición se disputan la bandera del feminismo. La escasa capacidad de movilización demostrada por PSOE y Podemos supone además un pésimo augurio de cara a las elecciones municipales y autonómicas del 28-M.
Según las cifras oficiales, la manifestación del 8-M logró reunir a 350.000 personas en 2019, el primer año de Pedro Sánchez en la Moncloa tras la moción de censura contra Rajoy. La vicepresidenta Carmen Calvo y las ministras Dolores Delgado (Justicia), Isabel Celaá (Educación), Nadia Calviño (Economía), Magdalena Valerio (Trabajo), Luisa Carcedo (Sanidad) y Reyes Maroto encabezaron la marcha.
Hoy sólo continúan en el Ejecutivo Reyes Maroto (quien lo abandonará en dos meses para encabezar la candidatura del PSOE a la Alcaldía de Madrid) y Nadia Calviño. Magdalena Valerio (hoy presidenta del Consejo de Estado) y María Luisa Carcedo se quedaron fuera tras el pacto con Podemos, Dolores Delgado salió para ser fiscal general del Estado y Carmen Calvo fue sacrificada en la remodelación de Gobierno de julio de 2021 (en buena medida, por sus enfrentamientos con Irene Montero).
También fue masiva la afluencia a las manifestaciones de otras grandes ciudades como Barcelona (200.000 personas), Valencia (120.000), Vigo (105.000) y Sevilla (50.000 personas).
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A principios de marzo de 2020, ya comenzaban a ser extraordinariamente alarmantes las noticias sobre la pandemia de coronavirus en todo el mundo. A pesar de ello, las principales ministras animaron a acudir masivamente a la manifestación del 8M y Fernando Simón aseguró que el riesgo era insignificante.
Con todo, la marcha del 8-M de 2020 reunió a 120.000 personas en Madrid. Tan sólo seis días después, el Gobierno decretó el primer estado de alarma (que luego fue declarado inconstitucional) y confinó en casa a toda la población durante casi tres meses.
De las asistentes a la cabecera de la manifestación, se contagiaron de coronavirus Carmen Calvo, Irene Montero, Carolina Darias, Begoña Gómez y la madre del presidente Pedro Sánchez. Las ministras Isabel Celaá y Magdalena Valerio habían tomado la precaución de ponerse guantes de nitrilo de color morado.
La pandemia obligó a suspender las manifestaciones feministas de 2021. No regresaron hasta el 8-M, y ya entonces se celebraron con un importante pinchazo: sólo 56.000 personas en Madrid, y ya con dos manifestaciones separadas debido al cisma interno provocado por las políticas del Gobierno.
El pinchazo ha sido aún más dramático este último 8-M. Podemos forzó que el Congreso votara la víspera la toma en consideración de la reforma de la ley del sólo sí es sí, para utilizarla contra el PSOE en las manifestaciones feministas.
Desde la tribuna del Congreso, la diputada de Podemos Lucía Muñoz se encargó de echar más leña al fuego con un discurso lleno de expresiones altisonantes, en el que acusó al PSOE de traicionar a las mujeres y lo identificó con los "fascistas" que rechazan la ley de Irene Montero.
La herida abierta entre los dos socios de coalición provocó un ambiente de desolación en la manifestación feminista de este 8-M: sólo 17.000 personas secundaron la marcha oficial tras las pancartas del PSOE y Podemos.