El expresidente del FC Barcelona Joan Gaspart, antes de la entrevista.

El expresidente del FC Barcelona Joan Gaspart, antes de la entrevista. Jordi Bardajil

España HABLANDO SOBRE ESPAÑA

Gaspart: "Admiro a Puigdemont y quiero un referéndum, pero votaría no a la independencia"

  • "Cataluña y España no han juzgado como es debido a Jordi Pujol y al Rey Juan Carlos"
  • "Los catalanes no sabemos reconocer el pasado de las personas. De Juan Antonio Samaranch no hay una calle ni un reconocimiento, nada".
  • "El Barça ha evolucionado hacia el independentismo, como la sociedad".
28 julio, 2024 02:42
Barcelona

Llegado un momento de la entrevista, Joan Gaspart (Barcelona, 1944) pide ir al baño. Es normal, ha pasado una hora y cuarenta minutos de conversación y es necesario beber con este calor en Barcelona. Se toma su tiempo y al llegar, pregunta él. 

- Me ha citado a muchas personas y yo le he hablado de mucha gente a la que admiro. Pero no me ha preguntado quién es mi verdadero enemigo. 

- Por lo que he entendido pensé que vestiría de blanco. Pero, dígame, me deja intrigado. 

- Al Diablo.

- Al Diablo…

- Sí, todos los demás, los enemigos deportivos son susceptibles de ser amigos. Y mire, estaba pensando que no le había dado ninguna exclusiva y creo que esto no se lo he dicho a nadie. 

El concepto de exclusiva de Joan Gaspart desvela que no ha cambiado en nada. Llega cabreado a la entrevista, se enfurruña, pero cuando entra en harina vuelve a disfrutar como un niño pequeño. 

Le gusta, le divierte sentirse un gamberro. Como cuando ocupaba un cargo institucional en el Fútbol Club Barcelona y se bañaba en las fuentes -o en otros sitios peores- como un aficionado más.

Resulta difícil adentrarse con él en un terreno serio. Hay que fintar, atraerlo, pero es hábil en el arte de la distracción y enseguida es él quien te hace caer en la trampa. Todo fluye cuando aparece el Barça, la más absoluta de sus pasiones. Y cuando el juego va por otro lado, ya se encargará él de devolverlo al terreno futbolístico.

Su historia está marcada por la mayor de las fatalidades. Más de veinte años como vicepresidente del club de su vida y la noche en la que por fin se convierte en presidente, su máximo rival le quita a Luis Figo, el mejor de sus jugadores. 

Puede que eso le volviera aún más culé, más catalán, más barcelonista, si es que todas esas palabras no significan lo mismo para él. Aunque eso nunca le ha alejado de España y sus instituciones. 

Empresario hotelero, presidente durante muchos años del consorcio Turismo de Barcelona y, por encima de todo, directivo de fútbol. Joan Gaspart es como es. No le gustan las fotos, esquiva ciertos temas, pero termina la charla casi tres horas después agotando el historial de anécdotas con el día en el que conoció a los Beatles.

Repasando su biografía, he encontrado algo que me ha llamado mucho la atención. Usted es cónsul honorario de Seychelles desde 1980. Cuénteme.

Bueno, es un lugar maravilloso y un destino para los diplomáticos de carrera muy solicitado. Tuve la suerte de conocer a quien era su presidente y al ministro de Exteriores, no tenían consulados en España y yo me ofrecí. Además, soy el decano de todos los cónsules de las Seychelles en el mundo. El embajador está en París y de él dependen España, Alemania, Italia, Portugal y Andorra. Es un cargo honorífico.

Pero, ¿tan fácil resulta? Cuando dicen que no hay mejor embajador que el directivo de un club de fútbol, en su caso es literal.

Por eso decimos que el Barça es más que un club. La gente te mira con los ojos llenos de admiración.

Han pasado más de 20 años desde que dejó la presidencia del Barcelona. ¿Sigue siendo tan forofo?

Se nace y se muere siendo forofo. Recuerdo que cuando estaba en activo con el presidente Núñez, nos venían hijos o nietos de socios que querían comprar camisetas del Barça porque sus familiares habían muerto y en sus testamentos decían que querían que los enterraran con la camiseta del equipo. El Barça es una religión -con todos mis respetos a la religión desde un punto de vista espiritual- y yo espero transmitírsela a mis bisnietos, como hice con mis hijos y con mis nietos.

Joan Gaspart durante la entrevista.

Joan Gaspart durante la entrevista. Jordi Bardajil

A usted se la inculcaron también desde pequeño.

Cuando tenía meses mis padres me llevaban al fútbol, al campo de Les Corts. Me llevaban en cuco, porque había muchas escaleras y era complicado con el carrito. Mi madre me dejaba cerca de la puerta por donde entraban, y muchos años después conocí al portero que estaba allí. Me dijo que me conocía desde bebé y que mis padres le pedían que me vigilara. 

Debería ser como su padrino. 

Me explicó que yo lloraba todo el rato y que cuando marcaban gol, me callaba. Por el susto o por lo que sea, me callaba. Entonces, desde que tenía unos meses ya sentía los colores del Barça.

Y el triunfo de la Selección española en la Eurocopa, ¿lo ha vivido con ese fervor? 

Yo fui vicepresidente de la Real Federación Española de Fútbol durante 12 años. Esta Eurocopa la viví desde China, con seis horas de diferencia horaria, terminé a las cinco de la mañana.

En diferentes ciudades de Cataluña había muchísima gente viendo a España en pantallas gigantes. De alguna forma, ¿el fútbol ha conseguido reagrupar a la gente en Cataluña alrededor de un símbolo nacional? 

Bueno, es que cuando la Selección española fue campeona del mundo en Sudáfrica estaban Piqué, Puyol, Iniesta, Xavi… Si la Selección está llena de jugadores tuyos es un plus. Y ahora tenemos a este niño sensacional, Lamine Yamal, que nos ha hecho disfrutar muchísimo. Y a ver si podemos incorporar a Nico Williams. 

No adelantemos acontecimientos. Lo que yo le preguntaba es si la Selección ha conseguido que la sociedad catalana reconecte con España. 

Esa noche fue gloriosa para todos los que somos futboleros o seguimos el deporte. Alcaraz ganó Wimbledon, Messi ganó con Argentina y España, la Eurocopa.  

Habrá mucho catalán que sólo celebrara el triunfo de Argentina…

Yo soy mucho de la persona. A mí Alcaraz me cae bien, me gusta. Y también Nadal, y mire que es forofo del Madrid. Pero como persona, por sus declaraciones, su forma de ser, me gusta. Yo al presidente del Madrid, a Florentino Pérez, lo odio por su cargo pero tengo una admiración hacia la persona, al empresario. Y mire, con Ramón Mendoza me iba una semana de vacaciones en su barco y no hablábamos de fútbol.

Volviendo a la Selección, ¿le gustó tanto como el partido las celebraciones, la recepción en la Moncloa, que suscitaron bastante polémica? 

No lo vi. Todo lo que pueda decir es porque lo he leído, pero dicen que algunos de ellos actuaron así por timidez. 

No parecía timidez lo que reflejaban algunas caras…

No lo sé. Yo puedo hablar de mi época. Yo siempre defendí a Ángel María Villar y el tiempo me ha dado la razón. 

Fue detenido y llegó a ingresar en la cárcel por distintos cargos de corrupción.

No se ha demostrado nada. En la vida es muy fácil acusar, criticar, se ocupan portadas. Y cuando quedas absuelto o se demuestra que no hay nada, aparecen dos líneas pequeñitas. 

¿Quiere decir que con Luis Rubiales o con su sucesor puede pasar algo parecido? 

No lo sé. A ver, yo he hecho muchas locuras, me he bañado en el río Támesis en una celebración, aunque aquí estamos hablando de darle un beso a una jugadora. No sé, yo puedo hablar de lo mío. Y como presidente del Barça he dado espectáculos de los que no me siento muy orgulloso. 

Todo lo lleva a su terreno. Ya que no salimos de ahí, cuénteme cosas de las que se arrepienta.

Bueno, yo estoy seguro de que no hay ningún socio en la historia del Barça que haya sido declarado persona non grata por el Real Madrid y por el Espanyol, mis dos grandes enemigos deportivos. 

Pero de eso tampoco se debe arrepentir demasiado. Creo que tiene ambas cartas enmarcadas en su despacho.

Florentino un día lo vio y me preguntó. Y yo le dije que aquello era un honor.

También tiene una foto en la que todo el estadio le está pidiendo a gritos su dimisión. No sé si tiene más de provocador o de personaje maldito. 

No, eso fue un día en el que todos mis compañeros directivos, mucho más inteligentes que yo, se fueron del palco. Y todo el mundo empezó a sacar pañuelos, se veía el Camp Nou blanco. La gente pensó que lo hacía por un acto de chulería, pero eso es que no me conocen. Lo hice porque el público tiene que exteriorizar su disgusto, su cabreo y al presidente le toca asumir esa responsabilidad. 

Gaspart repasa su carrera como directivo del Barcelona.

Gaspart repasa su carrera como directivo del Barcelona. Jordi Bardajil

Como un acto de flagelación.

No, mire, esa temporada los grupos de peñas intentaron asaltar el palco y terminaron rompiendo los cristales. Tuvo que intervenir la Policía. Al cabo de dos o tres semanas pasó lo de la pañolada y aquello duró cinco minutos. 

Es que usted ha chupado mucha grada antes de ser presidente.

Fui un directivo muy intenso. Recuerdo un día, siendo vicepresidente del Barça, que habíamos ido a jugar al Santiago Bernabéu. Yo iba en el autobús con los jugadores y al terminar el partido ellos se estaban cambiando en el vestuario y yo salí a tomar una cerveza. El bar estaba a rebosar, pero cuando entro se queda en un silencio sepulcral. Entonces viene un chico y me dice: "¿Usted sabe dónde se ha metido?". Digo: "Pues no sé, en un bar". Y me responde: "Este es el bar en el que nos concentramos los ultras y usted es nuestro mayor enemigo". 

Se había metido en la jaula de los leones…

Vino otro y se puso a gritar. Me decía que era un cabronazo y otras cuantas cosas más que no vienen al caso. Pero entonces se dio cuenta y dijo: "Aunque seguro que usted piensa lo mismo de nosotros, así que estamos empatados. Y, por tanto, lo respetamos". 

Como en la Guerra Fría. 

Sí, pero yo la cerveza no me la tomé. Antes de salir volvió el primer chico y me dijo: "¿Le puedo dar un último consejo? No corra, porque como le vean corriendo, van a salir a por usted y le van a dar una paliza". 

"Me metí en el bar de los ultras del Madrid y un chico me empezó a gritar. 'Usted es un cabronazo, aunque seguro que piensa lo mismo de nosotros y, por tanto, lo respetamos'"

Era otra sociedad, otro fútbol. No me imagino yo ahora a un directivo entrando en un bar con los aficionados del equipo contrario. 

Mire, el Barça tiene una peña histórica, que son los Boixos Nois. 

Prohibida por violenta, por cierto. Y ahora vuelven a aparecer de vez en cuando.

Al principio eran una peña de animación, y yo participé mucho en ella. Entonces, cuando usted me preguntaba si he dejado de ser forofo, la respuesta es no, al contrario. Voy a hacer una peña que se va a llamar Boixos Vells (Locos Viejos). Porque he llegado a la conclusión de que si los nois tienen derecho a estar un poco boixos, los viejos también. 

Me está diciendo que la solución es crear una peña de yayos del Baça… ¿Y habrá política? 

No, no. Sólo Barça

Pero el Barça también es política, ¿no? 

Pero eso surgió de una forma natural. Los miles de andaluces, extremeños, gallegos, que venían a Cataluña a ganarse la vida preguntaban qué tenían que hacer para sentirse como un catalán más. ¿Y cuál era la respuesta? Pues hacerse del Barça. 

Entonces, me está diciendo que aquello era un acto político. Así se construyó el catalanismo. Usted ha sido uno de los últimos presidentes que no se han identificado con el independentismo, porque después esa ha sido la deriva en el club. 

Mire, el partido político de Núñez era el Barça, esa era su enfermedad. Y luego los tiempos van cambiando y evolucionando, como los partidos evolucionan ideológicamente.

El Barça lo fundó un suizo, Hans Gamper, al que luego le llamamos Joan. Mientras que el Espanyol lo fundaron catalanes. Y mire, ya aprovecho, el Real Madrid también lo fundaron dos catalanes. Le tengo que decir a Florentino que en el palco del Bernabéu, ese que ha hecho tan bonito, ponga las fotos de estos dos catalanes. 

No se me vuelva a escapar. Ya que me ha hablado de Núñez, cuénteme cómo fueron las relaciones con Jordi Pujol, porque a pesar de ser dos personajes equiparables, cada uno en lo suyo, no se llevaban demasiado bien.

La historia es la que es, y ya antes de Núñez el Barça era un equipo muy ligado al catalanismo. Entonces, Jordi Pujol, como fundador de Convergencia y abanderado de esta idea, pensaba que el Barça debía ser su feudo. Por tanto, las relaciones al principio fueron un poco tirantes. Más que Pujol, yo creo que fue el entorno de Pujol el que intentó colocar a alguien más cercano. 

Los periodistas sabemos perfectamente que cuando hablamos del entorno hablamos de la persona, pero sin citar su nombre para que no se enfade. 

Al presidente Pujol yo lo quiero mucho. Pero mucho es mucho. Es muy amigo mío. Y me ha dolido muchísimo en el corazón la muerte de su esposa Marta [Ferrusola]. Ahora, cuando estaba en el despacho de la Generalitat supongo que estaba pensando más en Cataluña que en el Barça. Son dos mundos diferentes, pero a la vez muy unidos. 

Se dice que Pujol consiguió controlarlo prácticamente todo en Cataluña. Pero una de las pocas instituciones con las que no lo logró fue el Barça.

Yo creo que él hizo muchas cosas por Cataluña. Y no recordarlo es tachar a los catalanes de tontos, porque lo votaban y ganaba las elecciones de largo. Creo que fue el mejor, creó infraestructuras, hospitales, clínicas, autopistas, etcétera, etcétera, podía seguir toda la tarde. 

¿Y por qué no consiguió entonces conquistar el Barça? 

Pues porque Núñez era muy querido por el barcelonismo. Punto. Yo no sentí en ningún momento que desde la Generalitat se quisiese controlar el Barça, al contrario. Cataluña es un país excepcional, fabuloso, pero nos queda una cosa que no sabemos hacer: reconocer el pasado de las personas que han hecho tanto por Cataluña y por Barcelona. Como ocurrió con Juan Antonio Samaranch, del que no hay una calle, ni un reconocimiento, nada. ¿Por qué, porque había sido presidente de la Diputación en época franquista o porque fue falangista? Yo que sé. De no ser por él, no hubiésemos tenido los Juegos y Barcelona sería otra. Como con Pasqual Maragall, al cual también admiro. 

Cuando dice que no se reconoce suficiente la figura de Pujol, ¿está queriendo decir que en los últimos años su figura se ha reducido a los casos de corrupción que han ido saliendo a la luz? 

Es injusto que se le juzgue sólo por eso. Su empresa era Cataluña y a las personas hay que valorarlas por todo lo que han hecho. Si hay alguien que pueda decir que es inmaculado y perfecto en todos los aspectos de su vida, que venga a demostrármelo. Cuando toque hacer un balance global, creo que lo positivo pesará mucho más que lo negativo.

"Los miles de andaluces, extremeños, gallegos, que venían a ganarse la vida preguntaban qué tenían que hacer para sentirse un catalán más. La respuesta era hacerse del Barça"

Me habla mucho de las personas. ¿Qué opina de Carles Puigdemont? 

Yo no soy independentista, no lo soy. Pero admiro a Carles Puigemont. ¿Eso es incoherente? No, lo admiro porque es mi amigo y creo que fue un gran presidente de la Generalitat. 

¿Lo admira como persona o admira su proyecto político? 

Me gusta por cómo se ha comportado con el turismo y la hostelería. Cuando era presidente, siempre nos escuchó a quienes estábamos en el sector. Después se fue a Bruselas, yo tenía un hotel allí y lo acogí.

No voy a entrar en cuestiones políticas, pero no soy independentista, defiendo el derecho a decidir y si algún día hay un referéndum votaré que no. Y a Puigdemont, lo admiro, lo aprecio, lo considero un tío sensacional. Y me gustaría que volviera aquí, a su casa, que pudiera ir caminando tranquilo por Plaza Cataluña. Aunque esos ya son temas de la Justicia y de mundos que no son el mío. 

Gaspart valora sus relaciones con los expresidentes de la Generalitat

Gaspart valora sus relaciones con los expresidentes de la Generalitat Jordi Bardajil

Antes me decía que los tiempos van cambiando y que las instituciones se adaptan a la sociedad. ¿En qué momento decide el Barça que quiere ser un símbolo del independentismo? 

Bueno, no nos olvidemos de que el Barça no tiene un dueño, tiene 150.000 socios o propietarios. Cada uno con su propia ideología. 

Sí, pero yo le hablo del Barça como institución. Cuando decide colgar los lazos amarillos o apoyar el referéndum del 1-0…

Como decía antes, el tiempo va moldeando todo eso. Y, ¿cada vez hay más personas con una ideología distinta a la que había antes? Pues es muy posible. Pero al final, todas ellas se juntan en una: el Barça.

¿Es Laporta la persona adecuada para guiar este equipo? Porque económicamente no andan muy bien las cosas. 

Bueno, vamos a verlo. De momento nos dicen que este año el Barça va a ganar dinero; el año pasado perdimos más de 200 millones de euros. Estamos haciendo un estadio con una ciudad deportiva, un hotel, oficinas, un museo…

El Madrid compró un terreno en un sitio privilegiado, la Castellana, fabuloso. Pero nosotros vamos a construir una ciudad. El Espai Barça será un millón de veces más bonito. Y todo esto es muy difícil, porque en el fútbol actual todo eso para el PSG o el Manchester City son tres horas más de estar exportando petróleo.

¿Por eso la Superliga? 

Ya se verá. Pero de momento la UEFA se ha dado cuenta de que tenía que concebir la Champions de una forma más agresiva y ha hecho una Superliga encubierta. Tenemos una deuda, de acuerdo. Pero, como todas las grandes empresas, eso no me preocupa si tenemos beneficios.

Decía antes que no hay nadie impoluto. Usted tampoco lo fue mientras ocupaba un cargo institucional, ¿no? 

Los lunes, cuando llegaba al despacho, lo primero que hacía era descolgar el teléfono y empezar a llamar a gente a la que le había dicho algo que no debía. Cuando llegaba a la Federación me decían: "¿Qué tal, Joan, cómo estás, hoy no nos insultas?"

¿Recuerda algún momento en un palco en el que de verdad pensara que estaba perdiendo el control? 

Esto no fue en un palco, pero recuerdo una vez que a las 12 de la noche nos llama Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat. Al día siguiente había un Barça-Madrid y Tarradellas nos pedía que firmásemos una especie de manifiesto para pacificar un poco las relaciones con el Real Madrid. Firmaron todos los directivos menos uno, que fui yo. Me tuvo castigado durante meses. 

Al enemigo ni agua…

No, no, no, es que no hay paz. Es nuestro rival deportivo. Punto. Ellos quieren lo peor para nosotros y nosotros lo peor para ellos. Y quien diga lo contrario es un hipócrita o no es un culé. 

Por lo que he ido captando, ¿añora los años de aquel fútbol? 

Mire, recuerdo que un día hicimos un partido benéfico en Montjuic, en el que jugábamos los directivos de los equipos. Jesús Gil era el portero del equipo rival. Y como se estaban recogiendo fondos y todo estaba más o menos pactado, tocaba tirar un penalti y me dice: "Mira Joan, yo me tiro a la izquierda, tú chuta por la derecha y ya está". Estaba todo clarísimo, pero yo lanzo y el cabrón se tira a la derecha y me lo para. Se ríe y me dice: "No te fíes ni de tu padre en el mundo del fútbol". 

"Tarradellas nos pidió que firmásemos un manifiesto para pacificar las relaciones con el Madrid. Firmaron todos los directivos menos uno, que fui yo"

Normal que luego le hicieran lo que le hicieron con Figo. Pero, mire, se lo tengo que decir porque lo sufrí como aficionado: usted hacía lo mismo. Se llevó a Rivaldo del Deportivo en el último minuto, sin dejar tiempo para reaccionar. 

A Lendoiro le hice una putada, pobre hombre. Las paredes de Coruña aparecieron llenas de pintadas que decían "Gaspart, cabrón". Estuve años llamando a Lendoiro preguntando si me había perdonado y la respuesta de la secretaria era "no", y me colgaban. Hasta que una vez ya me dice la mujer que me esperaba para comer percebes. Llegó, me miró y me dijo: "Joan, no me olvidaré nunca de la cabronada que me hiciste, pero te perdono". 

Necesito saber cómo se fraguó aquel fichaje. 

Después de un Joan Gamper, bajo al vestuario y le pregunto a Van Gaal cómo ve el equipo. Me responde: "Necesito un jugador casi delantero, un poco medio, un poco por la derecha". Alguien suelta el nombre de Rivaldo y Núñez, que estaba allí, me dice: "Fíchalo como sea".

Llamo a Minguella [agente de jugadores y asesor del Barça] a la 1 de la mañana y consigo que me pongan con Rivaldo, que está en un hotel, concentrado con el Dépor. Le digo que al día siguiente se presente en Barcelona, que íbamos a pagar la cláusula, que no habría negociación y que ya arreglaríamos su contrato. Y así fue.

El empresario hotelero y directivo de fútbol recuerda los negocios de los noventa.

El empresario hotelero y directivo de fútbol recuerda los negocios de los noventa. Jordi Bardajil

Me da la sensación de que eran personas con poder, pero que se comportaban como niños. He leído que en las concentraciones del Barça jugaban al pilla-pilla con usted.

Ahora las concentraciones de verano se hacen para ganar dinero, antes eran para que los jugadores llegasen en forma. Y yo me iba con ellos, porque me apasionaba. Me entrenaba con los jugadores y el entrenador para motivarlos les decía que tenían que salir corriendo y tocarme el brazo. Yo corría, pero siempre me cogían. Eso sí, llegaba un momento en el que me ponía debajo de un árbol, a la sombra, para ver si se cansaban.

Ahora los intocables son los jugadores. 

Todo ha cambiado. Aquella relación personal que yo tenía con los jugadores, que venían a cenar a casa, con sus esposas, ya no existe. Yo fui padrino de jugadores del Barça. Y con Romario… Eso fue… Resulta que su mujer estaba embarazada y él estaba en Brasil. Entonces, la mujer se pone de parto y llama a mi esposa, Marita. Se va corriendo a la clínica y en aquella época para que a una mujer le hicieran una cesárea había que firmar un consentimiento. Yo intento localizar a Romario de todas las maneras posibles y cuando lo consigo me dice que estaba jugando al fútbol playa. "Juan, tú mismo, tú mismo". Y terminé firmando yo.

Por terminar de repasar los personajes con los que ha tenido una buena relación. Con el rey Juan Carlos también se llevaba bien, ¿no?

Otro al que no se le ha juzgado como es debido. Se habrá podido equivocar, pero la España que heredó y la que dejó… No me diga. ¿Sabe la historia de los jamones? 

¿La de los jamones? Pues no, cuénteme.

Jugábamos la final de la Copa del Rey en el Bernabéu contra el Betis. Y yo le prometí al responsable de la megafonía un jamón por cada vez que pusiera el himno del Barça, si es que ganábamos. Así fue, y cuando acabó el partido empezó a sonar el himno. El Rey se quedó ahí conmigo en el palco como queriendo irse. Yo le dije: "Majestad, ahora no puede marcharse porque lo van a entender como una falta de respeto".

Pero termina, y vuelve a sonar el himno. Y me mira, y le digo que es que la gente está tan loca con el Barça que ha habido que volverlo a poner. Sonó una tercera vez, y ya se fue: "Lo siento mucho, pero ahí te quedas". Un santo, ese hombre. Yo terminé bajando al césped y celebrándolo poniendo la bufanda del Barça encima del escudo del Real Madrid. 

¿Y me dice que no disfruta con la provocación? 

Desde ese día Florentino Pérez me ha dicho que mientras yo esté vivo, el Barça no volverá a jugar una final en el Bernabéu.

Por terminar con los balances, ¿cómo le gustaría que lo recordaran? ¿Qué frase le gustaría que dijeran de usted? 

No ha sido ni mejor ni peor, ha sido diferente. Fíjese, eh, no está mal. Ni peor ni mejor, diferente.