El New Borgia, un club de alterne situado a las afueras de Santander, es el escenario de un episodio con el que se ha desvelado que ese establecimiento era frecuentado en diversas ocasiones por agentes de la Guardia Civil.
Tal y como revela una investigación interna del Instituto Armado, un agente acudió a ese establecimiento el pasado otoño. Entró a una de las habitaciones con una mujer. Poco después habló con uno de los responsables del local y, tras identificarse como guardia civil, reclamó que se le devolvieran los 50 euros "porque no estaba conforme con los servicios prestados".
Según la documentación interna de la Guardia Civil a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, el coronel de la comandancia zanjó el asunto sin sancionar a este agente.
La investigación por estos hechos se abrió el 18 de diciembre de 2022. Las pesquisas han logrado determinar que fueron varias las noches en que acudieron varios guardias al local de alterne. La primera de esas ocasiones fue en octubre del mismo año. Según las declaraciones recabadas, esa noche, ya a su llegada, en la puerta, se inició una discusión entre uno de los agentes y el portero. Para que el intercambio no fuera a más, uno de los guardias presentes se adelantó y pagó las entradas.
Según figura en la documentación de la investigación interna, una de las mujeres que estaban aquella noche en el club, declaró haber visto cómo entraban "5 o 6 personas que se dirigieron a la barra".
La mujer se acercó a uno de ellos "para entablar conversación" y el hombre, tras sacar su cartera y su tarjeta de identificación, le respondió: "No quiero saber nada con putas, soy guardia civil...".
Ese fue el primero de los episodios. Otra de las personas a las que se interrogó para averiguar qué hacía un grupo de guardias civiles en el club de alterne fue el dueño del local. En su declaración, relata unos hechos acaecidos en diciembre. Días antes de lo ocurrido, recibió la llamada de un agente para comunicarle que irían varios compañeros para celebrar la despedida de un componente de la comandancia.
Según recoge la investigación, cuando llegó esa noche "al menos uno" de los agentes "hizo uso de una de las habitaciones en compañía de una de las chicas que se encontraban en el local".
"No estaba conforme"
Trascurridos unos minutos, según la declaración del encargado, ese guardia regresó de la habitación, se identificó con su placa como agente de la autoridad y exigió al camarero del establecimiento que le devolvieran el dinero, "porque no estaba conforme con los servicios prestados" por la mujer. Los empleados del club accedieron a devolverle el importe.
[Topos en los Mossos y 'walkie talkies' cifrados: así controló Tsunami Democràtic al Estado]
Fuentes de la Guardia Civil señalan que de estos incidentes se suele informar a la Delegación del Gobierno, y al Mando de Operaciones en Madrid, dado que la comandancia de Cantabria depende directamente de este órgano, que es el que puede abrir expedientes disciplinarios por falta grave.
Sorprendentemente se abrió expediente a dos de los agentes, pero no aquellos que a juicio de las fuentes consultadas habrían cometido las faltas más graves en el Borgia, como el que se subió con la mujer a la habitación.
EL ESPAÑOL se puso en contacto este lunes con la Comandancia de Cantabria para recabar la versión de los mandos. Sin embargo, desde este destacamento han declinado realizar ningún comentario al respecto.