La Junta de Andalucía ha marcado el inicio de un camino que parecía eterno. Más de una década de promesas que no se llegaron a materializar. El plan Andalucía en Marcha es la clave para la licitación de las obras del tercer hospital de la capital. En diciembre de 2007 llegó la primera promesa: María Jesús Montero, consejera de Salud en la última legislatura de Manuel Chaves, presentaba el proyecto. Un hospital de 110 habitaciones, un instituto de investigación biomédica y un hospital de día de Salud Mental.
Un centro que se construiría sobre los terrenos colindantes con el hospital Civil. Cuatro años era el plazo de ejecución una vez que la Diputación cediera los terrenos de los que era propietaria. Por entonces era presidente del ente el también socialista Salvador Pendón y la cesión nunca se dio. Ahora, en 2020, se han cedido 85.000 metros cuadrados para que la Consejería de Salud y Familias pueda licitar la obra.
De aquel hospital que anunció la hoy ministra de Hacienda al anuncio de esta semana hay un abismo. 400 millones de inversión, más de 800 camas, 46 quirófanos y 214 consultas. Una infraestructura que implicará que Málaga se acerque a 3.500 camas en centros públicos y que, sumando los privados, supere de sobra las 5.000.
Volviendo a las promesas, entre 2008 y 2012 la Consejería de Salud reinventó el concepto: Málaga no necesitaba un hospital, sino un ‘macrohospital’. Por entonces Montero hablaba de que esta infraestructura sería un referente europeo y que animaría a la inversión privada. Había pasado un año del anuncio y, en realidad, no había pasado nada.
De aquel proyecto de 2007 se fueron dando pasos en todas direcciones y en ninguna. Se desestimaron los terrenos de la Diputación (que son los que se construirá el hospital ahora anunciado). Se empezó a debatir sobre la nueva localización: Soliva (al noroeste), Jarazmín (al sureste) o Los Asperones. Debates estériles que no llevaron a ningún sitio.
Guerra entre administraciones
En 2010 se hablaba, sobre todo, de Los Asperones, una barriada de casas prefabricadas que se pretendía desmantelar. Por entonces, el Ayuntamiento (PP) y la Delegación del Gobierno andaluz (PSOE) se tiraban los trastos mutuamente. La cuestión es que ni Los Asperones se ha desmantelado ni hubo avance alguno en el proyecto del hospital.
Un año más tarde, en plena campaña de las elecciones municipales, entró en juego Izquierda Unida. El entonces portavoz de IU en el Ayuntamiento, Pedro Moreno Brenes, era muy claro sobre el proyecto: “La Junta está vendiendo humo”. Por entonces, el hospital necesitaba una inversión de 600 millones de euros y Moreno Brenes hablaba de una “actitud reprobable” por parte de María Jesús Montero hacia Málaga. El proyecto seguía en punto muerto.
Pasaron las elecciones del 25 de marzo de 2012, el PSOE de Griñán perdía 9 escaños tras la salida de Chaves. Arenas conseguía más votos y más escaños, pero los socialistas se aliaron con una reforzada Izquierda Unida que había duplicado sus fuerzas. Y en agosto, en plenas vacas flacas, la Junta y el Ayuntamiento aparcaban el proyecto del macrohospital. Cuatro años sin dar un paso que finalizaron tras los comicios. Apenas pasaron unos meses para que, en 2013, los populares malagueños volvieran a dar la batalla. Exigían de nuevo el macrohospital.
En 2015 los populares, durante la campaña de las elecciones nacionales, volvieron a exigir el tercer hospital. Ahora lo hacían Juanma Moreno y Elías Bendodo, quienes hablaban de una necesidad de 800 camas. Habían pasado 8 años de la primera promesa y Málaga no tenía ni siquiera una partida presupuestaria para su nuevo centro hospitalario.
Y llegaron las movilizaciones: en 2016 se convocaron en Andalucía manifestaciones a favor de la sanidad pública. Más de 3.000 personas salieron a la calle en Málaga para defender un aumento de la inversión en primaria, en Urgencias y un paso firme hacia el tercer hospital. En junio, el pleno del Ayuntamiento aprobó por unanimidad la demanda de este equipamiento. Castillos en el aire
La consejera de Salud en 2017, Marina Álvarez, puso en marcha un grupo de expertos que aprobó la construcción de un tercer hospital. Además, se pretendía una reordenación de todos los espacios médicos de Málaga: vaciar el Hospital Regional, trasladarlo a la trasera del Materno y reconvertir el edificio del Regional en un hospital comunitario. Tampoco se dio ningún paso en esa dirección.
Cesión definitiva y fin del bloqueo
En febrero de 2018, la consejera prometió el tercer hospital, de 800 camas, para un tiempo máximo de seis años, previendo la licitación para 2019. Sin embargo, a finales de año se celebraron las elecciones andaluzas. El 2 de diciembre de 2018 se daba un vuelco que dejaba al PSOE fuera de la Junta de Andalucía pese a haber ganado las elecciones: tras 40 años, el PP y Ciudadanos formarían gobierno.
Con el cambio de Gobierno, el 22 de marzo de 2019 se firmaba el acuerdo de cesión de los terrenos por parte de la Diputación a la Junta de Andalucía. Elías Bendodo, consejero de Presidencia; Jesús Aguirre, consejero de Salud; Francis Salado, presidente de la Diputación, y Francisco de la Torre, alcalde de Málaga, todos populares, planteaban 2020 como fecha límite para incluir una partida presupuestaria.
El 21 de julio de 2020, Bendodo anunció el nombramiento de un project manager para que la construcción de la infraestructura sanitaria fuera lo más ágil posible en los plazos. Su papel sería el de captar inversión privada. Esa, parece, ha sido el elemento definitivo para la apuesta: habrá capital privado en la construcción, pero no en la gestión sanitaria.
Ahora, la Junta parece haber dado el paso definitivo: un tercer hospital que ayude a aliviar la presión asistencial. El área metropolitana de Málaga cuenta con más de un millón de habitantes permanentes, a los que hay que sumar el alto número de turistas que hacen uso de la sanidad pública.