Ya está. No le den más vueltas los Bolaños, las Margaritas y los Gonzalos Boyes. La exposición de motivos de la inminente ley de amnistía ya la tiene redactada el presidente Sánchez. Redactada y leída en público. Como exposición de motivos de la ley vale su discurso del sábado ante el comité aplaudidor del PSOE.
Pedro Sánchez: "Hay que hacer de la necesidad virtud".
He aquí lo que juristas de la talla de Pascual Sala estaban esperando para poder discernir si esta amnistía es constitucional o no lo es. La motivación. ¿Cómo se explica la necesidad o conveniencia de una amnistía? Pues éste el motivo sin rodeos ni disimulos, gracias presidente: que la impunidad de políticos independentistas por los delitos cometidos entre 2014 y 2017 es la única forma de que el gobierno actual lo siga siendo. Porque justo ése es el precio irrenunciable que le ha puesto a sus siete votos Puigdemont.
Pedro Sánchez: "Esta medida es una condición para que pueda haber un Gobierno de progreso y para evitar un Gobierno de la derecha y la ultraderecha, que perdieron las elecciones el pasado 23 de julio".
La amnistía es el peaje por el que hay que pasar. Otras de las condiciones que había puesto Puidgemont se ve que no -nada dijo de ellas Sánchez el sábado, a Puigdemont ni le nombró-, pero la amnistía, sí. Ésa es de obligado cumplimiento si uno quiere ser investido. Sánchez quiere y amnistiar dejó de parecerle inasumible la noche del 23 de julio para empezar parecerle deseable. Se agradece, al fin, la honradez del presidente en funciones que deja a los pies de los caballos a tanto propagandista de la cosa que se ha pasado semanas amontonando argumentos pretendidamente elevados. Son números, amigos. La amnistía es necesaria, le es necesaria para sacar adelante su investidura.
Son números, amigos. La amnistía es necesaria, le es necesaria para sacar adelante su investiduras
De modo que, agradecida la exposición del motivo, no le incomodará hoy al presidente competir con Puigdemont por la condición de máximo beneficiado de la medida. Por ahí podría seguir el debate, mira: ¿quién es el mayor agraciado, el que va a quedar impune o el que va a permanecer presidente?
Cataluña, preparada
Naturalmente, el sábado añadió Sánchez, magnífico siempre en su habilidad para solapar sus necesidades con las de España, que hay otro motivo más profundo para anhelar ahora la impunidad: que Cataluña ya está preparada para el reencuentro total, así lo dijo. El reencuentro total. Con Puigdemont, se entiende, que podrá regresar sin que Llarena le detenga.
No es verdad, por supuesto que no, que conceder la amnistía sea la única vía posible para que haya gobierno. Es la única vía posible para que haya un gobierno apoyado por la derecha independentista catalana, eso sí. Y es verdad que cualquier otra fórmula para alumbrar un gobierno fue desechada en la misma noche electoral por este presidente.
El mismo Sánchez, concesión a la melancolía, al que en 2016 le parecía razonable ir por tercera vez a las elecciones con tal de que no fuera presidente Rajoy. Huelga ya perder el tiempo en los vaivenes y faltas de palabra de quien hoy preside el gobierno, justificadas por él mismo, y por los propios, como serenos cambios de opinión. Huelga incidir en el vicio presidencial por reescribir la historia y pretender que cada uno de sus vaivenes responde, en realidad, a un plan largamente madurado.
¿Qué es mentir, presidente?
Esto también es marca de la casa: predicar, contra toda evidencia, que esto que hoy parece un incumplimiento (como una catedral) de la palabra dada es, en realidad, un paso coherente con lo ya prometido. Si cuando derogó la sedición pretendió convencernos de que se había comprometido a ello en su discurso de investidura -y era mentira-, ahora pretende sostener que esto de la amnistía estaba en su plan para Cataluña desde hace tiempo, créaselo.
Pedro Sánchez: "Siempre supimos que debíamos proseguir por el camino del reencuentro y que eso implicaría medidas adicionales de gracia. Es cierto, os lo digo sinceramente, que no las planeabamos para ahora y asi lo dijimos, pero también es cierto que sabíamos que la superación definitiva del conflicto requeriría otras medidas de gracia en el futuro".
Os lo digo sinceramente que no las planeábamos para ahora y así lo dijimos. Con un par. Tienen razón los propagandistas que ensalzan que arrojo no le falta. Nunca dijo este presidente que planeaba una amnistía pero para más adelante. Lo que dijo es que la amnistía no cabe en la Constitución española. Y si no cabe, no cabe. Nunca dijo todavía no toca, lo que dijo fue no sucederá nunca. Pero es igual. Colocó la fake a la concurrencia socialista en el Comité Federal e incluso eso le fue aplaudido.
Si él dice que siempre lo tuvo en la cabeza, aplaudámosle con la misma convicción con que le aplaudimos cuando dijo indultos, sí, pero amnistía, por supuesto que no. Lástima que no explicara el sábado el presidente por qué, si la tenía en la cabeza, negaba en público que la tuviera. La definición exacta que él dio en julio para la palabra mentir, ¿qué es mentir, presidente?
Pedro Sánchez: "Mentir es decir algo que sabes que no es cierto con la intención de engañar".
A pensar en una amnistía futura pero decir que la amnistía es implanteable, ¿podemos llamarle mentir o se enfadará la cofradía del santo oficio?
No es verdad que si te piden la amnistía para ser investido no te quede más remedio que otorgarla. Te pueden pedir la luna y no por eso vas a tener que entregarla. Uno va a la amnistía porque elige ir. Imagínese que Puigdemont y Junqueras hubieran puesto como condición irrenunciable la fecha del referéndum. Si no se puede, no se puede, habría dicho el PSOE. Y entonces habría defendido que lo mejor para España es ir a elecciones de nuevo, porque si algo sabemos es que los argumentos son biodegradables.
La amnistía es la única vía posible para que haya un gobierno apoyado por la derecha independentista catalana
Pedro Sánchez: "En el nombre de España, en el interes de España, en defensa de la convivencia entre españoles, defiendo hoy la amnistía en Cataluña".
‘En el nombre de España’. Ya se ha contagiado el presidente del vicio de su vicepresidenta segunda: esto de en hablar en nombre del país en asuntos en los que el país no ha sido consultado ni directa ni indirectamente. Podrá usted decir que lo hace por el bien de España, o defensa de España. Pero en nombre de España, no. España tiene posturas plurales y diversas. La suya sólo es una de las que existe.
No hay que ser un lince para atisbar que si el presidente se pone ya la camiseta del gran amnistiador, y se confiesa pagador del peaje, es que el peaje está abonado y sólo queda completar la puesta en escena. Esto está hecho, sólo falta consumar la liturgia del anuncio formal de los acuerdos. Y ponerle fecha a la investidura, Francina.
Si él dice que siempre lo tuvo en la cabeza, aplaudámosle con la misma convicción con que le aplaudimos cuando dijo indultos, sí, pero amnistía, por supuesto que no
El pleno parlamentario en el que se oficiará la conversión de Junts per Cataluña, antes fiera criatura del indomable Puigdemont en mascota mansa de la nueva-vieja mayoría: nuestro nuevo hámster progresista, Carles, sigue dándole vueltas a la rueda que cada vez se te ve más menudillo.
Nadie te va a exigir, no te apures, que renuncies a tu famosa vía unilateral ni que asumas el destrozo que causaste con tu ilegalísima embestida. A diferencia del gobierno de España, tenemos asumido que el independentismo nunca tiene por qué cambiar de opinión en nada. Cataluña está lista para el reencuentro total, dijo el presidente, como si toda Cataluña (y toda España) hubiera tenido la culpa de lo que sucedió en 2017.
Por cierto, en interés de España una parte del gobierno que Sánchez preside boicoteará la jura de Leonor de Borbón mañana. Dos ministras del gabinete, Belarra y Montero, se suman al sabotaje de los grupos independentistas al acto parlamentario que encarna el sometimiento de la corona a la voluntad del pueblo soberano.