Los etarras Juan Antonio Olarra Guridi (alias Jokin) y Jordan Martitegi.

Los etarras Juan Antonio Olarra Guridi (alias Jokin) y Jordan Martitegi.

España ETA

'Balneario' para etarras, así viven en las cárceles vascas: sala de rock, piscina, tartas de cumpleaños y puertas abiertas

7 octubre, 2024 03:04

El pasado mes de mayo, Jurdan Martitegi, uno de los históricos jefes de la banda terrorista ETA, acudió al servicio de demandadera de la cárcel de Martutene (San Sebastián) con una petición un tanto inusual. Quería una tarta de cumpleaños en el mes de su aniversario.

Sabía de antemano que se la iban a conceder, porque allí, y en las otras prisiones vascas, a ninguno de los presos de ETA les están poniendo ninguna pega ante cualquiera de sus exigencias.

"Era una tarta de tamaño normal. Antes nunca se había autorizado tal cosa". Esta anécdota es, valga la redundancia, tan solo la guinda del pastel. A Martitegi le permitieron introducir previo pago ese pastel, pero no solo eso.

Los privilegios de los que gozan éste y el resto de etarras son de tal calibre que el resto de reclusos se quejan a la dirección de los centros penitenciarios porque ellos quieren lo mismo y no se lo conceden.

Desde que el Gobierno vasco asumió la competencia de prisiones en 2021, inició una modernización de sus cárceles. Y así, Martutene se ha convertido en una instalación mucho más "amable" con los presos. 

La última medida fue la compra de 1.280 televisores nuevos para que la gran mayoría de los reos tuvieran una pantalla en su celda. Algo de lo que también se beneficia el etarra Martitegi.

139 años de prisión

Este exjefe de ETA fue condenado en marzo de 2014 a 139 años prisión. Pesan sobre él ocho delitos de intento de atentado terrorista con finalidad homicida, un delito de estragos, dos de detención ilegal y uno de robo. Se encuentra en segundo grado, el régimen ordinario de privación de libertad.

Según ha podido conocer EL ESPAÑOL a través de fuentes penitenciarias, Martitegi logró que la cárcel le permitiera comenzar a salir al exterior para ir a clases en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). La dirección de Martutene le aplicó el artículo 117 del Reglamento Penitenciario.

La norma establece que "los internos clasificados en segundo grado de tratamiento que presenten un perfil de baja peligrosidad social y no ofrezcan riesgos de quebrantamiento de condena podrán acudir regularmente a una institución exterior para la realización de un programa concreto de atención especializada, siempre que éste sea necesario para su tratamiento y reinserción social".

Este precepto legal, aseguran a EL ESPAÑOL fuentes de la prisión en la que se encuentran éste y otros líderes de la banda, está pensado para que las Juntas de Tratamiento se lo apliquen a internos con condenas de pocos años.

"No se saltan la ley, pero normalmente se le aplicaría a una persona que le faltara muy poco para cumplir su pena", señala un funcionario del centro. "No a un tipo que tiene más de cien años de condena".

Y así, Martitegi sale de prisión "por la puerta, como si se fuera a dar un paseo", sin custodia policial, y supuestamente se va a su clase. "Es la primera vez que lo veo algo así en mi vida. Es una cosa impensable en Prisiones".

Estas semanas se cumplen tres años desde que se consumó el traslado de los etarras a los centros penitenciarios del País Vasco. El aniversario llega salpicado de la polémica decisión del enésimo tercer grado a dos etarras, concedido esta vez por la consejera socialista del Gobierno vasco, María Jesús San José.

"Que nadie espere de mí un trato especial a los presos de ETA", dijo en sede parlamentaria hace menos de una semana la recién nombrada consejera.

Terceros grados

Desde que tienen el control de las prisiones vascas, los beneficios han sido constantes para los etarras, hasta el punto de que los funcionarios califican de política "de puertas abiertas" lo que está haciendo el Gobierno.

Según el Observatorio de Política Penitenciaria de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), el Gobierno vasco ha acordado 81 terceros grados a etarras desde que tiene el control de sus propias cárceles. De ellos se han beneficiado 65 terroristas.

Del total, 16 de esas concesiones han sido revocadas por el juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional tras recurrir la Fiscalía, argumentando que los terroristas en cuestión no cumplían los requisitos de arrepentimiento y colaboración con la justicia que se le exigen a estos reclusos.

Por ello, el Gobierno vasco ha otorgado algunos de ellos en repetidas ocasiones a los mismos asesinos, pese a que la Justicia ha determinado que los reclusos de ETA todavía no han mostrado arrepentimiento.

Las fuentes consultadas aseguran que en los últimos cuatro años se ha sacado de los centros a presos comunes para hacer hueco a los etarras, que han ido entrando directamente a los módulos más laxos. En ocasiones se ha permitido a los etarras elegir celda, siempre individual para ellos.

Tienen a su disposición los trabajos más cómodos -el economato mejor que limpiar baños-, por los que reciben sueldos de dinero público. En ocasiones se saltan las reglas y en esos momentos los informes para aplicar las posibles sanciones desaparecen misteriosamente, según denuncian las fuentes consultadas.

Los abogados de ETA y sus aliados políticos van buscando los resquicios legales para mejorar cada día la situación penitenciaria de estos reos, a veces consiguiendo que les clasifiquen en tercer grado, el más laxo, o consiguiéndoles salidas ordinarias o extraordinarias. También solicitando actividades y talleres que mejoren su situación.

El año pasado en la prisión de Zaballa, según revelaron a este periódico fuentes penitenciarias, un terrorista pidió salir de la cárcel para ver a un dentista, cuando este centro cuenta con un especialista contratado que ofrece ese servicio. "Son mecanismos para que disfruten de una situación penitenciaria más cómoda", señalaban las fuentes consultadas.

Piscina

Y si el centro penitenciario de Martutene se ha modernizado, Zaballa es uno de los más punteros de toda España. Inaugurada en 2011, el centro alavés cuenta entre sus instalaciones con una piscina cubierta, frontón, campo de fútbol, polideportivo, sala de conferencias, de proyecciones, de instrumentos musicales (con una batería y guitarras) y biblioteca. 

Sala de música de la prisión de Zaballa en Álava.

Sala de música de la prisión de Zaballa en Álava.

Dispone de amplias zonas deportivas (frontón, campo de fútbol, polideportivo e incluso una piscina cubierta) y lúdicas (sala de conferencias, de proyecciones, de instrumentos musicales o biblioteca).

El Gobierno del País Vasco ha reiterado en varias ocasiones desde que asumió las competencias que todos los presos son y serán tratados por igual. Sin embargo, los testimonios de los funcionarios que comparten el día a día con los internos de ETA independientes y de distintos sindicatos y con ideas políticas muy dispares aseguran que sí hay trato de favor, forzando a límites hasta ahora inéditos el reglamento penitenciario.

Visitas de políticos

Jurdan Martitegi, por ejemplo, ha recibido constantes visitas, tanto públicas como privadas, de dirigentes de prisiones y de la Consejería de Justicia del Gobierno autonómico a lo largo de este año. No es el único.

Las pasadas Navidades, un diputado del Parlamento vasco visitó en la prisión de Álava al histórico exjefe de ETA Juan Antonio Olarra Guridi, alias Jokin. La cita se produjo tres días después de la manifestación a favor de la liberación de los presos de la banda terrorista en Bilbao. El diálogo, por tanto, es constante.

Las fuentes denuncian que este avance de grados se produce en muchas ocasiones sin que se hayan cumplido previamente las condiciones establecidas: "Se están autorizando cosas completamente anómalas".

La dirección de la cárcel de Martutene lo autoriza todo: "Ventiladores, cortapelos, ordenadores, películas, radiocasettes. Todo lo que han pedido se les ha concedido. Es una comedia".

Piscina cubierta en la prisión Zaballa en Álava.

Piscina cubierta en la prisión Zaballa en Álava.

Los etarras pasan los días que les quedan en prisión de una forma apacible muchos de ellos sin haberse arrepentido de sus crímenes esperando a que llegue el ansiado tercer grado. En la cárcel de San Sebastián incluso han conseguido crear un grupo de clases de CrossFit. Las imparte un etarra, y a ella acuden quienes los terroristas decidan que pueden asistir. Todo se hace, lamentan los funcionarios, "por la puerta de atrás".

En las prisiones vascas, los etarras ya campan a sus anchas con total normalidad. Tienen, gracias a quienes llevan los centros, los mejores puestos de trabajo dentro de los presidios, dirigen las áreas socioculturales o el polideportivo, y también los distintos talleres.

Algunos se encuentran a funcionarios con los que ya coincidieron en otros centros penitenciarios de España en décadas anteriores. Dice otro de esos trabajadores que se cruzan con él y le saludan. "Te ven y sonríen. Aquí están autorizados a todo".

Gimnasio en la prisión de Zaballa en Álava.

Gimnasio en la prisión de Zaballa en Álava.