La III Encuesta Nacional de Polarización Política confirma un incremento de la polarización afectiva en nuestro país, lo que supone que los españoles están cada vez más divididos en dos bloques ideológicos y eso se está viendo reflejando en la orientación que tienen en las urnas: hombres y mujeres. Este estudio realizado por el grupo de investigación CEMOP de la Universidad de Murcia, se desarrolló durante la campaña, y se entrevistaron a más de 1.200 personas de diferentes comunidades autónomas, a las que se preguntó, entre otras cosas, qué sentían al oír frases como "derogar el sanchismo" o "parar la ola reaccionaria".
Uno de los resultados más reveladores de la encuesta señala que el género se está constituyendo en "un clivaje político más, al estilo de la clase social, la religión o la identidad territorial". El codirector del CEMOP de la Universidad de Murcia, Ismael Crespo, advierte de que si finalmente se convierte en un elemento de ruptura: "Tendremos una serie de políticas orientadas a género y una serie de políticos orientados a género. De la misma forma que hay una división entre izquierda y derecha, nos encontraremos una división entre el voto masculino y el voto femenino".
Prueba de ello es que el estudio del CEMOP recoge que "el voto del PSOE está cada vez más feminizado, frente a un voto de Vox claramente masculinizado". Además, las mujeres tienen más simpatía por Pedro Sánchez (30,9%), seguido de Alberto Núñez Feijóo (25,1%), Yolanda Díaz (21,1%) y a mayor distancia se sitúa el líder Vox: Santiago Abascal (4%). "Estos porcentajes varían en la percepción de los hombres, que muestran mayores apoyos hacia Feijóo (27,9%), seguido de Sánchez (23,6%) y Díaz (15,6%), y mayor adhesión hacia Abascal (10,5%) que las mujeres".
El catedrático Ismael Crespo reflexiona que "siempre se ha pensado que los clivajes posmodernistas iban a estar ligados a otro tipo de cosas, por ejemplo: al tema de medioambiente, al cambio climático, pero evidentemente está claro que el género puede estar convirtiéndose en un clivaje político y tiene que ver mucho también con los movimientos feministas".
Las conclusiones del estudio también exponen que este incremento de "la polarización" de la ciudadanía "se relaciona con su exposición a los medios". De hecho, el estudio del grupo de investigación CEMOP que dirigen los catedráticos Ismael Crespo y Juan José García Escribano, desmonta la hipótesis de que las redes sociales retroalimenten las ideas propias de los usuarios, gracias a que los algoritmos solo muestran el contenido que desean consumir: "La teoría sobre las redes como 'cámaras de eco' va perdiendo cada vez más vigencia".
Además, el 42% de los españoles que usaron las redes para informarse de la campaña de las elecciones generales afirman que a diario les bombardeaban: "Se encontraron todos los días, sin buscarlas, con publicaciones desfavorables al partido o candidato que más simpatía le generaba". Por otro lado, el estudio también desvela que "las personas que no usan la televisión ni consultan periódicos para realizar un seguimiento de la campaña son las que tienen menores niveles de polarización".
Ismael Crespo señala que "hay datos un poco duros". El catedrático destaca "el hecho de que haya una buena parte de los españoles que crean que es legítimo ilegalizar partidos políticos, o sobre todo, y esto es lo más llamativo, que si el país en un momento dado está en peligro, el líder pueda saltarse algunas de las normas democráticas, o que en caso de una discrepancia entre la Justicia y la política, sean los jueces los que deben callar".
"Esas son algunas tendencias preocupantes, porque están atentando de alguna forma a las bases del Estado de derecho que conocíamos tradicionalmente", según advierte Crespo.
El catedrático en Ciencias Políticas resalta que "la conclusión del estudio es que la polarización afectiva cada vez es más relevante, lo que tiene una serie de consecuencias sobre la democracia, el nivel de legitimación que se hace de los partidos contrarios cuando asumen el poder, el nivel de legitimación que se hace de determinadas instituciones o el nivel de confianza que se tiene en la clase política".