Pedro Sánchez ya está en el Palacio de Marismillas para pasar unos días de vacaciones junto a su mujer, Begoña Gómez, y sus hijas. El emblemático edificio es la residencia de descanso para uso de los presidentes del Gobierno y sus invitados que el Estado, a través del organismo público autónomo Parques Nacionales, tiene en el corazón de Doñana.
Sánchez llega al palacio andaluz, como cada año desde que es presidente, tras pasar unos días en la Residencia Real de La Mareta, otro palacio que Patrimonio Nacional posee en el municipio de Teguise de Lanzarote. Lo cedió el rey Hussein de Jordania al entonces rey Juan Carlos en el año 1989.
Todo se ha preparado en el enclave del espacio natural para su llegada, pero este año aún más. Desde las famosas mosquiteras que se han instalado en todo el palacio -cuenta con 18 habitaciones además de comedor, cocina y otras zonas comunes- hasta los dispensadores de gel hidroalcohólico en las estancias y una intensa desinfección anticovid, según ha podido confirmar EL ESPAÑOL.
Ha sido la propia portavoz del Ejecutivo y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, quien ha anunciado formalmente la llegada del presidente a Marismillas. Ha dicho que espera que esta visita suponga "un foco de atención" que atraiga turismo a Andalucía.
El virus del Nilo
Con lo que Sánchez no contaba es que iba a encontrarse con otro brote, además del de la Covid-19. Uno de los pueblos que linda en la provincia de Sevilla con el enclave nacional es La Puebla del Río. Allí y en la vecina Coria del Río se ha registrado un brote de meningoencefalitis vírica y hay una veintena de casos del virus del Nilo, procedente de la picadura de un mosquito, que previamente pica a aves migratorias y lo transmite a otros mamíferos.
Una docena de personas ha dado positivo, 18 se encuentran ingresadas y siete se lo están en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Las localidades ya están siendo fumigadas y la Junta de Andalucía ha emitido un protocolo para evitar posibles picaduras, aunque no se transmite entre personas. Por su parte, la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla) ha llamado a la calma ante estos casos.
En Doñana ya de por sí hay mosquitos. Cuando contó EL ESPAÑOL en 2018 la escapada de Sánchez y Merkel al Palacio donde pasaron unos días de vacaciones, un veterano guarda lo precisó. “El problema es el calor y los mosquitos, cuando hay ola de mosquitos. La gente en Sanlúcar y Matalascañas decía que fumigaban aquí cuando venía el presidente y que los mosquitos se iban para allá, pero no es verdad. Esto es un parque nacional y cualquier tratamiento está prohibido, venga quien venga”, señaló este experto de Doñana.
Precisamente ayer el presidente del PP, Pablo Casado, pedía a Sánchez "menos mosquiteras para Doñana y más garantizar material de protección para los españoles", menos "portadas", "propaganda" y "ruedas televisadas" y más acción frente a la Covid-19. Pero parece que al presidente las plagas le persiguen.
Casado se refería a la publicación del periódico El Independiente sobre los 8.221,35 euros que el Gobierno ha destinado a la instalación de mosquiteras en el citado palacio, mientras que el servicio de mantenimiento de la finca asciende a 433.510 euros al año.
Se trata de una de las actuaciones de mejora que Parques Nacionales -dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica- ha acometido en las citadas instalaciones públicas en el primer semestre del año, según la información que este organismo autónomo facilitó al citado medio en respuesta a una petición tramitada a través del Portal de la Transparencia.
Un enclave único
Se trata de un antiguo pabellón de caza que el duque de Tarifa construyó en 1912 para hospedar a sus ilustres amigos cazadores, empezando por el rey Borbón. Se encuentra dentro de una gran finca de casi 11.000 hectáreas. Para acceder hay que cruzar el río Guadalquivir desde Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) o recorrer en la bajamar los 30 kilómetros que separan la finca de Matalascañas (Huelva). Un difícil acceso que también se busca teniendo en cuenta que el invitado principal a este terreno es el presidente del Gobierno y su seguridad es un asunto de Estado.
Es un enclave único y exclusivo por su poder medioambiental y religioso, se encuentra allí la ermita de la Virgen del Rocío. Pero guarda más cosas Doñana. Alfonso XIII y Francisco Franco iban a cazar cuando era coto privado y el presidente socialista Felipe González cultivó allí la amistad con el alemán Helmut Kohl.
Fue precisamente González quien empezó en democracia a usar Doñana como residencia presidencial de vacaciones a mediados de los años 80, pero dormía en el Palacio de Doñana, otro edificio donde está la sede de la Estación Biológica del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Estancia de presidentes
También el presidente José María Aznar pasó en Doñana la Semana Santa de 1998 con el laborista británico Tony Blair y las familias al completo. Fue el primero que se instaló en vacaciones en Las Marismillas después de la remodelación del palacio, que ordenó en su primer mandato.
Con Aznar y su esposa, luego alcaldesa de Madrid, Ana Botella, los pasillos de suelo de antiguas losetas hidráulicas de cemento se cubrieron con moquetas y el albero del jardín exterior se ‘tapizó’ con césped natural. Una mala idea, porque el césped atrae mosquitos y gasta agua. Al llegar a la presidencia José Luis Rodríguez Zapatero, se eliminaron las moquetas para dejar a la vista el suelo original, pero se mantuvo el césped de Aznar.
El guarda que contó a este periódico el problema de los mosquitos también recordó que Zapatero y Mariano Rajoy han sido visitantes asiduos en diferentes fechas del año y que el socialista solía dedicar uno de sus días de vacaciones a tomarse una cerveza con los guardas.
También conocen la zona los reyes eméritos: Juan Carlos y Sofía se alojaron en una casa que construyeron expresamente para ellos en una visita en 1972 junto al Palacio de Doñana y al que desde entonces llaman 'El chalecito del Príncipe'. La reina Sofía volvió de visita en 2014 para conmemorar los 50 años de actividad científica de la Estación Biológica.
La vida en Doñana
El guarda jubilado explicó cómo es la vida en Doñana de un presidente en vacaciones. “Éste es un sitio muy tranquilo, muy relajado, aislado, y la seguridad es relativamente fácil de controlar. Las Marismillas está concebido como un lugar no para hacer política sino para relajarse".
"Van allí a desconectar del mundo, aunque ellos no desconectan nunca. Por la mañana salen a andar o correr por los alrededores, luego en todoterreno van con la familia a la playa, que está a 4,5 kilómetros, y otra vez para dentro. Es un relax absoluto. Hay pocas cosas que hacer, es naturaleza, no hay entretenimientos”, aseguraba el veterano guarda.
Quizás es lo que busca la familia Sánchez Gómez tras este año marcado principalmente por la pugna para formar Gobierno, la histórica crisis sanitaria provocada por el coronavirus y la marcha de España del rey Juan Carlos.
Esta vez sí es verdad su presencia tras el bulo que surgió el pasado mes de junio sobre la estancia durante parte del confinamiento de Begoña Gómez y los padres de ésta, tras superar el coronavirus, en este emblemático palacio. Una cuestión que fue desmentida por el Gobierno.